Cinco mineros artesanales murieron aplastados en el interior de la mina de oro Amayapampa, en el departamento boliviano de Potosí. El derrumbe los sepultó bajo una gran masa de tierra, dejando a la comunidad minera nuevamente de luto.
Un desprendimiento de tierra dejó un saldo fatal entre trabajadores artesanales que realizaban tareas autorizadas de recolección de mineral. La cifra de víctimas en la minería local durante este año sigue en aumento.

Cinco mineros artesanales murieron aplastados en el interior de la mina de oro Amayapampa, en el departamento boliviano de Potosí. El derrumbe los sepultó bajo una gran masa de tierra, dejando a la comunidad minera nuevamente de luto.
El accidente ocurrió en uno de los yacimientos auríferos más grandes de la región, explotado a cielo abierto por la estatal Corporación Minera de Bolivia (Comibol), a más de 4.000 metros de altitud y a 578 kilómetros al sur de La Paz.
Las víctimas, de entre 23 y 25 años, no formaban parte del personal regular de Comibol. Contaban con autorización oficial para realizar la paqoma, una práctica tradicional que consiste en recolectar mineral residual en zonas cercanas a la explotación principal.
“Cinco personas, mayores de edad, fueron encontradas dentro de la mina. La causa de la muerte es asfixia por aplastamiento. Asumimos que el cerro cedió en alguna porción y los aplastó”, explicó el comandante de la Policía de Potosí, coronel Fernando Benítez.
El oficial detalló que los cuerpos fueron recuperados el mismo día, aunque solo dos habían sido identificados en las primeras horas.
El hecho se suma a una larga lista de accidentes fatales en la actividad minera boliviana. “En lo que va del año, 73 mineros han perdido la vida en incidentes mineros solo en Potosí”, afirmó Benítez.
En marzo, otro derrumbe en una mina de la ciudad de La Paz provocó la muerte de cinco trabajadores. Pese a la gravedad de los hechos, no se informaron medidas estructurales ni sanciones significativas tras ese siniestro.
El comandante regional, coronel Fernando Barrientos, señaló que los fallecidos eran trabajadores provenientes de comunidades rurales cercanas. “La causa de la muerte fue asfixia por aplastamiento. Gran cantidad de tierra se desprendió en el interior de la mina y los aplastó. Estamos investigando las causas del accidente”, dijo.
El accidente reaviva las críticas sobre las condiciones de trabajo en la minería boliviana. En muchas explotaciones, sobre todo en aquellas donde operan mineros independientes o cooperativas, la precariedad laboral y la ausencia de medidas de seguridad adecuadas son la norma.
La paqoma es una actividad que se realiza con herramientas básicas, sin infraestructura técnica y sin el soporte logístico que podría prevenir accidentes. Aun así, para cientos de familias de la región, representa una fuente clave de subsistencia.
Pese a su magnitud y producción, en Amayapampa esta práctica persiste desde hace décadas. Las autoridades no han logrado erradicarla ni ofrecer alternativas laborales más seguras para los habitantes de la zona.
Hasta el momento, el Ministerio de Minería no emitió comentarios públicos sobre el accidente. Tampoco se anunciaron inspecciones inmediatas ni la suspensión temporal de las actividades en la mina afectada.
Fuentes policiales confirmaron que las investigaciones para determinar responsabilidades y evaluar las condiciones en que se produjo el derrumbe permanecen abiertas. Las familias de las víctimas exigen explicaciones y mayores garantías de seguridad para evitar que tragedias como esta se repitan.




