Sábado 9.10.2021
/Última actualización 13:59
La llevaba atada de verdad, Luisito Abdeneve. Su carrera fue extensa y podría haber tenido, tranquilamente, un destino de "alta sociedad" futbolera en países europeos a los que fueron jugadores de menor categoría que él. Ese descolló de habilidad que le permitía convertir goles extraordinarios, posiblemente no le alcanzaba a los que tenían la potestad de decidir. Y también jugó en tiempos en los que la viralización de sus golazos no existía. Si hoy se repasan aquél que le hizo a Newell's en el arco de la redonda en el '83 o el que le marcó a Boca, con la camiseta de Platense, en el '85, su cotización y su destino hubiesen sido otro.
Pero Luis Abdeneve se dio el gusto de ser feliz en una cancha y de regocijarnos con una habilidad y un talento de potrero, muy propia del jugador sudamericano y que cuesta encontrar, aún en esta parte del mundo.
Seguramente, aquél 25 de agosto de 1985 no habrá sido un día más. Ni para Abdeneve ni para la gente de Platense. Y si algo faltaba para darle un alto toque de épica a su golazo, fue marcarlo en la Bombonera, en el arco de Casa Amarilla (adónde va la "12") y con Alfredo Di Stéfano, la famosa "Saeta Rubia", sentado en el banco y conduciendo a Boca.
Ese día ganaba Boca 1 a 0 con gol de Irazoqui. Hasta que a los 21 minutos recibió Abdeneve muy cerca del área y dejó en el camino a cuatro rivales para definir ante la salida de Balerio. Los hinchas de Boca frenaron el lamento y aplaudieron la genial jugada de Abdeneve, que no fue la única con la camiseta de Platense y que le valió un retorno a Boca (había jugado el año anterior) con Menotti de entrenador.
El presidente de Platense, Pablo Bianchini y el director deportivo de la entidad, Juan Amador Sánchez (ex jugador de Unión, quien se cansó de saludar "viejas caras conocidas" en el 15 de Abril), se encargaron de regalarle a Luis Abdeneve una camiseta de Platense con su nombre.
El paso de Luisito por el club calamar fue casi efímero en cuanto al tiempo pero no en el recuerdo. Llegó en el '85 y jugó una parte del '86, antes de irse al Bolívar de La Paz. Pero dejó su sello con goles inolvidables, sobre todo el que marcó en la Bombonera y que algunos lo definieron como "un gol de fútbol de cinco" con acertada mirada.
Se lo merece Abdeneve, un diestro que manejaba la pelota como si fuese el zurdo más habilidoso y genial. Unión fue su casa, su primer y gran amor y el lugar al que siempre quiso volver. Pero se nota que en los otros clubes dejó su huella. Como en Platense, porque nadie olvida aquél golazo y aquélla tarde de agosto del '85, cuando los hinchas de Boca se rindieron ante tamaña demostración de talento.