Un mural que recuerda el atentado a la Amia

La Asociación Israelita Argentina I.L. Peretz realizó un mural por los veinte años del atentado contra el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (Amia), que se conmemoró el viernes pasado.

La obra se comenzó a pintar a comienzos de julio en un muro ubicado en San Jerónimo al 3500, para lo cual se obtuvo la autorización de la Empresa Provincial de la Energía (EPE) a través de las gestiones del gobierno de la ciudad, y se fueron sumando otros apoyos como el de la delegación Santa Fe del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), Madres de Plaza de Mayo Santa Fe, la Secretaría de Extensión y el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (FCJS) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), y el Centro de Estudiantes de la Escuela Provincial de Artes Visuales Profesor Juan Mantovani.

“La finalidad es sensibilizar a la población local acerca de este hecho para que Nunca Más se repita. Fue un atentado contra toda la sociedad argentina en su conjunto”, explicaron desde la Asociación Israelita

“El lugar elegido para plasmar el boceto es significativo desde el punto de vista simbólico porque está frente a una Facultad de Derecho y justamente el reclamo de Justicia es uno de los motores de esta obra”, agregaron desde la Asociación; que también consideró favorable el hecho de que esté ubicada a metros del bulevar Pellegrini, en un lugar que es transitado por miles de santafesinos cada día.

La realización del mural se llevó adelante con coordinación del Círculo de Dibujantes y la Asociación Israelita, y la participación de estudiantes de la Escuela Provincial de Artes Visuales Profesor Juan Mantovani, de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL, y particulares que se acercaron a colaborar.

El diseño fue planteado en tres niveles, con diferentes elementos simbólicos. En la parte inferior del mural, 85 velas representan a cada una de las víctimas fatales del atentado terrorista, seguidas de siluetas que ponen en el centro de la escena el reclamo popular de Memoria, Verdad y Justicia por aquel hecho.

En el nivel superior, la obra incorpora una secuencia fotográfica que evoca escenas del día del atentado: las que serían víctimas fatales rodeadas de sus afectos llevando sus actividades cotidianas sin saber lo que les deparaba aquel 18 de julio, entre ellas el santafesino Danilo Villaverde; el atentado a la Embajada de Israel en 1992, el rescate de los heridos, hierros y escombros; y en el final de esa secuencia un joven junto a un grupo de árboles que crecen, “simbolizando el futuro y la vida que se renueva”.