Daniel Cantarutti salió de su casa como todas las tardes, y se fue a ver cómo estaban sus animales, en un campo de 30 hectáreas que arrienda sobre la Ruta Provincial N° 2, a la altura del kilómetro 19. Una huella de camioneta que no era precisamente la suya lo alertó de que algo andaba mal. Con sigilo y un tanto inquieto, se acercó hasta el corral en el que cada tanto reúne las 47 cabezas de ganado que tiene a medias con su hermano José. Ahí se encontró con la desagradable sorpresa: cuatro de sus cruzas de cría habían sido pasadas a cuchillo y con ellas los terneros que estaban a punto de nacer.
La sangre derramada le daba un color oscuro a la tierra seca por la falta de lluvias, y los manchones marcaban los lugares exactos donde había ocurrido la faena. Los cuatreros “se llevaron hasta el cuero”, dijo indignado Cantarutti. El productor rural, que se dedica a la actividad desde hace apenas tres años, cuando el laboreo de la quinta dejó de serle rentable, hizo pública su denuncia ante El Litoral y pidió más controles.
“El viernes a la tarde estaba todo normal”, relató el hombre, pero “el sábado entramos y vimos que faltaban cuatro vacas de unos 650 kg. cada una”. Eran vacas cruza, de cría, a las que le faltaban menos de una semana para parir. En total, el damnificado calcula que se llevaron unos 1.400 kg de carne limpia, por lo que descartó que se trate de alguien que roba “para comer” o “por necesidad”.
Pérdida económica
Cada uno de los ejemplares robados vale unos $ 2.500 en la feria, por lo que la pérdida rondaría los $ 10.000; de no ser porque cada una de las madres llevaba un ternero en su vientre, elevando el perjuicio al pequeño productor.
“En febrero de este año se llevaron otra, pero más chica”, explicó Cantarutti, que sabe de “vecinos a los que también le sacaron novillos cerca del cementerio de Arroyo Aguiar” y lo mismo pasó en Ángel Gallardo, convirtiendo el accionar en una costumbre en el extremo norte de la periferia de la capital.
El pedazo de tierra que alquila Cantarutti está entre Monte Vera y Recreo, sobre la Ruta 2. “El destacamento de Los Pumas está a unos 7 km” del lugar, dice, y si bien reconoce que a veces la policía no cuenta con los móviles ni la gente suficiente para cubrir la zona, pide mayores controles en las carnicerías, que son las destinatarias del producto robado.
“Eso no va a una heladera normal, se trata de un negocio”, advirtió Cantarutti, y dijo que “es más fácil controlar las carnicerías que los campos”.
El hombre radicó la denuncia ante la Guardia Rural Los Pumas, de Constituyente; y en la comisaría de Recreo, pero todavía no tuvo novedades de los cuatreros.
En cuanto a lo ocurrido expresó que “esto te tira la moral al suelo”, porque su negocio consiste en vender los terneros una vez al año, y con lo ocurrido perdió una parte importante de la producción de 2008.
































