Gauchito Club unirá fuerzas con 1915 para una noche de antología
Mendocinos y bonaerenses estarán mostrando sus más recientes propuestas en una velada compartida. En la previa, El Litoral conversó con Gabriel Nazar, referente de Gauchito Club, sobre el presente de éxito que están viviendo, y sus ganas de redoblar la apuesta a futuro.
Gauchito Club unirá fuerzas con 1915 para una noche de antología
Gauchito Club y 1915 se unen en un show explosivo que combina la frescura y energía de dos referentes de la nueva escena argentina. Será el viernes 31 de octubre a las 21, en Tribus Club de Arte; las entradas están a la venta en boletería de la sala y a través de Ticketway.
Gauchito Club está viviendo un intenso 2025 con su Tour Vulnerable, que pasó por el Parador Konex de Buenos Aires y llevó su música por Argentina, Latinoamérica y Europa. Recientemente colaboraron con Juan Ingaramo en el single “24 hs”, una fusión musical que entrelaza dulzura y frescura.
En tanto que 1915 está presentando “Ceremonia”, su quinto álbum de estudio. Ocho canciones con video que funcionan como estaciones de un recorrido íntimo del individuo hacia lo colectivo, donde la música es herramienta y lugar de encuentro.
El Litoral aprovechó para conversár con el cantante y guitarrista Gabriel Nazar, referente de Gauchito Club (que se completa con su hermano Sasha Nazar en voz y bajo, Julián Bermejo en guitarra eléctrica y coros, Nahuel Quimey Chandía en percusión y Ale Rezk en saxo y clarinete) para entrar en su ecléctico universo cuyano.
Presente
-El Tour Vulnerable está recorriendo Argentina, Latinoamérica y Europa. ¿Cómo están viviendo este momento tan intenso en la historia de Gauchito Club?
-Se nos se nos está dando todo últimamente nos están conociendo en muchísimos lugares. Hace poco estuvimos en España por segunda vez, y estuvimos en Perú y en México por primera vez. Estamos subidos a un barco y bajándonos en tierras desconocidas; y nos estamos sorprendiendo mucho con la respuesta de la gente, porque se cantan todos los temas: la gente escucha casi todos los temas, y eso no suele ser muy común. Estamos viviéndolo a pleno y por marcarnos más desafíos.
-¿Qué aprendizajes o experiencias nuevas le dejó esto de llevar la música de ustedes fuera del país?
-Sobre todo las cosas que son más exóticas y más alternativas: probás, por ejemplo, muchas nuevas comidas. Diferentes lugares, alojamientos exóticos: estuvimos hace poco en San Vicente de Pontevedra, en Galicia; tocamos en un lugar que se llama El Náutico, y era de un loco muy interesante que se había puesto un estudio a las orillas del mar.
Empezás a visitar y a ver otras realidades muy particulares, otros estilos de vida de gente más relajada, que tiene que tiene vidas muy exóticas; que te cuentan de dónde te escuchan y cuál es la vida que tienen, y te sorprendés.
Nosotros como grupo tratamos de ir viviéndolo como una crónica todos los días, de todas las cosas que nos van pasando. Y que no nos haga perder la sensibilidad y el momento del disfrute del presente.
Sensibilidad
-El nombre del tour viene del tercer álbum, “Vulnerable”, donde se percibe una apertura emocional y poder mostrar otro tipo de sensibilidad.
-No, sé si se dio de una manera muy buscada, sino más bien creo que en la etapa en la que estábamos viviendo ese disco estaban pasando cosas bastante particulares en el mundo. El artista es el reflejo atento de algo que late, y algo que está sensible; y en ese momento necesitábamos sentir que lo que poníamos en un papel iba a estar tomado por gente sensible también.
Empezaron a surgir las canciones y no es que fue buscado, sino que en las canciones había una búsqueda de la sensibilidad que estaba muy piola; y en otras canciones, como lo hace Gauchito Club, estaba esta cosa un poco más irreverente y un poco más festivalera. Pero todo estaba un poquito irradiado de este concepto.
Por ahí en los otros discos, sobre todo el segundo, no había una nota tan conceptual porque había sido en pandemia; entonces era un poco el rejunte de singles con otras canciones. Pero particularmente este tiene un concepto un poco más claro, y eso ha hecho que viaje más directo a la gente.
-Musicalmente, “Vulnerable” mantiene esa mezcla de géneros que los caracteriza. ¿Hubo algún sonido nuevo o influencia particular que quisieron meter en el álbum o que los atravesó y que no estaba en los anteriores?
