Generan múltiples molestias a los vecinos que están obligados a escuchar todo tipo de ruidos: música, gritos y el incesante ingreso de vehículos. Por ordenanza municipal, sólo pueden instalarse en un sector de las avenidas Aristóbulo del Valle y Blas Parera.
Se autodenominan hoteles. Y así se dan a conocer con disimulados carteles. Pero todos saben que funcionan como ``hotel por horas'', como los registra la legislación municipal; ``moteles'', como los llama el común de la gente o simplemente ``telos'', en su nominación más abreviada y vulgar.
Los vecinos padecen toda clase de ruidos y molestias. Y aunque el Reglamento de Zonificación (ord. 8.813 y sus modificatorias) _que tiene por fin regular el ordenamiento urbanístico de la ciudad de Santa Fe_, limita la instalación de construcciones que brinden este servicio en casi toda la ciudad, proliferan en el microcentro y en la mayoría de los barrios sin que nadie les exija cumplir con la legislación vigente.
Sólo están permitidos en el distrito E1 pero ``con restricciones'', es decir, en dos sectores bien definidos del ejido urbano: Aristóbulo del Valle (entre la afectación de la avenida de Circunvalación y calle Los Pinos) y Blas Parera entre Callejón Roca y el límite municipal.
Cabe aclarar que otros sectores de la ciudad pertenecen al distrito E1, la mayoría integrado por barrios del norte, aunque también hay unos pocos de la zona sur. De todos modos, el reglamento establece como observación que los hoteles por hora sólo pueden funcionar en el sector delimitado y no en todos los distritos calificados como E1.
Un registro que elaboró por propia iniciativa la Asociación Hotelera da cuenta de unos 46 hoteles instalados en la ciudad. A los más conocidos y de mayor categoría (tres, cuatro y hasta cinco estrellas) se suman otros de menor nivel (muchos ni siquiera tienen una estrella) que son los que por lo general _todo el mundo sabe_ alquilan sus habitaciones por hora y generan molestias a los vecinos por contar con una infraestructura edilicia más precaria.
‘`Situación espantosa''
Los vecinos saben que el cartel de ``Hotel'' es sólo una máscara ficticia y que allí no se alojan turistas sino que se ofrece un espacio de intimidad para tener sexo. ``Basta pararse un rato frente a la puerta para ver cómo entran y salen autos con parejas'', coinciden quienes comparten la cuadra.
``Desde hace 4 años vivo al lado de un hotel alojamiento que está construido sobre la medianera de mi casa'', comienza a relatar una vecina quien asegura vivir ``una situación espantosa''. A renglón seguido detalla los inconvenientes que le genera ser vecina de un motel. ``Sentimos desde los tacos de las mujeres y la música funcional hasta los gritos y los golpes de la cama sobre la pared que nos levantan a cualquier hora de la noche. Los fines de semana es peor pero este tipo de cosas suceden cualquier día de la semana a toda hora. Lo que pasa es que durante el día uno tiene otras actividades y lo sobrelleva de otra manera, pero a la noche nos levantan los golpes y los ruidos''.
Una vez, cuando no había instalado el sistema de televisión por cable, se filtró en la señal de aire el canal pornográfico que suelen contratar en los moteles: ``Yo tengo un bebé pero la situación sería preocupante si mi hijo fuera adolescente'', se planteó la mujer.
La ausencia de una estructura que insonorice las paredes donde se desarrolla este tipo de actividad es lo que más problemas genera.
Tras varios intentos frustrados para mantener un diálogo con el propietario del negocio, a fin de que adecue sus instalaciones para evitar causar molestias, los vecinos se rindieron. Y buscaron la forma para mitigar el ruido en el propio hogar.
``Cambiamos la disposición de los muebles de la pieza y colocamos sobre la pared que da al motel un ropero grande'', lo cual no fue suficiente porque ``igual se escucha y en la pieza del nene no tengo qué poner''.





























