El sábado 9 de febrero de 1974, Carlos Monzón producía la más brillante de sus actuaciones como indudable rey de los Medianos y mejor boxeador argentino de todos los tiempos, al vapulear a "Mantequilla" Nápoles en París. Esa noche, Monzón festejó en el Lido. Y al día siguiente, el domingo 10, citó a los periodistas argentinos en el hotel "Meridien" para anunciarles lo que luego no concretó: su retiro del boxeo. El querido e inolvidable Pedro Oscar "Cacho" Roteta, hablaba en su comentario de los "detractores" que presagiaban el ocaso de la carrera del gran campeón, apuntando sobre todo a aquella eterna lucha entre Buenos Aires-interior que se había generado a partir de la victoria de Carlos sobre Jorge Fernández, el crédito porteño. Monzón siguió peleando y doblegando adversarios por tres años más. Se retiró cuando él quiso y de la manera que quiso, ganándole a todos y sin dejar ningún margen para la duda.
En aquellos tiempos, había algo que se repetía: cuando Monzón ganaba el sábado, Colón lo hacía el domingo. Y justamente al día siguiente de aquélla enorme pelea de Carlos -para muchos, insisto, la mejor de todas-, Colón le ganaba al Newell's que luego se coronaría campeón de aquél Metropolitano. Cancha llena, lluvia y un partido emotivo como muchos de los que se observaban por aquéllos tiempos. Era la segunda fecha del torneo. Colón le había ganado a Estudiantes 1 a 0 en La Plata con gol del Pato Brítez y recibía a ese Newell's de Juan Carlos Montes, que tenía en sus filas a Carrasco, Pavoni, Mario Zanabria, Berta, el Tolo Gallego, Mario Zanabria y el Mono Obberti, entre otros.
D.R.Pero mire este equipo de Colón: Baley; Araoz, Villaverde, Trossero y Fernández; Cococho Alvarez, Zimmerman y Carlos López; Lamberti, Coscia y Brítez, dirigidos por un histórico e inolvidable Juan Eulogio Urriolabeitia, quien por ese entonces había retornado a Colón después de su paso como director técnico de un River que buscaba cortar la sequía de 18 años sin salir campeón, que consiguió al año siguiente.
Colón ganó aquel partido ante la Lepra por 3 a 2, con un golazo de Cococho Alvarez parando la pelota con el pecho adentro del área luego de una notable habilitación de Carlos López y definiendo de zurda. Los otros dos goles fueron obra de Lamberti y otra vez Cococho, en tanto que el Mono Obberti escribió otro capítulo de la remanida "ley del ex" marcando una de las conquistas de Newell's, junto a Mario Zanabria, una figura clave en aquél torneo que Newell's ganó en cancha de Central, ni más ni menos.
Si Monzón gana, Colón gana... Era así la historia por aquellos tiempos.