Por José Zenclussen - jzenclussen@ellitoral.com
"Hace dos años que se viene trabajando mejor, pero hemos tenido épocas muy malas; ahora la situación ha mejorado, hay mucho trabajo, hay demanda en el mercado". Así comienza la entrevista con Esteban Joaquín Quintana, "el señor de los barcos", el dueño de una aventura que a partir de ahora empezamos a disfrutar.
En Romang, a orillas del río San Javier, asoma Astillero Romang S.C. (Sociedad Civil), un emprendimiento iniciado por Esteban Joaquín Quintana -apoderado general de la empresa- y a la que se sumaron sus hijos Esteban Fernando y Gerardo Manuel Quintana, actuales titulares.
En ese mágico espacio, cubierto por frondosos árboles, se suman al trabajo el resto de los hermanos: Katia, Enzo y Marcelo Quintana, y ya empiezan a querer ayudar los pequeños de la tercera generación que, literalmente, se criaron entre los barcos. Y en ese trabajo familiar poco importan los perfiles: "tenemos carreras universitarias de lo más variadas, pero todos aportamos a la empresa".
Astillero Romang S.C. (Sociedad Civil) empezó haciendo trabajos en forma artesanal, "después de un tiempo -en 2001- nos inscribimos como astillero". "Pero en la práctica, hace como 18 años que estamos en esto, y a esa práctica le corresponden 18 buques fabricados, botados y en funcionamiento". Un verdadero orgullo para esta familia de emprendedores.
"Nosotros comenzamos haciendo barcos pequeños para transporte de hacienda, con el tiempo fuimos agrandado el negocio y la oferta de productos, ahora estamos haciendo embarcaciones más grandes, pero nos estamos dando cuenta que va llegar el momento que en el río nos va a quedar chico. Hemos tenido muchas ofertas para irnos a trabajar a otro lado, donde el cauce del río y la altura nos permitan trabajar con barcos más grandes, pero nosotros vamos a seguir con esto en Romang. Acá están nuestras raíces, por eso no nos vamos a ir de la zona", sostuvo el titular de la empresa.
Una empresa de la que no sólo viven los Quintana, sino que además genera empleo. "Además de la familia tenemos nueve empleados que trabajan en la firma y sumando los trabajos tercerizados -como pintor, tornero y mecánico-, damos empleo a veinte personas. Son muchas las familias que viven de nuestro trabajo", afirmó Quintana.
Manos a la obra
Esteban Quintana mencionó que, por el momento "se está trabajando muy bien, estamos haciendo un arenero grande, tenemos además un barco hace 6 meses parado esperando que crezca el río para subirlo y no podemos porque no crece. Necesitaríamos que Iguazú llegue a 17 metros para poder trabajar tranquilos, con esa cantidad de agua podemos reparar o construir embarcaciones de 20 a 25 metros de eslora. Además de trabajar en la construcción de navíos, hacemos reparaciones de barcos que hemos hecho nosotros -18 hasta la fecha-, porque después de 5 años las embarcaciones necesitan un mantenimiento".
Hace unos meses, y producto de la inflación que viene aquejando a todo el país, comenzaron a aflorar algunos inconvenientes. "El problema es que ha empezado a notarse un importante incremento en los materiales y a su vez escasez, hay dificultad para comprar acero", mencionó el empresario. "Por ejemplo, la chapa Nº 4, especial para trabajar en embarcación- ha aumentado desde octubre a la fecha 28% y en esa misma proporción el resto de los insumos: pintura, electrodos y abrasivos", remarcó.
Los clientes que tiene el astillero, no sólo son de la zona o la provincia, "también hemos vendido barcos en Corrientes y Entre Ríos. Muchas firmas comerciales han adquirido barcos ganaderos en el último tiempo para sacar la hacienda de la isla, sobre todo por lo que pasó el año pasado con las inundaciones donde han muerto muchos animales porque no se pudieron sacar a tiempo".
Generalmente, las firmas compran embarcaciones que van desde una jaula (40 animales), hasta dos jaulas entre 75 a 80 animales. "Esa es la capacidad que más se está trabajando, estos barcos tienen un tiempo de construcción de 3 a 6 meses y un peso de 20 a 40 toneladas", aseguró Quintana.
