“Mientras tanto, río”: un diálogo entre arte, memoria e inundación en Santa Fe
Se trata de una muestra que vincula “la miniatura poética y la inmensidad política entre una niña y el río”, define su autora, la artista visual de barrio Santa Rosa de Lima, Jaquelina Molina. La propuesta fue montada en el Centro Cultural Provincial y se puede visitar de forma gratuita hasta el 24 de agosto.
“Mientras tanto, río”: un diálogo entre arte, memoria e inundación en Santa Fe
La inundación de Santa Fe en 2003 perdura en la memoria colectiva y regresa siempre, ya sea para evocar las sensaciones que atravesaron a vecinos y vecinas, o para rescatar los aprendizajes que dejó el avance del agua sobre tres cuartas partes de la ciudad. En ese marco, la artista Jaquelina Molina creó la muestra “Mientras tanto, río”, un recorrido visual y sensitivo por su experiencia como niña inundada. La propuesta se exhibe en el hall Ricardo Supisiche del Centro Cultural Provincial Francisco “Paco” Urondo (Junín 2457) y puede visitarse libre y gratuitamente hasta el 24 de agosto.
El título juega con la doble significación de la palabra: por un lado, el “río” como risa y juego infantil, que evoca la ligereza y vitalidad de la infancia; por otro, el “río” como cauce de agua, fuerza natural que atraviesa la vida de los santafesinos y que carga con la memoria de la catástrofe de 2003. Ese cruce entre lo lúdico y lo trágico, entre la risa y el agua, condensa la propuesta de la muestra: pensar cómo lo íntimo y lo colectivo se entrelazan en un territorio marcado por el río, que puede ser tanto escenario de juegos como de pérdidas y resistencias.
Paisaje de la inundación de 2003, en barrio Santa Rosa de Lima. Amancio Alem (archivo).
“La obra nació cuando me puse a buscar el centro de evacuados al que nos llevaron aquella noche del 29 de abril de 2003”, comienza diciendo Molina, que tenía entonces 10 años. “Quedaba en el Puerto, al edificio ya lo demolieron. Allí fuimos desde mi casa inundada, en calle Mendoza al fondo (al 4700), en barrio Santa Rosa de Lima”.
Una casa, un río
Se trata de una instalación artística seleccionada en la segunda convocatoria de artistas visuales 2025 del programa CCP.Muestra. La propuesta invita a recorrer un cruce entre la intimidad poética y la memoria colectiva de la ciudad marcada por el agua.
“Mi casa era la única de dos plantas en el barrio. Planificamos vivir en la planta alta; los vecinos trajeron sus lavarropas, heladeras y televisores, pero el agua siguió subiendo e inundó también la segunda planta”, relata. “Mis abuelos pescadores habían dejado las canoas a la orilla del río y no teníamos cómo salir por nuestros medios. Conseguimos una canoa medio rota y salimos”.
Archivo El Litoral.
La exposición se compone de 22 fotografías, registros de intervenciones urbanas con past-up, dioramas en escala 1:10, video experimental, material de archivo y animaciones en rotoscopía, que abren la pregunta: “¿Dónde están las marcas del agua en nuestro cuerpo?”
“Al llegar al Puerto nos instalamos toda la familia, mis abuelos, mis tíos, éramos 15”, recuerda Molina, que ahora busca procesar en su obra esas vivencias de la infancia. “Pero antes de salir de casa, todo era jugar, asombrada de ver brotar agua del inodoro, de ver las cucarachas por todas partes, imágenes surrealistas. Mientras jugaba con un chapón en la vereda a flotar en el río que avanzaba –describe–. La vereda era la pileta. Yo jugaba sola mientras los vecinos intentaban salvar sus cosas”.
Entender lo inexplicable
“Mi mamá me dijo: ‘che, en los camalotes vienen las serpientes, alejate de ahí’. Entonces empecé a tener miedo de lo que traía el agua, porque además no veía el fondo”, rememora.
