Fuente: Infojus Noticias
El juicio por el triple crimen de Rosario entró en su etapa final. La fiscal Nora Marull pidió hoy en su alegato que Sergio "Quemado" Rodríguez (44), Brian "Pescadito" Sprío (26) y Daniel "Teletubi" Delgado (24) sean condenados a 30 años por considerarlos "coautores materiales" del triple crimen de Rosario, en tanto que acusó a Mauricio "Chupín" Palavecino como "partícipe necesario" y pidió que cumpla 26 años de cárcel.
En su alegato intentaron demostrar que la banda del “Quemado” entró la madrugada del 1 de enero de 2012 a la canchita de fútbol de Villa Moreno y asesinó a Jere, Mono y Patom, militantes del Frente Popular Darío Santillán. El próximo lunes será el turno de las defensas y tres días después el tribunal dictará la sentencia del caso que instaló en la agenda mediática y política el crecimiento de la violencia y el narcotráfico en los barrios de Rosario.
En tres semanas de juicio casi 80 testigos desfilaron frente a los jueces Gustavo Salvador, Ismael Manfrín y José Luis Mascali. La fiscalía también aportó pericias balísticas, filmaciones y una selección de los más de 500 cds y 340 casetes con escuchas telefónicas a los acusados. Con estos elementos los fiscales y las querellas consideran probado que el Quemado junto con Daniel Alejandro “Teletubi” Delgado, Brian Ismael “Pescadito” Sprio, Mauricio Ezequiel “Chupín” Palavecino y un joven de 17 años fueron a la canchita de Villa Moreno para vengar un ataque al hijo del Quemado, que agonizaba en el hospital.
En la canchita no estaban los que habían baleado al Quemadito. Sentados detrás del arco, Jeremías Trasante, de 17 años, Claudio “Mono” Suárez, de 19, Adrián “Patom” Rodríguez, de 20, y el “Moki” Marcelo Suárez, en ese entonces de 21, tomaban una sidra.
“Conformaban una banda consolidada, tenían disponibilidad económica, armas de fuego y experiencia previa en ataques similares. En menos de una hora organizaron y ejecutaron el ataque. Los mataron con una ametralladora y pistolas nueve milímetros”, explicó la abogada querellante Jessica Venturi. El Moki fue el único sobreviviente. Alcanzó a correr y se escondió en una zanja.
—El que nos disparó era un hombre de 35, 45 años, gordito, petiso —declaró en la segunda audiencia.
—¿Podría identificarlo en esta sala? —le preguntó la fiscal.
—Sí —el joven señaló al Quemado —Está vestido con chomba rosada.
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La escena del crimen
El martes a la noche los jueces, fiscales y abogados inspeccionaron la escena del crimen. Policías con armas largas y chalecos antibalas los acompañaron durante el recorrido. Los magistrados se pararon junto al banquito donde fusilaron a los pibes y preguntaron a los vecinos por la iluminación de la zona. Después hicieron el recorrido inverso al de la banda: atravesaron el baldío hasta calle Biedma, donde se cree que estacionó la Kangoo blanca aquella madrugada.
Los jueces se pararon en el frente de las casas de varios testigos que dijeron haber visto la silueta de los atacantes y la camioneta estacionada frente al baldío. El objetivo de la recorrida era conocer el lugar, evaluar las condiciones de iluminación y verificar las distancias desde la que los testigos vieron el ataque.
El lunes los abogados defensores harán sus alegatos. “Hay un deseo de que vengamos a escuchar un proceso condenatorio”, dijo Carlos Varela, defensor del Quemado Rodríguez en los alegatos de apertura. El abogado se refería a los cientos de militantes que acampan afuera de los tribunales desde que comenzó el juicio. “Para ellos cualquier resultado que no sea decena de años de condena para los acusados va a ser una injusticia. No reclaman justicia, reclaman condenas”, dijo.
El reclamo de Justicia por Jere, Mono y Patóm siempre va acompañado de una frase: “No están solos”. “Nos tienen a nosotros para hacer Justicia”, dijo Lita, la mamá del Mono. Está convencida de que van a “ganar el juicio”, de que las muertes de los pibes no van a quedar impunes.
Si el tribunal lo decide, el mismo día de los alegatos las partes harán sus réplicas. Tres días después los jueces dictarán la sentencia. El triple crimen de Villa Moreno instaló en la agenda mediática y política el avance del narcotráfico en los barrios de Rosario. El juicio es el inicio de una larga saga de casos de violencia narco en los que subyace una trama de disputas por el control de los bunkers y complicidades policiales.
La banda del Quemado
En tribunales, el alias el Quemado apareció en 2001: una causa de enero por abuso de armas y otra de noviembre por un intento de robo a mano armada y lesiones. Cuando el narcotráfico empezó a consolidarse en la periferia rosarina -de la mano de viejos ladrones devenidos en transas y policías cómplices- entendió que el negocio de las drogas era mucho más rentable.
El Quemado extendió su poder en barrio Alvear y las villas La Lata y Moreno. Con su hijo Maximiliano, alias el Quemadito, y Daniel “Teletubi” Delgado manejaban al menos cinco bunkers. El crecimiento estuvo ligado a dos factores: los acuerdos con la policía y el apoyo de Los Monos, la banda que controlaba a sangre y fuego la venta de drogas en la zona sur de Rosario.
El negocio funcionó con relativa tranquilidad hasta que a mediados de 2011 un grupo de jóvenes de Villa Moreno, entre los que estaba el “Negro” Ezequiel Villalba, comenzaron a mejicanearle los bunkers. Según los fiscales, la noche de año nuevo el Negro Ezequiel buscó vengar el ataque a un amigo suyo y con otro joven atacó a tiros al hijo del Quemado.