Enrique Cruz (h) - (Enviado Especial a La Plata)
Le está costando más de lo pensado el arranque a Colón. Ya uno gastaba a cuenta de que el equipo, a esta altura, tenía que brindar una imagen futbolera diferente, más depurada. Y no hablo de resultados, sino de propuesta futbolística. Colón ya debería haber plantado las banderas de su fútbol y no ha sido así. Y no hay atenuantes, salvo los naturales de un par de jugadores titulares en la defensa que ayer no pudieron estar. Pero como al equipo no le marcaron goles, no se puede utilizar la excusa de dos ausencias como la de Raldes y Garcé; al menos ayer estuvieron disimuladas. Pero el equipo no arranca, no funciona, no juega bien, no tiene fútbol, no muestra una imagen que se pueda elogiar. ¿Cuál es el problema? Se supone que hay rendimientos individuales que no son los esperados y esto daña la expresión colectiva. Damián Díaz e Higuaín llegaron para cubrir, con indudable jerarquía, un bache muy grande que tenía el equipo a la hora de generar juego. Y los dos no han cumplido buenas actuaciones hasta ahora, se encuentran poco, no crean. Y así, Colón ve considerablemente reducidas sus posibilidades. Sólo se apoya en el incansable Fuertes, de una vigencia estupenda más allá de las cinco o seis veces que quedó en posición adelantada y de la oportunidad muy propicia que tuvo a su favor, cuando remató de zurda un centro de Ricky Gómez desde una posición muy ventajosa. Pero siempre va el Bichi, es incansable, se banca los 90 minutos, se enoja con los árbitros, mira al banco, se fastidia. Pero está siempre ahí.
A favor del Turco Mohamed, creo que todavía no ha logrado armar el equipo y el sistema ideal. 1) No probó con línea de tres; 2) no ha tenido, por diferentes motivos, la totalidad de los jugadores a disposición. Ahora volvieron Quilez y Ricky Gómez a la titularidad, que no venían jugando; ya lo tiene a Larrivey, que entró un rato en el partido de ayer; y seguramente tendrá en condiciones al Chino Garcé y a Raldes para el cotejo con los mendocinos.
No le quedaban, al técnico, demasiadas alternativas para el partido de ayer. En defensa, la necesidad lo obligó a continuar con la línea de cuatro (ausentes Garcé y Raldes, había que fortalecerse). Y al pibe Bellone lo colocó, en el primer tiempo, en una posición de volante por derecha que no lo favorece, aunque lo mande a cerrarse y a no jugar tan abierto. Pero con un mediocampo “combativo”, como el mismo Mohamed se encargó de definirlo, todo quedaba supeditado a lo que pudiesen crear los tres de arriba. Y andando mal Higuaín y Damián Díaz, la conclusión fue la esperada: poco juego y llegada.
Además, se observó una notoria inseguridad para salir jugando desde el fondo. Fue lo que se intentó, pero fallaba Candia, no era muy claro lo de Quilez y tiraba muchos pelotazos Quiroga. Así, el salto del mediocampo era evidente y el único que, en ese panorama, podía aportar algo, era Fuertes por una cuestión de presencia física y de capacidad para debatirse en un plano de inferioridad.
Un partido para el olvido
El primer tiempo fue, lisa y llanamente, para olvidarlo por completo. Parejo en su desarrollo, pero sin que se le cayera alguna idea a ninguno. Entre Capurro y Rinaudo lo absorbieron a Damián Díaz, hubo imprecisión en las salidas desde atrás y poco fútbol por el lado de Colón. Algo mostró Ledesma, pero no lo suficiente si lo medimos por potencialidad. Ledesma es otro que todavía tiene más para dar, al igual que Damián Díaz e Higuaín. Con ellos tres en el nivel que pueden dar, el equipo seguramente cambiará y tendrá lo que le está faltando: juego y llegada.
El segundo tiempo cambió pero para bien de Gimnasia. Fue más impetuoso el local, que creció cuando Cocca puso a Castro por Jiménez. Un pelotazo de Navarro en el travesaño, un mano a mano de Moreira y una media vuelta de Córdoba en el final más un par de cabezazos y un remate de Rinaudo que se fue desviado, marcaron pautas claras de un crecimiento de Gimnasia.
Pero por algo Cocca había dicho durante la semana que quería mantener el cero en su arco como prioridad y por algo Gimnasia no ha marcado goles. Cocca dijo que el objetivo para este partido era que no le hicieran goles, pero con esta pobreza ofensiva que tiene su equipo, sólo le puede alcanzar para lograr lo que consiguió: empatar 0 a 0.
Este detalle también invita a pensar que si Colón hubiese tenido un rival de mayor peso y gravitación ofensiva, la historia y el resultado hubiesen cambiado. Jugando como ayer, es muy difícil que Colón pueda conseguir empates —y mucho menos victorias— ya que el nivel no es el apropiado para un equipo con ansias de protagonismo.
Cuando el Turco puso a Larrivey por Díaz, lo hizo con la idea de no renunciar a buscar el triunfo y de buscar, a través del retroceso de Higuaín y de la presencia de dos delanteros con poder en el área como Fuertes y Larrivey, un peso ofensivo que ni así pudo conseguir (salvo el remate de Fuertes luego del centro de Ricky Gómez). Después, el Turco se dio cuenta de que el problema, a partir de la entrada de Castro, estaba en el mediocampo. Y por eso lo puso a Moreno y Fabianesi y a Alfredo Ramírez, para darle aire al equipo y frenar el ímpetu del rival. En parte lo consiguió.
Resultados y juego
Generalmente, los resultados llegan de la mano del buen juego. Hoy, Colón necesita que se den las dos cosas a la vez. Que el equipo levante vuelo de una vez por todas y deje de carretear por la pista. Y que gane y empiece a mejorar su posición en la tabla para no perder pisada a los de arriba.
Sigo pensando que hay un buen plantel y que, de ese buen plantel, tiene que salir un buen equipo. Todavía no se consiguió. Un poco por los niveles individuales de varios jugadores, que no son buenos. Y otro tanto porque el técnico aún está pensando qué es lo que más le conviene para mejorar la producción colectiva y que el objetivo de que Colón sea un buen equipo, ambicioso y competitivo, se empiece a plasmar en la realidad.
Hasta ahora, ha puesto línea de cuatro para defenderse. Pero la presencia de Damián Díaz lo obliga a jugar con enganche. Si Ledesma se bancara solo la marca en el sector central del mediocampo, uno hablaría de un 4-3-1-2 probable, como lo ha intentado hasta ahora. Pero Ledesma, mientras encuentre su mejor nivel, necesita que los otros dos volantes lo ayuden. Por eso juega Bellone, aunque pierde gravitación cuando debe abrirse por derecha. El otro esquema probable es el 3-4-1-2 que el Turco dispuso en los mejores tiempos de Colón. Eso le daría compañía segura a Ledesma en el sector central, mayor presencia de mediocampistas y carrileros con más libertades para atacar. Pero este esquema requiere de tres defensores que sepan aplicar el sistema. Y por lo visto, el Turco no parece tan decidido —al menos hasta hoy— en llevarlo a la práctica.
Lo cierto es que Colón tiene que dar mucho más de lo que ha dado. No se le exige por exigir, sino porque hay material suficiente para que se juegue mejor. Tienen que abrir la mente todos. Desde el técnico hasta cada uno de los que le toque entrar. Pero sobre todo, Damián Díaz e Higuaín, depositarios de la confianza casi absoluta para que le entreguen al equipo la jerarquía necesaria para que se empiece a jugar bien.
































