De los postres de la abuela en un bar de la peatonal santafesina, a una planta que produce 6.000 tortas al mes. Emanuel, Lautaro y Camila Nepote cuentan cómo Gladys Pastelería se convirtió en parte de la vida cotidiana de los santafesinos.
La historia es la de una familia que convirtió la pasión por lo casero en una marca de Santa Fe. Tres generaciones, miles de tortas y un sueño que sigue creciendo.

De los postres de la abuela en un bar de la peatonal santafesina, a una planta que produce 6.000 tortas al mes. Emanuel, Lautaro y Camila Nepote cuentan cómo Gladys Pastelería se convirtió en parte de la vida cotidiana de los santafesinos.
La historia de Gladys Pastelería es, en realidad, una historia de familia. Es la historia de una abuela que cocinaba con amor, de hijos que se animaron a abrir un bar en el corazón de la ciudad y de nietos que transformaron esas recetas caseras en una empresa que hoy es parte de la identidad santafesina.
Todo empezó con Gladys, la abuela. En La City, el bar que tenían en La Rioja y San Martín, en el centro de la peatonal de Santa Fe, ella preparaba los postres que rápidamente se volvieron un clásico entre los clientes. No había menú sin la recomendación de probar lo que salía de sus manos.
Esa pasión se fue transmitiendo. Y un día, sus nietos —Emanuel, Lautaro y Camila— decidieron dar un paso más. Abrieron la primera pastelería y eligieron un nombre inevitable: Gladys. El homenaje se convirtió en marca.
Emanuel recuerda la primera clienta de la primera cafetería. “Pidió productos que no teníamos y no pudimos atenderla. Fue una experiencia dura, pero nos enseñó que teníamos que estar siempre preparados. En las sucursales siguientes, eso no volvió a pasar”, cuenta.
La anécdota marcó el rumbo. Desde el comienzo, la idea fue clara: estar disponibles. En una ciudad donde la costumbre era encargar tortas con días de anticipación, ellos rompieron las reglas y ofrecieron hasta 17 variedades listas para llevar en cualquier momento.
Esa decisión cambió la relación con los clientes. “El cliente se iba con lo que quería en el momento. Eso nos diferenció del resto”, asegura Emanuel.
El crecimiento no tardó en llegar. En 2015, la apertura del local de Boulevard y Mitre fue un antes y un después. “Fue un éxito inmediato. Ahí confirmamos que la gente estaba esperando algo así”, recuerda Lautaro.
Con la pandemia llegó otra prueba. “Fue durísimo sostener las estructuras sin ingresos, pero fue también el momento en que vimos la calidad de gente que tenemos en nuestro equipo. Todos pusieron el hombro”, agrega.
Hoy, Gladys Pastelería tiene una planta de producción en Colastiné que abastece al 80% de sus locales. Allí se elaboran hasta 6.000 tortas por mes en temporada alta. “Trabajamos con proveedores locales como Milkaut. Queremos que todo sea parte de un círculo virtuoso en la provincia”, explica Camila.
Más allá de las cifras, los tres hermanos coinciden en que lo que mantiene vivo el proyecto son los valores. “Ser buena gente es lo que decimos siempre. Los empleados son uno más de la familia”, asegura Emanuel.
Lautaro lo vive desde la pasión: “Nos encanta lo que hacemos. Nos apasiona la gastronomía, y eso se nota en el producto”.
Camila lo dice con el corazón: “Para mí estar en Gladys es todo: familia, vida, pasión. De chica tengo el recuerdo de cocinar postres con mi abuela. Hoy, ver el camino que recorrimos me emociona”.
El crecimiento de Gladys no solo se mide en locales. También en cariño. “Hace poco preguntamos en Instagram qué significaba Gladys para la gente. Nos sorprendió la cantidad de mensajes. Nos dimos cuenta de que la marca es parte de la vida cotidiana de los santafesinos”, cuenta Camila.
El horario extendido fue otra de las apuestas que fortaleció el vínculo. Desde el inicio, la cafetería estuvo abierta de 7 a 24, incluso hasta las 2 de la madrugada los fines de semana. “Queríamos que cualquiera pueda pasar a cualquier hora. Eso nos convirtió en un punto de encuentro”, relata Emanuel.
Gladys Pastelería no es solo un negocio. Es un lugar de reuniones, de festejos, de encuentros cotidianos. Un espacio donde muchas historias se cruzan con la de la familia Nepote.




