El fútbol no se frena en estos tiempos de pandemia y Francisco Maturana, el ex entrenador de Colón, participó como principal orador en una charla virtual organizada por la Asociación de Entrenadores de Uruguay. “Pacho” habló hacia dónde va el fútbol sudamericano e hizo referencia a Giovanni Hernández, el ex jugador de Colón, sobre el que dijo que “lo veía como el sucesor del Pibe Valderrama”. Este periodista de El Litoral participó del simposio, que tendrá un nuevo episodio el jueves que viene con la participación de Nery Pumpido y Ever Almeida, el histórico arquero paraguayo.
—¿Cómo ves el fútbol sudamericano?
—Europa nos ha sacado ventajas y transformó al último Mundial en una Eurocopa. Hoy nos salvamos con la formación, porque hay jugadores sudamericanos en todas partes de Europa. Pero aquí estamos prisioneros de los resultados, de la inmediatez.
—Hay algo sobre lo que todavía se discute y es sobre las obligaciones defensivas que deben tener los jugadores...
—Di Stéfano decía que defender es función de todos, se la quitamos y se la damos a los que saben. Hoy el fútbol está demostrando la importancia de estar en las dos acciones, ataque y defensa, pero intentar formarlo al jugador para que esté circunstancialmente en cualquier parte pero que tenga elementos para defender.
—¿Sentís que tuviste que adaptar a los jugadores que entrenabas o te tuviste que adaptar a ellos?
—Estamos para adaptarnos, pero no para acomodarnos. Hay que seducir para plasmar lo que querés. No se puede hacer lo que no se siente. Mi maestro fue el profesor De León, que también formó a Cubilla y Mujica. El venía con el chip de Holanda, que deslumbró sin ganar. Cuando llegué a Valladolid, hice que el equipo jugara en zona, con defensa en línea y Luis Aragonés me dijo que era muy valiente.
—¿Cómo planificaste la final del mundo ante el Milan de Arrigo Sacchi, que era un equipo imbatible, cuando lo enfrentaste con Nacional de Medellín?
—Fue un orgullo haber llegado a ese partido. Ese Milan tenía la sensibilidad de Holanda, tenían varios holandeses allí. Y Arrigo era un fiel admirador de Rinus Michel. Ese Nacional de Medellín también era un producto de esa inspiración holandesa. Tuvimos un problema en la preparación, perdimos continuidad porque se había cortado el torneo y debimos hacer amistosos. Fuimos a disfrutar ese partido. Dos días antes, jugamos con un equipo japonés y se lesionó Andrés Escobar. Pero el amor que ese muchacho tenía por Nacional, la importancia que le daba a ese partido y el amor por sus compañeros, hizo que se infiltrara. El poder de la anestesia podía durar una hora y media, pero resulta que se jugó con suplementario. Los últimos minutos, cuando le pasó el efecto de la anestesia, fueron terribles pero nunca se rindió. Y así jugábamos, sin rendirnos físicamente ni conceptualmente. Y Arrigo sabía mucho de Nacional, conocía jugador por jugador, mandó a alguien a vernos, eso fue algo que me lo contó después.
—Se perdió en el final del partido, casi yendo a los penales. ¿Cuál fue la diferencia?
—Ellos jugaban igual que nosotros, no nos parecíamos a la hora de defender. Nosotros hacíamos la “curva” en la línea de cuatro, para cubrirnos unos a otros. Ellos marcaban en línea, porque tenían defensores rápidos, empezando por Baresi. Ellos eran mejores cuando atacaban. Nos ganaron porque mantuvieron la concentración. El gol llegó porque faltaba uno de la barrera. Era un delantero que se había quedado arriba para apostar a un contragolpe.
—El enganche, ¿es útil?, ¿qué pautas tomabas para permitir que Valderrama juegue suelto y libre?
—Me crié con conceptos traídos de Argentina. Ellos decían: “Cuando tengan problemas, dénsela al 10”. Ojalá siempre esté esa clase de jugadores, los que quieren la pelota. El Pibe era el perfume del equipo. El equipo debía entender que había una persona capaz de hacer esa transición. Pero todo cambia y hay que adaptarse. Si lo tengo, lo pongo. Si un entrenador no le encuentra puesto a ese jugador, el que sobra es el entrenador. Pero hay que seducirlo y hacerle entender que no puede jugar caminando. En Colombia, en el 2001, estaba Giovanni Hernández, que para mí era el sucesor del Pibe. Varios me decían que no lo obligara a Giovanni a defender, porque los compañeros querían que jugara y se bancaban la función de marca. “Profesor, déjelo a Giovanni, no lo haga marcar, nosotros lo hacemos por él”, me decían.
—¿Estás a favor del jugador que se rebela adentro de la cancha y se sale del molde?
—Estamos prisioneros del orden, pero el culpable es el entrenador que es el que lo pone a hacer eso. En el ‘90 pasó esa circunstancia. Nos tocó Camerún, el partido era parejo, estábamos 2 a 1 y el árbitro da cinco minutos. Yo le gritaba que había que tirarla para arriba, que se terminaba el tiempo, pero salieron jugando como siempre. ¿Saben lo que me dijeron después?, “¿Pacho toda la vida jugando así y usted nos pide que cambiemos?”. Casi le doy un abrazo. El jugador tiene que ser libre y leer el partido. No someterse a la rigidez de lo que el técnico les manda.
—¿Qué opina de la posesión?
—La primera pregunta es, ¿para qué tengo el balón? Si yo tengo la posesión y el rival está armado, tengo que desarmar. ¿De qué manera?, cambiando el ritmo, dándole lugar a la gambeta. Es buena si tiene progresión, si no, es inútil. Una vez, me llamaron de España para decirme que Barcelona había batido el record de pases, quitándoselo a Colombia. Y por eso me llamaron. El adalid de la posesión es Guardiola. Y hace unos años, tuvo el 87 por ciento y lo eliminó un equipo de segunda. Francia es campeón del mundo, Argelia de Africa, Portugal campeón de Europa, Qatar igual y no son equipos de posesión. Es bonito, facilita, pero no es lo máximo.
—¿Por dónde se puede sacar ventaja en la preparación de un jugador o de un equipo en un mundo con tanta información?
—La tecnología nos puso a todos en un mismo nivel desde lo físico, no así desde la capacidad de formar al ser humano. Hay una combinación, que es el conocimiento del juego. Todos corren pero muchos no saben por qué. El entrenador saca ventaja cuando llega a la inteligencia y al corazón del jugador. Hay que enseñarles el juego.
—¿Qué se debe tener en cuenta cuando se toma un equipo?
—La principal virtud es saber elegir dónde ir, quiénes lo van a acompañar, saber elegir su modelo de juego en base a lo que tiene, saber elegir la táctica y quiénes van a ser los titulares y saber elegir cómo hacer su trabajo. Debe soñar con tener éxito, que no significa siempre salir campeón. Un día le preguntaron a Bernardinho, el entrenador de vóleibol que más veces salió campeón, cuál era la clave para ganar y dijo que cada uno tiene que hacer lo que debe hacer y bien hecho, desde el técnico, los jugadores, los dirigentes, el médico, todos. Y después, convencerte que sos un líder, pero líder autónomo y no una copia. Apenas te presentan a los jugadores, ellos se dan cuenta si el entrenador sabe o no sabe.
“Los dirigentes necesitan formarse, estudiar, perfeccionarse. No alcanza con voluntad. Es imprescindible que haya una escuela de dirigentes”.Francisco Maturana. Ex entrenador de Colón