Una estadística difundida en un matutino de circulación nacional desató el tema. La noticia de que la venta de antidepresivos se incrementó en todo el país un 12% -entre agosto de 2004 e igual mes de 2005- despertó el interés del Colegio de Farmacéuticos de la provincia de Santa Fe por conocer la incidencia que estos medicamentos tienen en la población local. Pero el estudio fue más amplio y no sólo incluyó a las drogas que actúan sobre el sistema nervioso central modificando el estado de ánimo sino también a los ansiolíticos, antipsicóticos y sales de litio. El aumento más significativo en las ventas se dio en los primeros tres grupos, registrándose un incremento del 96% en los fármacos que se utilizan para calmar la ansiedad. En tanto, los antidepresivos se mantuvieron dos puntos más arriba que la media nacional (14%) y los antipsicóticos registraron un incremento del 12%. El análisis realizado por el Colegio de Farmacéuticos sobre un total de 1.250 farmacias de toda la provincia revela un crecimiento en las ventas en los meses que van desde julio a octubre de este año respecto a igual período de 2004. Pero más allá de este aumento cuantitativo, subyace una nueva manera de enfrentar los problemas de la vida cotidiana. La ansiedad Poder finalizar la carrera universitaria, enviar a los hijos a un buen colegio, conseguir empleo y responder a las múltiples exigencias de la vida contemporánea genera ansiedad. Y en su medida justa, es sana. "La ansiedad es un elemento completamente normal en la vida de los seres vivos. Es el combustible, el oxígeno de la vida psíquica. Si no tuviésemos ansiedad no tendríamos motivaciones intereses, inquietudes, deseos, proyectos y necesidades", comentó el psiquiatra Federico Domínguez. Pero ¿qué sucede cuando se presenta en forma muy intensa? Puede ocasionar crisis de pánico, angustias y estrés agudo. Detrás de estos detonantes hay una persona que no pudo concretar sus expectativas y proyectos. "En la medida que las necesidades están latentes e insatisfechas nos exigen respuestas. Esta situación genera tensión y ansiedad hasta terminar estresándonos. El equilibrio emocional está en íntima relación con la posibilidad que tenemos de satisfacer nuestras necesidades", explicó Domínguez. Este postulado ya había sido ensayado en el siglo XX por el neoyorquino Abraham Maslow, quien con la famosa Pirámide de Maslow, sostenía que el individuo sólo llegaba a la autorrealización luego de haber satisfecho sus necesidades fisiológicas, de seguridad, pertenencia y de haber logrado el reconocimiento de los otros. En el Gran Santa Fe el 40,9% de la población es pobre, el 23,4 % de los jóvenes está desempleado. El factor económico y la desesperanza frente a los proyectos personales que quedan truncos provoca una angustia sostenida que deriva en consultas a los especialistas. "El aumento del consumo de ansiolíticos se evidencia en el incremento de las consultas al psiquiatra, en los padecimientos psicosomáticos y psíquicos en general", comentó Domínguez. Cuando el paciente no logra cambiar el estado de ánimo, relajarse o conciliar el sueño, los psiquiatras suelen recetar sedantes. Éstos actúan sobre el sistema nervioso central reduciendo los niveles de las sustancias químicas que producen la ansiedad y a nivel periférico generando relajación muscular. Estos efectos hacen que la persona luego de tomarlos sienta una sensación de relajación. Etapa crítica Los ansiolíticos comienzan a recetarse en la adolescencia y encuentran su pico más alto en la juventud, luego el consumo desciende y vuelve a repuntar en la tercera edad. "Al llegar a los 28 años las personas empiezan a encontrarse con las dificultades que la vida les plantea. Es una etapa donde confrontan los proyectos y los ideales con la realidad. De pronto se dan cuenta que concretar una carrera universitaria, constituir una familia como siempre imaginaron y criar a los hijos en un buen nivel económico se torna cada vez más difícil de concretar. Entonces hay que empezar a torcer un poco el rumbo y comenzar a resignar cosas. Cuando se da esta situación algunas personas empiezan a vivir con más desesperanza, con