En la muestra, una fotografía gigante interpela: una pila de bolsos, cajones, ropa, un colchón, una muñeca, con un fondo de chapa. La composición es, en realidad, un diorama que puede recorrerse visualmente al asomarse por un agujerito en una de las cajas apiladas a un costado, como espiando un paisaje de angustia. “Mi familia recordaba ese centro de evacuados del Puerto como un espacio chiquito, pero para mí era gigante, desde mi mirada inocente de niña que ve la realidad en contrapicado”.
Jaquelina Molina, la autora. Gentileza.
“Así fue como comencé a elaborar la maqueta con ese conjunto de elementos que representan a cada uno de mis familiares: la jaula de mi abuelo, la ropa de mi abuela, el colchón nuevo que había comprado mi tía y no quería que se moje, y mi muñeca”, enumera Molina. “Allí invito al público a habitar ese galpón en el que me refugié”.
El río como herida y como lenguaje
El 29 de abril de 2003, el desborde del río Salado anegó tres cuartas partes de Santa Fe. El desastre expuso la falta de obras de defensa, la desigualdad social en la ocupación del territorio y dejó marcas indelebles en generaciones enteras. Desde entonces, distintas expresiones artísticas han trabajado sobre la memoria de la catástrofe: desde la obra de teatro documental “29 de abril” (2013) hasta publicaciones como el libro colectivo “La marca del agua”, que recopila crónicas, fotografías y testimonios de sobrevivientes.
En ese marco, “Mientras tanto, río” se inscribe en una línea de producciones culturales que no buscan narrar únicamente el dolor, sino también las formas de resistencia, juego y memoria que emergen en los márgenes del agua.
Arte, juego y memoria
La muestra propone un viaje entre lo íntimo y lo público, lo real y lo ficcional, donde la voz de una niña dialoga con el río. Molina, que en 2023 diseñó la escenografía y los títeres de la obra “FLOTA. Rapsodia Santafesina”, vuelve a indagar en el cruce entre memoria y juego como formas de habitar el territorio.
—Cuando montaste la obra y la recorriste, ¿cuál fue tu sensación?
—Me dije: qué alivio. Eran 22 años que salían a la luz y se compartían. Me di cuenta de que debía tomar distancia para no quedarme adentro de la obra y poder pensarla de forma poética, sin encerrarme en la angustia. Cuando pude montarla y tomar distancia, sentí alegría de poder transitar otra forma que no fuera la angustia. Encontrar una pequeña belleza y un gesto poético que dispara otras conversaciones.
El video que integra la muestra contiene imágenes registradas por el padre de la autora con una cámara hogareña, cuando la familia retornó a su hogar el 10 de mayo de 2003. “Cuando empecé la Escuela de Cine recuperé ese material, lo digitalicé y ahora lo utilicé para esta obra. Yo nunca había visto mi casa en ese estado, porque mis padres la habían limpiado para volver a habitarla, así que fue un descubrimiento ya de grande”, relata.
El arte de la memoria
El ciclo CCP.Muestra, dependiente del Ministerio de Cultura de Santa Fe, tiene como objetivo abrir espacios de visibilidad para artistas visuales de la provincia, y ya lleva cinco inauguraciones en lo que va del año. Esta exposición podrá visitarse hasta el 24 de agosto.
“A pesar de que mis abuelos eran pescadores yo nunca había ido al río. El río vino a mí. Por eso, mientras tanto, río es el llanto, el caos, la locura y la incertidumbre, mientras yo jugaba y reía, sin entender demasiado”.
—Lo último: ¿qué significado tiene esta obra para vos?
—Hablamos mucho de las marcas que dejó el río en la pared, de la marca histórica del nivel que alcanzó, y me pregunté cuál era la marca en mi piel. El registro en el cuerpo: ese frío, la humedad, la piel de gallina. Un río en tu barrio. Y todo era instancia de juego. Jugar con todo lo que flotaba. Entiendo entonces que esta obra es un ejercicio para sanar.