Comisión organizadora de festejo
Comisión organizadora de festejo
Año 1931... casi en los confines del Municipio de Santa Fe, en el extremo norte y en un recodo de la ruta nacional Nº 11, se desperezaba el tiempo en letárgica espera. Allí todo era silencio, soledad y crepúsculos interminables. No obstante, a varios kilómetros de ese lugar, un espíritu sacerdotal y salesiano se inquietaba hasta perder el sueño, porque anhelaba que no hubiera rincón de la Argentina al que no llegara la obra benéfica de San Juan Bosco.
Se trataba del padre Domingo Sorasio, quien siendo director del Colegio San José de Rosario, ya en 1931 había conseguido el visto bueno del obispo Monseñor Juan A. Boneo, para que Santa Fe tenga su obra de Don Bosco, siendo el inspirador y patrono de un nuevo colegio y parroquia.
Cierto es que en Santa Fe existían buenos colegios católicos; sin embargo, faltaba uno que se dedicase a la educación de los hijos del pueblo, puesto que ni los esfuerzos de las autoridades, ni la iniciativa privada, alcanzarían a combatir el analfabetismo en los barrios obreros, donde muchos niños quedaban sin recibir los rudimentos más necesarios.
Se imponía esta fundación pues según el criterio de Don Bosco: “Entre los hijos del pueblo, hoy más que nunca, hay que cultivar el amor a Dios, a la ciencia y al trabajo”, condiciones esenciales para poner a la niñez y juventud con posibilidad de ganarse honradamente la vida, de ser útil a la familia, a la Iglesia, a la Sociedad y a la Patria.
El padre Sorasio, animado por un gran ímpetu de conquista espiritual, desplegó una inusitada campaña, animado por el aliento del obispo Boneo, más luego con la anuencia del arzobispo Nicolás Fasolino y gracias a una verdadera cruzada de voluntades de los cooperadores de entonces, encabezados por la esposa del gobernador de la provincia Sra. María Salomé Freyre de Iriondo y por la Sra. Mercedes Funes de Cullen.
Toda la máquina de peticiones, entrevistas, organización, permiso de los superiores y ambiente propicio para la recepción de los primeros salesianos estaba en marcha... ya nada podía detenerse...
Y llegó por fin el día esperado: el 28 de mayo de 1939 con la animación de la Banda de Música del Colegio San José de Rosario, una multitud se congregaba, y con la presencia de las más altas autoridades, se procedía con gran pompa y regocijo a colocar la piedra fundamental de la nueva casa salesiana.
Dice la crónica de aquellos tiempos: “Un día inolvidable: Llegó por fin el día sumamente deseado por el pueblo santafesino, con la colocación de la piedra fundamental de la nueva casa salesiana, con la presencia del pueblo que no había escatimado esfuerzos en los preparativos para ver cristalizadas sus aspiraciones de tantos años. En efecto, el domingo 28 de mayo de 1939, Solemnidad de Pentecostés, el Colegio salesiano San José de Rosario emprendía su devota peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, para invocar la protección de la Santísima Virgen sobre la nueva iniciativa de los hijos de Don Bosco. Más de mil personas entre alumnos, profesores, salesianos, artesanos, niños exploradores y del oratorio, ingresaron mientras el pueblo y fieles presentes frente al santuario, aplaudían a la juventud salesiana”.
A los dos meses de tan grande acontecimiento, se abrían los sobres de la licitación para la construcción de la primera parte del edificio.
El 19 de febrero de 1940 se inició la construcción; mientras tanto se alquiló una casa cerca del nuevo colegio en Facundo Zuviría 6035, propiedad de la familia Marsengo.
Allí convivieron y trabajaron fecundamente los tres primeros salesianos que eran el P. director Mario Mondati, el fundador, P. Domingo Sorasio, confesor y encargado de los cooperadores y el hermano coadjutor Eliseo Malco.
La siembra comenzó con el Oratorio Festivo, no podía ser de otra manera: la obra de Don Bosco nació y creció en un oratorio...
Y así el grano de mostaza se fue haciendo árbol...
* el 28 de abril de 1940 con actos de verdadera piedad y alegría se asistió a la erección canónica de la parroquia.
* el 9 de mayo se crea el Batallón de Exploradores;
* el 21 de septiembre se presenta la primavera con una hermosa y peregrina flor: “El flamante edificio del colegio”.
* el 2 de junio de 1941 una procesión de antorchas partió de la antigua casa Marsengo y se dirigió al nuevo local, que se bendijo e inauguró.
* en marzo de 1942, el nuevo colegio primario abre sus puertas para regocijo de muchos niños.
* en marzo de 1961, comienza el nivel secundario.
Desde aquellos años y bajo el influjo arraigante del colegio y la parroquia se afincaron en los alrededores muchas familias, y a la vuelta de poco tiempo, lo que fuera campo se transformó en un barrio populoso y activo, que creció a la par de ese gran amigo, al que se entraba y salía como de la propia casa.
La casa siempre abierta... a ella siempre se va en busca de amistad, ayuda y consejo, allí muchos recibieron alimento para sus mentes y sus almas. A lo largo de los años, la comunidad fue creciendo a pasos agigantados, se acrecentaron los alumnos, se levantaron nuevas aulas, un nuevo templo, gimnasio, salones.
Los que hemos tenido la dicha y alegría de haber estado ligados de alguna manera a esta obra de Don Bosco en Santa Fe, hoy nos sentimos orgullosos. Esta obra fue siempre derroche de vitalidad, pionera de evangelización y cultura, irradiando saber, plasmando en las almas de tantos niños y jóvenes el amor a Dios y a María Auxiliadora, tendiendo una mano al que necesita ayuda, consolando y guiando, proyectando en su fecunda acción apostólica, la luz que ilumina el camino a la patria celestial.
¡Hoy celebramos!... y todos unidos elevamos un canto de alabanza y agradecimiento a Dios por estos benditos 80 años, por los miles de niños y jóvenes que han crecido y madurado como buenos cristianos y honrados ciudadanos, que iluminados por el Sistema Preventivo, modelo educativo de Don Bosco, por tantos dones recibidos, por los innumerables salesianos y laicos que han regalado su vida con amor y ejemplar testimonio de entrega generosa, marcando a fuego el camino y los corazones de varias generaciones.
Que María Auxiliadora siga acompañando y guiando la obra salesiana de Santa Fe.
Desde aquellos años y bajo el influjo arraigante del colegio y la parroquia se afincaron en los alrededores muchas familias, y a la vuelta de poco tiempo, lo que fuera campo se transformó en un barrio populoso y activo que creció a la par de ese gran amigo, al que se entraba y salía como de la propia casa.