Costos
Mate en mano, Esteban, Katia y Fernando mencionaron que el costo de un barco ganadero común (con capacidad para 40 animales) está en el orden de los 80 a 85 mil dólares , "unos 240 mil pesos más o menos". El valor de un arenero común, es mucho mayor, no sólo por la dimensión sino también porque lleva dos motores.
Respecto de los costos y la buena demanda, los Quintana lo explican claramente: "No es una inversión muy barata pero es conveniente, porque con lo que ocurrió el año pasado con las inundaciones, es preferible invertir en un barco y no perder 500 animales".
Como todos en el país, la familia Quintana quiere reglas claras. "Tendríamos que hacer una regla polinómica, "este barco vale tanto', es decir usted lo va a pagar en tal fecha, si aumenta los materiales vamos a tener que ir aumentado el costo y cuando es así, a la gente no le gusta. Tenemos un trabajo hecho en dólares, pero cuando le entreguemos el barco y el cliente nos pague nosotros con esos dólares, ya no vamos a comprar lo que comprábamos antes".
"No nos queremos arriesgar a sacar un crédito, porque el panorama no es muy claro, no hay reglas de juego claras. Esperamos como todos que nos digan cómo se va a trabajar de acá a 2 ó 3 años. Este gobierno ya debería haber dado los lineamientos de su política económica de los próximos 4 años, si no es imposible poder trabajar. Si se abriera la exportación de carne habría más animales y podríamos hacer barcos más grandes, contratar más gente, pero ante la incertidumbre que reina en el país es imposible", afirmó Esteban Quintana.
Como hombre sabio, humilde y trabajador, Quintana y su familia saben que no hace mucho tiempo hubo épocas en que tuvieron que sobrevivir. Ahora, que el país tiene posibilidades de crecimiento por los buenos precios de los commodities, aspecto que podría beneficiar no sólo a las arcas del Estado sino a la población y al interior en su conjunto, sigue siendo incomprensible la falta de definiciones en materia de políticas económicas. Es imposible crecer sin inversión. Pero allí están los Quintana, como pilotos de tormenta: la empresa, una Pyme en el interior del país, nunca cerró sus puertas a pesar de las dificultades y siguieron con la tarea de hacer barcos. Es lo que saben hacer.
Construcción
El de la soldadura es uno de los trabajos principales, pero también hay que tener en cuenta cómo doblar un hierro, cómo moldear una chapa. Con los planos, se trabaja con un técnico de Buenos Aires, que se encarga del diseño y la supervisión de los trabajos. Finalmente, viene Prefectura, hace una inspección y lo aprueba. Vale decir que hay una doble supervisión: la del técnico que contrata la empresa y la de Prefectura. Exactamente, cuando se termina la carcaza, se recubre con plancha de acero soldado (hay muy poca madera en la construcción) que lleva una pintura especial para recubrimiento y que es más resistente que el esmalte sintético.
Deudas pendientes
Astillero Romang SC ha recibido en estos 18 años de trabajo sólo un reintegro del 14 por ciento para bienes de capital, para competitividad nacional. "Lo gestionamos hace como tres años, y lo recibimos una sola vez: fue el año pasado. Por cada embarcación, se realiza un expediente que se completa con todos los datos del barco además de otros papeles -facturación, remito, plano y, si se hizo el trabajo, fotos del barco terminado-. A nosotros, como les pasa a los tamberos o a los ganaderos, no nos llegó cuando realmente lo necesitábamos".
"A nivel provincial, no recibimos nada, acá llegó la Asociación para el Desarrollo Regional, nos pidió que preparemos todos los papeles, pero nos rechazaron porque somos una Asociación Civil y no encuadraba. Tuvimos una reunión con el ministro de la Producción en Reconquista, hubo buena predisposición de parte de ellos; pero en concreto, nada. Cuando tengamos un proyecto importante lo vamos a visitar, hasta ahora nos venimos arreglando con recursos genuinos".


































