Las vueltas del fútbol no le dieron tiempo ni cabida a Sebastián Prediger para poder demostrar en el fútbol de Portugal y en el de Brasil lo buen jugador que es. Le suele pasar a varios argentinos cuando deciden emigrar y luego encuentran que esos clubes grandes —como el Porto— que los compran tienen una plantilla numerosa. Lo mismo le pasó en Boca. Desde siempre, Prediger supo que Colón era su casa. Su comportamiento como profesional fue excelente, su rendimiento futbolístico óptimo y la transferencia un excelente negocio para las arcas sabaleras.
Las entrevistas previas fueron marcando el camino de lo que el jugador quería: “Me encantaría volver a jugar en Colón”. La representación del futbolista pidió pista, la dirigencia vio con buenos ojos porque se trata de un jugador joven y sin lesiones. Con muchas ganas de revancha. En realidad, con muchas ganas de jugar, de estar nuevamente adentro de una cancha como número “5”.
Con el visto bueno del cuerpo técnico, comenzaron las gestiones. Hasta que en las últimas llegaron las exigencias del Porto por un préstamo, Colón aceptó las condiciones y este mediodía el presidente Germán Lerche estaba acordando el contrato del futbolista.
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