Roma vuelve a sorprender al mundo entero con descubrimientos arqueológicos de suma importancia. Mientras realizaban obras en cercanía a la Piazza Venezia dieron con construcciones de varios siglos atrás.
Las excavaciones para la construcción de la estación de Piazza Venezia, en la línea C del metro, revelan un paisaje arqueológico inesperadamente denso y estratificado, donde la vida cotidiana de la antigüedad resurge junto a los restos de una Roma medieval vibrante y ajetreada.

Roma vuelve a sorprender al mundo entero con descubrimientos arqueológicos de suma importancia. Mientras realizaban obras en cercanía a la Piazza Venezia dieron con construcciones de varios siglos atrás.
Medios locales destacan que un edificio de varios niveles, quizás destinado a albergar familias de clase baja y talleres artesanales; una antigua calle que abarca siglos; vestigios de actividades industriales que se remontan a la Edad Media.
Estos son solo algunos de los elementos descubiertos bajo la Piazza Venezia, en el corazón de Roma, a los pies del Capitolio, donde la construcción de la nueva estación de metro ha abierto una brecha en la topografía histórica de la ciudad.
El proyecto, realizado bajo la dirección científica de la Superintendencia Especial de Roma, representa una valiosa oportunidad para profundizar en la comprensión de un sector crucial de la Ciudad Eterna, un puente ideal entre la gran arquitectura monumental y la minuciosidad de la vida cotidiana.
El descubrimiento de un complejo de edificios atribuible al tipo ínsula —un edificio de varias plantas que data de finales de la época republicana hasta las primeras décadas de la época imperial— arroja luz sobre una zona poco explorada hasta entonces.
Las estructuras, probablemente residenciales y comerciales, se ubicaban cerca de la antigua Vía Flaminia, que comenzaba en esta zona. También se ha identificado el trazado medieval de esta arteria: los adoquines romanos originales habían desaparecido, sustituidos por capas de tapial, una técnica sencilla pero funcional que da testimonio del uso continuo de esta vía a lo largo de los siglos.
Un ejemplo —probablemente reflejo de estos nuevos descubrimientos— se encuentra en las cercanías: la Insula dell'Ara Coeli, restos arqueológicos que parecen más inmersos que encerrados entre las escaleras que conducen a la Basílica del Ara Coeli y la imponente mole blanca del Vittoriano.
El complejo, distribuido en seis plantas, cuatro de las cuales son visibles hoy en día, documenta la organización vertical de las insulae, con tiendas en la planta baja y residencias superpuestas para diferentes clases sociales.
La estructura superviviente se incorporó a la iglesia de San Biagio del Mercato en la Edad Media, de la que se conserva un arcosolio con frescos del siglo XIV. Posteriormente, quedó parcialmente oculta por las escaleras que conducen a Santa Maria in Aracoeli y la base monumental del Vittoriano.
Estos restos, actualmente en restauración, demuestran la densa y compleja vida de la comunidad residencial junto a los grandes edificios públicos: importantes templos se concentraban en el Capitolio, y los Foros se extendían un poco más lejos. Parecen pues constituir un punto de comparación directo con los nuevos hallazgos aparecidos a pocos metros de distancia.
Junto a los restos romanos, la excavación reveló los vestigios tangibles de una actividad productiva medieval concreta y discreta: varios hornos de piedra caliza para transformar el mármol en cal viva, ubicados a lo largo de la Vía Flaminia.
Esta elección no fue casual, sino dictada por la necesidad de optimizar el transporte de bloques de piedra a las obras de la ciudad. Estos restos revelan la faceta práctica de la Roma medieval, a menudo eclipsada por la grandeza clásica, pero profundamente entrelazada con su legado.