-Hice un tango, que no había en los otros discos; tenía ganas de que ese tango no lo toquemos nosotros, sino que esté tocado por una orquesta de tango. Entonces junté a unas personas de acá de Mendoza y a un sanjuanino, que tocaron bandoneón, piano, guitarra y contrabajo; hicimos el arreglo de tango y está buenísimo lo que pasó.
En el disco Gauchito tiene esas cosas que se salen del molde: hay momentos en donde la banda parece como si fuese salida de Estados Unidos, o de una orquesta de tango. Como productor me atrevo a tomar esas decisiones para poder hacer que los discos tengan momentos épicos y momentos de fuga; que son más interesantes a nivel cultural.
Me parecía mucho más interesante que lo toque una orquesta de tango con nuestras voces que nosotros tratar de sacar un arreglo. De todas maneras después ese tema, por ejemplo, lo toco yo en la guitarra, en vivo: no deja de estar en vivo, y tiene un formato tango.
Hay un tema con el que abre el disco, que se llama “Cuyano”, que es como una presentación. La mayoría de las personas que nos acompañan en los proyectos decían: “Che, este tema es muy particular para el mendocino, para el cuyano; y no le está hablando al público más general”. Y creo que estuvo bueno dejarlo en el primer lugar, porque generalmente los artistas a las cosas más difíciles las dejamos para el medio del disco, para el final, cosa de no entorpecer la escucha.
Pero yo sentía que al ponerlo al principio era como un golpe en la mesa; decir: “Si atraviesan esto, que es nuestra “mendocinidad”, después se viene un disco mucho más amable en términos de expectativa y de todo eso”. Así que nos la jugamos y lo pusimos en primer lugar. Eso habla de que “Vulnerable” tiene un salvajismo interesante.
Identidad
-Colaboraron con Juan Ingaramo en “24hs”. ¿Cómo se dio el contacto y qué los atrajo también de compartir con él?
-A Juan lo conocimos en Mendoza, en un evento donde habían influencers, músicos: me acuerdo que estaba el Peque (Diego) Schwartzman, había modelos, estaba Ingaramo, estaban algunos chicos de Casi Ángeles; y de Mendoza nos llamaron a nosotros. Armamos una especie de fogón en ese evento, al final; y fue algo muy orgánico, que se acercó y empezamos a hablar: a partir de ese momento pegamos mucha onda.
Me escribía y me decía que la hija estaba fanatizada con nuestra música, y que él también Que empezó a escucharnos, desde que nos escuchó ahí en el fogón se hizo muy fan de la banda. Seguimos hablando, pegamos una onda muy orgánica, muy real; me escribió: “Estoy produciendo un disco nuevo con Mariano Otero, y los imagino cantando una canción”.
Me mandó la canción, nos encantó; viajamos a Buenos Aires, y la misma mañana en Buenos Aires empezamos a crear nuestra parte. Lo grabamos y al día siguiente grabamos el videoclip ahí. Estaba todo muy natural, muy copado: ha sido muy genuino todo.
-Hablabas de la identidad mendocina; forman parte de una escena que salió de Mendoza y ganó un montón de espacios a nivel nacional. ¿Qué sentís que los distingue del resto las bandas de esa escena?
-No sabría ponerme en la postura de vender a la banda. Creo que el mendocino particularmente, al tener las montañas cerca, construye ciertos paisajes que tienen que ver con lo que siente: con una postura un poco más introspectiva, más emocional: y eso es lo que prioriza.
Es un poco la característica del montañés: más introspectivo, más tímido. En los pueblos de montaña de una casa a la otra puede haber varias cuadras de distancia; eso le permite al campesino estar más metido en sus historias. Y creo que el mendocino protege mucho eso.
Y después hay una cultura que tiene que ver con el vino, la amistad, los amores, que es muy parecido a cualquier canción que habla del amor y cualquier canción que puede llegar a tener la armonía que tienen los Beatles.
Pero a la vez, el hecho de nosotros haber cubierto la forma en cómo cantarlo y en cómo producirlo genera que la gente se haya enganchado en esa estética. Sale muy desde la composición de esa forma: con una guitarra y una voz, si ya sentimos que está bueno, después es más fácil llevarlo a un estudio.
Nos enfocamos en eso: en que transmita con poco, y eso creo que destaca a la banda y termina gustándole a la gente.
Crecimiento
-Ya tienen una década de historia. ¿Cuáles fueron, te parece, los momentos como bisagra en el crecimiento de Gauchito Club?