menos ilusiones y con más frustraciones. Estas son las fuentes de ansiedad", concluyó Domínguez. Quienes sufren de crisis de ansiedad o angustia encuentran en los sedantes la solución a sus problemas. La rapidez con que actúan estos fármacos puede ser contraproducentes. "Una de las complicaciones más serias que traen los ansiolíticos es que generan dependencia e incluso adicciones. El paciente puede tener serias dificultades para interrumpir la medicación una vez que ha terminado la etapa de ansiedad. Pareciera que las personas están depositando todas sus expectativas en las pastillas y es al revés-", afirmó Domínguez. Desconcentración, cansancio y sueño son los efectos que produce el consumo indiscriminado de los ansiolíticos. Por eso lo esencial siempre es consultar al médico clínico, al generalista y finalmente al psiquiatra. La angustia en la vejez Los ancianos atesoran la sabiduría de los años vividos, pero también un estigma que pugnan por despojarse: la falta de reconocimiento social. "La ansiedad es un común denominador en estos pacientes más en nuestro país donde es muy difícil sentirse bien porque después de haber trabajado toda su vida y de haber conseguido cierto nivel y reconocimiento profesional, personal y de su familia, tienen que vivir con una jubilación. Esto complica más a las personas de lo que nosotros nos imaginamos", concluyó el profesional. Antidepresivos en ascenso El relevamiento realizado por el Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Santa Fe demostró que el consumo de antidepresivos aumentó un 14% entre julio y octubre de 2005 respecto a igual período en 2004. El año pasado, se vendieron 4.770 envases contra 5.418 de este año. Los más "populares" son la sertralina, fluoxetina y paroxitina (grupo de los antidepresivos tricíclicos) y las clorpromazina e imipramina (antidepresivos modernos conocidos como IRS). El aumento de la venta tiene su correlato en "la automedicación o en la mala medicación. No es sencillo realizar el diagnóstico de depresión", señaló el psiquiatra Federico Domínguez. La persona llega al consultorio con una sintomatología aparentemente similar a la mayoría. Presentan un estado de abatimiento generalizado y sostenido en el tiempo; están tensos, con mal humor y se sienten deprimidos, sin entusiasmo para entablar -siquiera- una conversación. Lo esencial en todos los casos es que el psiquiatra decida qué tipo de drogas debe tomar el paciente y durante cuánto tiempo. El crecimiento del consumo de antidepresivos no sólo se dio por el aumento de las consultas sino también porque se descubrió que son beneficiosos para tratar crisis de angustias, pánico, fobia, estrés y estrés postraumático. "A dosis bajas los antidepresivos funcionan muy bien en todos los trastornos de ansiedad cuando se asocian a antidepresivos", comentó Domínguez. Las drogas más modernas conocidas como IRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) son efectivas y tienen menos efectos secundarios que los antidepresivos tricíclicos que "pueden causar sueño, dificultad en el habla y otras consecuencias que impiden a la persona continuar su vida 100% normal", explicó Alicia Caraballo, secretaria del Colegio de Farmacéutico 1ra. Circunscripción. Federico Domínguez señaló que los antidepresivos son excelentes para tratar crisis de angustia pero pueden tener consecuencias adversas cuando no son administrados por profesionales. "Uno trata de usar los antidepresivos únicamente mientras dura el cuadro. Si el paciente se automedica y se usan indefinidamente pueden traer efectos secundarios a largo plazo: se resienten todas las funciones cognitivas (memoria, atención, sensoproyección) y las consecuencias son importantes en la medida en que se prolongue en el tiempo. El cuadro se puede agravar y los síntomas de la depresión pueden ir instalándose. En este contexto el paciente va perdiendo su autoestima y un contacto sólido con la realidad", finalizó el psiquiatra. Ante estas situaciones lo fundamental es que la familia actúe de sostén y acuda a los profesionales ya que "los trastornos son tratables y curables". María Sol Pogliani
































