Gimnasia se lo ganó de principio a fin, madrugándolo en el arranque y liquidándolo en el cierre. La victoria de los mendocinos por 2 a 0 es inobjetable. Fue el peor partido del equipo de Delfino.
Alguna vez, Colón se iba a encontrar con la horma de su zapato. Ya a los dos minutos de juego, el gol de Romano (subida de Cortés por derecha y centro que el autor del gol capitalizó anticipándose a Goltz) lo puso – a Colón - por primera vez en desventaja. Y le creó incomodidades en el juego que antes no había tenido, salvo en aquél partido en Santiago del Estero que no supo resolver a su favor teniendo todas las posibilidades para hacerlo. Alaniz, el entrenador de Gimnasia, entendió que había que anular a Prediger para que no se haga dueño del partido en el medio y que también había que tapar los desbordes por afuera. Poco y nada de Jourdan y lo propio de un Lago que no pudo desequilibrar en ningún aspecto del juego: ni yendo por afuera ni tampoco metiendo diagonales para capitalizar su buena visión del arco contrario para convertir goles.
La única jugada de peligro fue una buena habilitación de Sabella, a quién Delfino le pidió mucho durante el primer tiempo para que se tire atrás y se haga cargo de la pelota ante la marca asfixiante que recaía sobre Prediger, para la diagonal de Tomás Sandoval, quien le pegó de zurda y con violencia, pero por encima del travesaño.
Fue sobre la media hora y marcó un antes y un después de ese primer tiempo. Los primeros 30 minutos fueron totalmente favorables a Gimnasia. En ese cuarto de hora final, Colón se amigó un poco más con la pelota y sin jugar bien, al menos pudo emparejar el trámite de un primer tiempo que le resultó desfavorable en todo: en el marcador y también en el trámite.
Quizás la superioridad de Gimnasia se dio mientras tuvo piernas para plantear un partido físico, presionando en todos los sectores de la cancha y evitando que la pelota pase por los pies de Prediger, Sabella, Lago y Talpone para que Colón pueda hacer lo que más sabe, que es armar juego y darle profundidad al ataque.
En ese aspecto radicó lo inteligente de Gimnasia: disimular la supuesta inferioridad, emparejar fuerzas con el despliegue físico y cortar el circuito futbolístico de Colón. A eso le agregó un buen trabajo defensivo, con Padilla – el capitán – como estandarte para redondear un primer tiempo con pocos sobresaltos (sólo ese mano a mano de Sandoval) y un resultado tan legítimo como merecido.
Con Guille por el poco gravitante Jourdan, Colón ganó en profundidad. Guille se ubicó como volante por izquierda, bien adelantado, en tanto que Lago pasó a jugar por el otro costado. Y al minuto, otra vez Sandoval tuvo una gran chance que no supo aprovechar: habilitado por el mal rechazo de un defensor mendocino, remató al arco y tapó Luis Ojeda, el ex Unión, uno de los valores de Gimnasia, quien luego le sacó una “palomita” a Goltz luego de un córner de Sabella que también llevaba destino de red.
Colón se quedó sin el invicto en el Nacional. Crédito: Marcelo Ruiz
Se abrió el partido, pero sobre todo se hizo más favorable para un Colón que se sintió mejor en esa parte final. Intentó colaborar Delfino con las modificaciones – todas ofensivas – para ir en búsqueda del empate. Metió a Bernardi y a Leguizamón por Sabella y Talpone. Allí quedó con un claro 4-3-1-2, dejando solo a Prediger delante de la línea de cuatro y a Bernardi como un enganche para abastecer a los dos puntas. Y enseguida, desarmó la línea de cuatro para colocar a Delgadillo por el amonestado Castet.
También tuvo la suya Gimnasia para aumentar el marcador. Fue un mano a mano de Spetale que tapó muy bien Vicentini con el pie, cuando el delantero rival intentaba colocar la pelota con suavidad y al segundo palo.
Gimnasia nunca resignó la presión constante. El partido estaba para cualquier cosa y a raíz de esa confianza para no dejar que Colón se armara, Gimnasia llegó, sobre el cierre del partido, al segundo gol. Todo empezó en una pelota que no pudo progresar a través de Guille, luego apareció Puch adentro del área para ganarle la dividida a Lopes, Goltz estaba volcado por derecha (Colón había quedado con tres atrás) y así el volante quedó mano a mano con Vicentini y mandó la pelota al fondo del arco, desatando la euforia mendocina.
Gimnasia lo ganó bien y dejó a Colón sin invicto. El buen planteo de Alaniz, basado en la presión permanente para impedir que Colón hiciera lo que más sabe, que es jugar al fútbol, lo hizo superior en el trámite durante el primer tiempo. Después, la mejoría de Colón no fue suficiente para emparejar el resultado, aunque haya tenido pasajes – en la primera media hora del segundo tiempo – en el que fue superior al local. Liquidó el partido con el segundo gol y Vicentini, en tiempo adicionado al reglamentario, salvó a Colón del tercero, que ya hubiese sido exagerado.
Colón no le pudo escapar a la mediocridad generalizada en el primer tiempo, ante un equipo que le cortó todos los circuitos futbolísticos. Hubo una reacción en el complemento que no alcanzó. Sin solidez atrás, con Prediger absorbido por la marca y muy tapado, más pocas situaciones arriba pero sin contundencia, Colón redondeó la actuación más floja del campeonato. Pareció un equipo más, un equipo del montón cuando todos sabemos que no lo es. O al menos, hasta ahora había demostrado eso.