Falleció el padre Guntern, guía espiritual de San Roque

De la redacción de El Litoral

"Hasta el último minuto de la noche, pedía que le colocaran la estola para celebrar misa porque era domingo y él estaba sumamente lúcido". Marité y Susana recordaron así las últimas horas de vida del padre José Guntern, guía espiritual del barrio San Roque.

La mañana gris y lloviznosa acompañó el profundo dolor de la comunidad parroquial. A medida que la noticia corría de boca en boca, los fieles se acercaban a la iglesia para acompañarse mutuamente en el pesar.

A la edad de 86 años y próximo a cumplir los 87, el sacerdote falleció la mañana del domingo alrededor de las 8.30 en su domicilio particular de Pasaje Roldán al 5200, del barrio que lo cobijó por décadas. Según sus allegados, hace tiempo que el estado de salud de Guntern era precario y se complicó con una hemorragia digestiva padecida hace unos 15 días, que derivó en una internación. Últimamente estaba siendo atendido en la intimidad de su hogar.

"Murió como quedándose dormido", comentaron las mujeres que lo cuidaban, sin ocultar sus lágrimas.

Cerca del mediodía, los feligreses comenzaron a preparar el templo para recibir el cuerpo de Guntern. Se aguardaba el arribo de los restos mortales a la Iglesia, ubicada en Lavalle al 5200, donde iba a ser velado. A las 14.45 del lunes el arzobispo José María Arancedo tenía previsto oficiar la misa exequial y a las 16, el cuerpo será trasladado al Cementerio Municipal para su inhumación.

El actual párroco, Juan Carlos Castro, anunció en la misa de media mañana que "el mentor de toda esta obra eclesial, una gran persona y punto de referencia del barrio'' había expirado.

José Guntern fue párroco de la Parroquia San Roque por 50 años y hacía 6 que se había retirado de la actividad eclesial, pasando a convertirse en párroco emérito. "Desde entonces aparecía en las celebraciones más importantes de la fe católica, y seguía celebrando misa en su domicilio para los más íntimos'', contó el padre Castro.

Artífice del barrio

Guntern, de raíces suizo alemanas, llegó al barrio cuando tenía 27 años. Había sido el sacerdote de El Trébol y luego arribó a Santa Fe a la basílica Nuestra Señora del Carmen. Lo había ordenado el cardenal Fasolino tres años antes.

Más tarde le encomendaron la tarea de construir una parroquia. "Un 4 de enero llegué al barrio. Hace 57 años que estoy en San Roque", había contado el propio padre Guntern a El Litoral en diciembre de 2004, oportunidad en la que celebraba los 60 años de su ordenación.

"Según él mismo contaba, esto era zona de quinta, donde se asentaban obreros del ferrocarril. Se creó primero la escuela Drago, donde Guntern celebraba las primeras misas mientras se construía el nuevo templo", recordó el diácono Aldo Ducrano, quien conoció de cerca al sacerdote.

En la misma manzana se levanta la parroquia, la escuela San Roque -que en sus inicios fue un jardín de infantes- y el actual Instituto de Idiomas, un complejo educativo del que fue artífice el sacerdote. "También estuvo muy vinculado con el crecimiento y desarrollo de obras públicas, agua y asfalto. Y fue gestor de otras instituciones civiles"', comentó Ducrano.

Un caso polémico

José Guntern tomó amplia notoriedad luego de que revelara públicamente que, en su momento, envió una carta a Edgardo Gabriel Storni, relacionada con el trato del ex arzobispo de Santa Fe con un seminarista: "Esta no es una carta, sino una confidencia de amigo. Tuviste un serio desliz que afectó a un grupo en plena formación espiritual y humana. No te juzgo ni te condeno, no me corresponde. Sí te sugiero que reflexiones en Cristo y tomes conciencia de la gravedad de tus actos", decía la misiva.

El 22 de agosto de 2002, Storni le pidió al padre Carlos Scatizza que reuniera a los sacerdotes Hugo Capello, Mario Grassi, Edgardo Stofell y Marcelo Mateo, integrantes del Consejo Episcopal. Según declaró Scatizza, el ex arzobispo dijo en un momento determinado: "Búsquenlo a Guntern, que venga ya...".

La reunión entre los sacerdotes y Guntern se realizó en el Arzobispado y, en ella, habrían presionado al párroco para que firmara un documento retractándose de los dichos que echaban un manto de sospecha sobre Storni.

La Justicia procesó a Storni por el supuesto delito de instigador de estas coacciones. Sin embargo, la Sala IV de la Cámara de Apelaciones revocó este procesamiento, pues consideró que no estaba suficientemente probado el hecho de que le haya ordenado a sus vicarios que coaccionaran a Guntern.