Sindicatos, organismos de derechos humanos kirchneristas, intelectuales nacionales y populares, izquierda de toda marca y pelaje se tomaron el trabajo, o se dieron el gusto, de publicar algunas solicitadas exigiendo, entre otras consideraciones, la detención del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, por su condición de genocida. Por lo pronto, no se podrán dar ese gusto porque el "genocida" decidió no darse una vuelta por estos pagos, posiblemente porque demasiados problemas tiene en Medio Oriente como para comprar problemas gratis con los judeofóbicos del populismo criollo y sus sellos y corporaciones. ¿Acaso Netanyahu no es de derecha? Claro que lo es, como son de derecha los gobiernos de Argentina, El Salvador, Estados Unidos, Italia, Hungría, por citar algunos al paso. Son de derecha estos gobiernos, pero pareciera que solo Israel es el estado cuya existencia está amenazada por tener un gobierno de derecha. Pero a no complicarnos tanto la vida. Si en Israel el primer ministro fuera Ben Gurión, Golda Meier o Simón Peres, es decir, socialistas, lo mismo nuestros amigos nacionales y populares los acusarían de genocidas, porque para estos muchachos el problema no lo tienen con el signo ideológico de un gobierno israelí, lo tienen con los judíos. Y en particular con los judíos que decidieron no marchar como ovejas al matadero como en los tiempos de Adolfo Hitler.
De todos modos, el episodio es una buena oportunidad para encomiar el esfuerzo por sacar una solicitada, esfuerzo que brilló por su ausencia cuando las bandas de terroristas islámicos de Hamás invadieron Israel, asesinaron, violaron, martirizaron y secuestraron a miles de judíos, para luego retornar a la Franja de Gaza donde multitudes salieron a la calle a felicitarlos por sus hazañas: degollar a un bebé, asesinar a un anciano y violar cuanta mujer se les cruzó por el camino. Hay que prestar atención a esa adhesión cariñosa de las multitudes gazatíes con sus héroes, sobre todo porque en los actuales debates internos entre las diferentes tribus terroristas se discute la oportunidad de lo hecho, las posibilidades de negociar, pero lo que nunca se objeta es la carnicería perpetrada el 7 de octubre de 2023. Para ellos esa proeza ha adquirido nivel de gesta sagrada. ¿O acaso no está claro para todos que a los judíos hay que matarlos y que el mejor judío es el judío muerto? Pregunto. Después de tomarse esas licencias, después de exhibir orgullosos sus manos manchadas con sangre judía: ¿Qué esperaban? ¿Qué Israel ponga la otra mejilla? ¿Que se dediquen a rezar y a pedir disculpas por existir?
Tampoco nuestros aguerridos firmantes de solicitadas militantes han dicho una palabra por las masacres de sirios o drusos, o por los exterminios en masa en Sudán o, para no irnos tan lejos, los crímenes cometidos por el compañero y camarada Vladímir Putin en Ucrania, conflictos en los que han guardado un silencio absoluto. Creer o reventar. El problema es Israel. El problema son los judíos. Antes se los aniquilaba por la raza o por la religión. Ahora se los aniquila porque tienen una patria y un estado. Antes la judeofobia era una pulsión de la extrema derecha; ahora es una pulsión de la izquierda. Deicidas, burgueses, banqueros, los detalles poco importan porque lo que importa o lo que fastidia es que los judíos existan y que además, en Medio Oriente, en un diminuto pedazo de tierra hayan levantado una sociedad moderna, abierta, libre. Pésimo ejemplo para los hijos de Alá y para las izquierdas que mantienen hacia las dictaduras "populares" una sensual debilidad. De derecha o de izquierda, en todos los casos lo que importa con los judíos es aniquilarlos. Y la furia se multiplica si los judíos, además, cometen la osasía de defenderse y cumplir con el precepto de Ben Gurión, cuando dijo: "Después de lo que nos pasó con los nazis, nadie en el mundo puede tomarse la licencia de creer que matar a un judío sale gratis".
