En la ciudad se declaró el estado de emergencia de los locales bailables en sesión del Concejo Municipal, el pasado 22 de octubre y por un año y medio. La sanción, lograda a solicitud del intendente Mario Barletta, implicó cambios en el horario de ingreso a los boliches, de cierre y tope en el expendio de bebidas alcohólicas. Por entonces, el Ejecutivo pretendía acortar el tiempo de consumo de alcohol -conocido como la “previa” a la entrada a las confiterías- a la par de ordenar y descongestionar el centro de la ciudad a la madrugada.
Un mes después de instaurado el alerta, inspectores de la Secretaría de Control del municipio detectaron y multaron a un local habilitado como comedor-bailable y a dos bares, por expendio de alcohol fuera del horario permitido; por el mismo motivo penaron a 18 kioscos, según las ordenanzas 11.622 y 11.618, y a cuatro comedores-bares, que desarrollaban actividad bailable sin estar autorizados.
A su vez, la secretaría dispuso la pena máxima de clausura preventiva de un pub y tres kioscos por expendio de bebidas fuera de horario.
Más allá de los datos objetivos que arrojan las infracciones, tras una ronda de consultas a los distintos sectores involucrados, se evidencia el impacto económico y que el reordenamiento ocurre aunque no se modifican las conductas de los santafesinos respecto del consumo de alcohol.
Con poca concurrencia
Ante una consulta formulada por El Litoral acerca de las consecuencias de la emergencia, desde la cámara que representa a un grupo de locales bailables, la respuesta fue contundente: “(la medida) está destruyendo a los boliches. Actualmente hay dos locales que cerraron, otro que lo va a hacer el fin de semana próximo y otro que eliminó dos turnos”.
Si bien los empresarios reconocieron, desde un primer momento, que había cuestiones sobre las cuales hacía falta legislar, hoy no dudan en afirmar que la emergencia es una excusa del Ejecutivo para alejarlos del centro. “Es una avanzada de la Municipalidad para desalojar a los boliches elegantemente... aunque de elegante esto no tiene nada. Implementaron un operativo cerrojo con inspectores y policías”, dispararon.
Según explicaron los empresarios, el movimiento de gente los fines de semana disminuyó de 10 mil personas a 3 mil. Es válido mencionar que el calor y el mal tiempo también aportaron lo suyo.
“Lo cierto es que en las puertas de los boliches hay más policías e inspectores que gente que va a bailar; le piden documento a gente que evidentemente tiene más de 30 y retienen autos sin motivos. Es un atropello. La realidad muestra que los jóvenes no dejan de tomar alcohol porque lo siguen haciendo, pero en otro lado en vez de un boliche”, explicaron.
En el Concejo resta tratar el traslado de las confiterías a zonas alejadas del centro; si bien en un primer momento la voluntad del Ejecutivo era que se sancione la medida junto con la emergencia, no ocurrió así. Según se supo, el acuerdo unánime que se logró en las bancas para aprobar el alerta, ya no sería el mismo para concretar la reubicación.
“La emergencia es un fracaso; hay empresarios que se están fundiendo y las cosas siguen ocurriendo”, señalaron desde la cámara. A su vez, afirmaron que están haciendo un gran esfuerzo para cumplir con las normas.
“Se reparten más entradas sin cargo para que la gente ingrese antes, pero la bebida es más cara adentro de los boliches, entonces cuesta”, señaló el titular de una confitería de la Recoleta. Asimismo, afirmó que la cantidad de concurrentes mermó muchísimo: “Siempre depende de la fecha, pero por noche estamos vendiendo 500 entradas menos”.
El mismo consumo de alcohol
Si no se llega a ingresar al boliche a tiempo, siempre el patio de la casa de un amigo es una buena alternativa para tomar algo.
Un grupo de padres de adolescentes coincidió en afirmar que sus hijos tomaron por costumbre ante la emergencia quedarse en la casa de un conocido hasta la madrugada y, directamente, no hacer el intento de llegar temprano a bailar.
Agustina atiende una barra los viernes en un boliche para mayores de la zona de bulevar y República de Siria; afirmó que la orden de vender hasta las cinco de la mañana no tuvo impacto notable en la caja.
“Hay que diferenciar lo que pasa los viernes y los sábados, no sale la misma gente. También los últimos fines de semana hizo mucho calor y llovió, eso afectó más las ventas que la emergencia”, señaló.
Según comentó los concurrentes a los boliches se están acostumbrando a entrar más temprano y cerca de las cinco de la mañana, “cuando ven los inspectores municipales que van a cerrar las barras, compran en diez minutos lo mismo que antes compraban en horas”.
La estrategia no se hizo esperar y casi con obviedad apareció. “La única diferencia es que los empleados dejan de atender a la gente, pero acumulan bebidas y se quedan tomando hasta que cierran”, aseguró.
Temporal en el sur
Una tormenta de lluvia, viento y granizo azotó esta madrugada al sur de la provincia, provocando voladura de techos y el anegamiento de algunas viviendas, que obligó a la evacuación de varias familias, además de cortes de electricidad y la caída de árboles, aunque no se reportaron heridos. El temporal comenzó a la una de la mañana con vientos huracanados que alcanzaron los 103 kilómetros por hora, descargas eléctricas y la abundante caída de agua, que en total alcanzó los 100 milímetros en tres horas. También cayeron tendidos eléctricos de mediana y baja tensión, que cortaron el suministro de energía en varias zonas.
































