Estanislao Giménez Corte
La agrupación debuta en la ciudad, tras la postergación de un recital que se viene anunciando desde fines del año pasado. Se pusieron en venta 18.000 entradas y habrá unos 500 policías destinados a la seguridad. El Litoral dialogó en extenso con Juan Carbone, su saxofonista, sobre la situación actual del grupo, las secuelas de la tragedia de Cromagnon y los planes a futuro.
``Hemos perdidos familiares y amigos. Son cosas que no podés registrar, son mecanismos de la mente que no podés manejar. El problema es más grande que lo que la mente puede procesar'', responde Juan Carbone, saxo de Callejeros, del otro lado de la línea. No es necesario esforzarse por hacer explícita la pregunta. Cualquiera puede imaginársela: ¿cómo se sigue, cómo se asume una tragedia terrible en la que murieron 194 personas, en la mayoría seguidores de la banda, y parientes y conocidos de los mismos músicos? Pese a los casi tres años pasados, y a las oscilaciones de la causa judicial que los tiene procesados por ``estrago doloso'' y un preso, Omar Chabán, Carbone responde seguro, sin vacilaciones y con una facultad discursiva poco habitual en un músico de rock. La entrevista, pautada para dialogar sobre la presentación de Callejeros del próximo 1° de mayo en el estadio de Unión (a las 17) ha virado, como no podía ser de otra manera, hacia las consecuencias del inconcebible siniestro del que fueron protagonistas; y del que la Justicia determinará si son o no responsables.
LUTO Y DESPUÉS
Las consecuencias de la tragedia del 30 diciembre de 2004, en República Cromagnon, no se sortearán sencillamente. ``Estuvimos mucho tiempo parados, sin tocar. Por imposición nuestra, un año: hicimos un luto. Después de ese luto, no podíamos tocar por procesos, cambios de carátula. Pasó más de un año y cuatro meses'', explica Carbone. ``Había un impedimento, una bajada de línea, con incidencia de cuestiones políticas. Por ejemplo: fuimos hasta La Rioja, nos recibió el intendente, pero no era para tocar, era hablar con los estudiantes. Decíamos, `si no nos dejan tocar, por lo menos hablamos', pero en muchos lugares no nos quisieron recibir, por ejemplo en Tucumán. Todo venía desde Balcarce 50'', argumenta, dando claridad a sus sospechas de que la influencia política extendió su ausencia de los escenarios. ``... además, -explica- no nos dejan presentar pruebas en los juzgados. Nosotros no alentábamos el uso de pirotecnia y demostramos que estábamos en relación de dependencia. Chabán pagaba. Pero, aún así, cargás con una carátula de estrago doloso ... es una mentira: al ponerte como coorganizador (no lo éramos, insiste Carbone), vos sos garante del público. La única forma (de procesarte, de embargarte) es ésta, pero la prueba para eso no existe'', dice el entrevistado, enérgico. El saxofonista va más allá, y concluye con dos reflexiones: ``No se sabe cuándo va a ser el juicio, pero nadie (ningún juez) lo va a querer agarrar'' y ``estamos en una situación complicada (desde lo económico): los gastos a nivel judicial son muy altos. Hoy por hoy, la situación es paupérrima. Y están violando el derecho al trabajo''.
DESPUÉS DEL CHATEAU
``Desde el principio de la carrera generamos mucha expectativa en la gente del interior (...) tenemos muchas ganas de ir a Santa Fe, entre otras cosas porque no fuimos nunca, aunque una vez estuvimos en Gálvez. Y por el tema de las inundaciones: este país es cíclico, siempre tenemos los mismos problemas y claro, la gente pide soluciones. Nos decían: no vayan que hay lío, pero es el público nuestro, tenemos que ir a estar con ellos'', manifiesta el músico, reiterando sus ganas de llegar a la ciudad. ``La banda pegó en el interior por muchos sectores, en Córdoba especialmente, y en todo el centro del país. Cuando recién arrancábamos, hicimos dos veces La Usina, que alberga a 8.000 personas, algo impensado'', completa.
Pero, una vez más, la conversación gira en torno de la causa y la actualidad de los músicos: ``en su momento, la Justicia planteó un embargo, nos embargaron nuestro cachet, pero también a la productora. Están cometiendo un delito: no podés embargar a cualquiera por las dudas...'', pero, dice, como saliendo del paso y ejemplificando que este momento es mejor: ``La situación se modificó después del Chateau. Empezaron a llegar mails. En los lugares donde antes nos ignoraban ahora nos quieren. Entre esta catástrofe, más los otros problemas, a veces no llegamos a determinados lugares porque no queremos que nos usen para tapar otros problemas''. Y finaliza: ``tenemos que hacer las cosas bien, para que los jueces no las hagan mal''.

































