Represalia sangrienta contra vecino del distrito La Guardia

José Luis Pagés
jpages@ellitoral.com

Ayer alrededor de las 19, la lluvia cesó por un momento y Aldo Montagno dejó su casa de La Guardia para dirigirse a una farmacia montado en su motocicleta.
Montagno, albañil y padre de seis hijos, iba en busca de medicamentos para el más pequeño cuando frente a las instalaciones del Macro algunos desconocidos le salieron al paso.

Los que lo habían estado esperando agazapados entre los pastos estaban armados y seguramente los aguijoneaba el deseo de vengarse del jefe de una familia que contribuyó a la captura de uno de ellos.

El vehículo que conducía Montagno avanzaba lentamente por la calle barrosa cuando tras numerosos estampidos la moto rodó y él quedó tendido, herido de muerte, con un balazo incrustado en el pecho.

Entonces Ramón Rodríguez y José Echague corrieron hacia él, sus parientes lo rescataron del barrial mientras otros daban aviso de lo ocurrido a la policía y pedían el auxilio del Cobem.

Rodríguez, Echague y otros muchos vecinos del distrito costero acompañaron al herido y lo alentaron en un vano esfuerzo por mantenerlo vivo, aún cuando hasta la llegada de la ambulancia se escuchaban tiros en todo el vecindario.

Nancy Gómez, esposa de Aldo, quien rodeada por sus chicos y sus amigas asistió al trágico momento, seguramente no dejó de asociar el cuadro con el reciente tiroteo de su casa y con el balazo que dio en la nuca de su hijo Hernán provocándole una herida que por mucho tiempo hizo temer por su vida.

Precisamente, por las derivaciones judiciales que tuvo la herida infligida al muchacho, la familia Montagno recibió numerosas amenazas por parte de quienes nunca lograron entender que no son ellos los dueños de imponer su ley por las armas.

Los vecinos consultados hoy con motivo de este episodio criminal no dudaron un instante en señalar a unos personajes a los que sólo mencionaron por los supuestos apellidos de Merlo, Franco y Espinoza, a ellos hicieron responsables de la cobarde “vendetta”.

Nadie duda siquiera un instante al señalar a los nombrados como a los responsables del balazo mortal como a aquellos que en la misma placita, dejaron a una nena al borde la muerte. A “Flopy”, _Florencia Choque_, que ahora tiene 13 años y vive con un ano contra natura, la espera en diciembre una nueva cirugía.

Por lo demás nadie duda acerca de cuándo y por qué empezó la violencia armada en ese apacible paraje de la costa santafesina. “Los tiros -dicen”-, empezaron tres años atrás, apenas llegaron éstos para instalar un kiosco de drogas”.

Desde entonces de día o de noche nuestros entrevistados dicen que autos de buenas marcas _y modelos recientes_, entran y salen donde antes los vecinos andaban a caballo, en moto o en uno que otro automóvil.

“Todos los días _agregan_ hay problemas (tiros por cualquier cosa), entre ellos o entre ellos y los otros”. Aparte están los conflictos que tal estado de cosas les acarrea con un vecindario que los resiste.

Pero además del conflicto que con los jóvenes dealers se instaló en la barriada está la inseguridad y la desprotección, una sensación que comparte la gran mayoría de los vecinos.

Y esto salta a la vista cuando vecinas como Carina Zuskas o Margarita Gutiérrez _quienes han denunciado esta situación en sede policial y públicamente a través de los medios de comunicación, como este diario, entre otros_, nunca tuvieron la custodia policial que ordenó la Justicia.

El trabajador y padre de familia que murió en la ambulancia que lo llevaba al hospital público no tenía tiempo para distraer con sus vecinos. Para lo ocurrido la explicación tan en boga por estos días, la misma que habla de la resolución de los conflictos interpersonales por la vía violenta, no alcanza.

Todo indica que Montagno murió, así como su hijo fue baleado en la nuca o como “Flopy” fue herida en vientre y hoy vive con un ano contra natura, porque una banda que pequeños traficantes de drogas se adueñó del vecindario.

Al cierre de esta edición Nancy Gómez se disponía a velar junto a los suyos al malogrado Aldo, entre el dolor y la solidaria concurrencia de sus vecinos.