-Fueron varios. Antes de tener el primer disco salimos a tocar mucho, y eso nos dio una estructura profunda como banda: muchos artistas si no meten gente al principio se frustran muy rápido. Y nosotros al principio, sin tener un disco, estuvimos unos tres años tocando, aceitando el sonido de la banda en vivo. Ese fue el primer puntapié.
El segundo puntapié fue haber sacado el primer disco: sentí que en el primer bar que hicimos, que se llama Maldito Perro (acá en Mendoza), fue de las primeras veces que había bastante gente que nunca había visto en mi vida; que estaba cantando las canciones y no lo podía creer.
Sentía que eso era como un mito, que le pasaba a gente en las revistas: me costó entender que nos estaba pasando a nosotros. Como escribo la mayoría de las canciones, me generaba un poco el síndrome del impostor: “¿Por qué esta gente está cantando mis canciones, si nunca antes había pasado? Hay un truco detrás de todo”.
Cuando fuimos a Buenos Aires a presentar el mismo disco, habían ya 80 personas en Centro Cultural Matienzo, y ya toda esa gente estaba cantando las canciones. Ahí dije: “Che, quizás se nos da empezar a vivir de la música”; porque que ya en Mendoza y en Buenos Aires hubiera gente apoyando desde ese lugar fue muy copado.
El cuarto punto fue el apoyo de ciertas personas de mayor renombre: empezamos a sentir que había una aval de gente de la industria, gente que decía: “Che, escuchen esta banda”. En ciertos festivales empezamos a tocar y saltaba desde Coti, productores como Juanchi Baleirón; no me quiero olvidar de tanta gente que se empezó a acercar: Bandalos Chinos, El Kuelgue.
Empezaron a nombrarnos en notas, y eso hizo que los medios también empiecen a prestar más atención. Y se la empieza a creer en el buen sentido: “Si ya nos están prestando atención estos muñecos, da invertir cada vez más”. Es como una bolita de nieve.
-Han estado en festivales grandes como Cosquín Rock, Lollapalooza; lugares donde logran conectar con públicos que son distintos y por ahí no son los fijos de ustedes. ¿Cómo se arma el show para lograr eso?
-Se prepara distinto. En los festivales la mayoría de los shows no son muy largos: tenés que adaptarte a shows de 45, de 40, de 35, de 50 minutos, de una hora, en el mejor de los casos. Entonces no tenés que dejar posibilidad a la duda: la lista de temas es fundamental ahí. Primero porque si te pasás de tiempo no te vuelven a llamar, te empiezan a catalogar como que son un desprolijo; y segundo esa lista tiene que ser lo más representativa a lo que queremos transmitir, a lo que queremos que la gente se quede.
Entonces tratamos de pegar goles certeros: no patear fuerte al medio, pero sí de alguna manera que el show sea lo más inolvidable posible. Por ahí dejás temas que te encantan afuera, pero dejás algunos temas en que la banda en vivo se luce.
Ahora que ya hemos tocado en muchos festivales más de una vez, podemos darnos por ahí ciertas licencias; pero al principio era así.
-Toda la carne en el asador.
-Exactamente: los choris, la molleja, todo.
Nueva etapa
-¿Qué se viene para el futuro cercano de Gauchito?
-Se vienen cositas, como se dice; pero tenemos que darles una forma, una estructura. Sé que se vienen discos: todo el mundo dice: “Che, ¿qué se viene?”. Sinceramente le tenemos que dar una forma a qué es lo que se viene: tenemos que juntarnos y hablar de cómo lo queremos formatear, de qué paquete le queremos meter a lo que se viene.
Pero después canciones hay, composiciones hay; se viene una etapa en la que tenemos que darle formato: no sabemos si se viene un EP, si se viene un disco. Sí sabemos que en los tres años venideros queremos al menos tener dos discos: puede ser un EP y un disco, que sería lo más probable, pero no sabemos en qué orden.
Nos entusiasma que sentimos que estamos terminando una etapa con esta trilogía, con estos tres discos, y creo que lo que se viene ahora (que la banda ya ha hecho ruido) va a ser una apuesta un poco más grande. Entonces nos queremos tomar el tiempo, por más que la industria tiene esa vorágine de que te apura, que tenés que sacar música todos los días te olvidan.
Sentimos que Gauchito es una comida que se hace a fuego lento, y que no viene apurada. La hacemos nosotros, somos una banda súper independiente: los temas los he producido yo, y todo se cocina en Mendoza y sus alrededores, muy en la interna. No queremos estar apurados, pero tampoco queremos que no se haga nunca: entendemos que por ahí la gente necesita de la música. En un par de meses ya vamos a tener más claro el camino.