¿Hay problemas en Israel? Por supuesto que los hay. Una guerra siempre ocasiona problemas y heridas que nunca cicatrizan. Los familiares de los rehenes, los padres de los soldados, políticos y periodistas opositores a Netanyahu, no ahorran críticas a su gobierno y no disimulan la indignación que provoca que los hijos de los religiosos no vayan al frente porque su tarea es rezar. Raros estos extremistas religiosos: redoblan los tambores de la guerra, pero sus hijos se quedan en casa. En las ciudades de Israel hay amplias movilizaciones contra estos privilegios y estas expresiones de fanatismo, pero tampoco pierden de vista que en estos momentos están sosteniendo una guerra con un enemigo que los quiere exterminar sin preguntar si simpatizan o están en contra de Netanyahu. Nunca olvidar. Israel como nación, como estado, es mucho más que Netanyahu, pero el primer ministro no está en ese lugar por un golpe de Estado o por ser el heredero de algún jeque. Está donde está porque fue votado y porque estableció las alianzas necesarias para disponer de una mayoría. Cuando cese el fuego, Netanyahu debería dar explicaciones de algunas deudas que mantiene con la justicia, mientras que el actual esquema de poder tendrá que explicar por qué aquel 7 de octubre se perpetró semejante masacre, mientras los servicios de inteligencia y seguridad internas más poderosos del mundo no vieron, ni escucharon, ni olieron nada.
¿Es posible la paz en Medio Oriente? No lo sé. Probablemente lo sea, pero la veo difícil. Puede que haya treguas, pero es muy difícil, por no decir imposible, firmar la paz con quienes en su primer precepto fundacional han escrito que su objetivo es ahogar a los judíos en el mar. ¿O qué otro objetivo humanista creen que tiene la consigna "del río al mar", desde el Jordán al Mediterráneo? Prominentes jefes militares de Israel estiman que la solución militar ya dio todo lo que podía dar y se impone la tregua. Para discutirlo. Seguramente en los altos mandos este tema es el prioritario. Hay que entenderlo de una buena vez: el conflicto de Medio Oriente no es un conflicto por tierras. Desde Irán a Hamás, pasando por Hezbolá, la Yihad Islámica y las diferentes facciones del terrorismo islámico, el problema con Israel para ellos no es una colina, una valle o una hondonada, el problema es la existencia de Israel, la ocupación por parte de los judíos de tierras que el Islam considera sagradas. Todo lo demás es jarabe de pico.
Sí me parece interesante la propuesta de dos estados en Medio Oriente, uno judío, otro palestino, aunque desde ya les advierto que se van a tener que tomar el trabajo de convencer a los chicos de Hamás y Hezbolá acerca de las bondades de esos objetivos, porque los hijos de Alá a lo que aspiran no es a un estado sino a un califato que se debería levantar sobre las ruinas de Israel, previo hundir a todos los judíos en el mar. Es decir: completar la faena que el compañero Hitler dejó inconclusa. Y ya que estamos ocupados en la cuestión Palestina, les recuerdo a sus amiguitos argentinos que las peores masacres cometidas contra ellos las perpetraron sus paisanos, es decir la monarquía de Jordania, la dictadura de Siria, las milicias maronitas de Líbano, para no mencionar los salvajes ajustes de cuentas que los palestinos se suelen perpetrar entre ellos mismos. A mí me enternecen los arrullos de afecto a favor de los palestinos a miles de kilómetros de distancia, porque a decir verdad en Medio Oriente las teocracias y satrapías musulmanas no mueven un dedo por ellos. Y cualquier duda, pregunten qué hace Egipto al respecto. Curiosamente, el único territorio en donde los árabes disfrutan de respeto y garantías es en Israel. ¿Saben nuestros firmantes de solicitadas que en Israel viven cerca de dos millones de árabes, que en algunos casos gobiernan ciudades, en otros poseen representación parlamentaria y en todos los casos disfrutan de derechos y garantías que en el mundo árabe no existen? ¿Saben que si por casualidad fueran a pasear a la Franja de Gaza a la semana estarían linchados, o algo peor, por ser agnósticos o por defender la dignidad de la mujer, o por suponer que un homosexual o una lesbiana no merecen ser lapidados en la vía pública? ¿Saben que con sus actos apoyan a una facción de ultraderecha integrista y fanática? ¿Saben de su higiénica condición de preservativos del terrorismo islámico?




