Acaba de cumplir 80 años de existencia una gloria de Colón, Orlando José Medina Leites, quien con sólo 18 “pirulos” llegó a Santa Fe de la mano del entonces presidente de la entidad, el “Gallego” Italo Pedro Giménez, procedente de su club de origen Cerro, acompañado de su hermano mayor Gisleno; el defensor, volante y delantero Raúl Cardozo y del defensor -recientemente fallecido- Dumas Rodríguez.
El oriental fue mediocampista y delantero en el conjunto rojinegro en 1965, que después de 18 años de jugar en los registros afistas conquistó el campeonato de Primera “B” (10 goles) y en la categoría superior entre 1966 y hasta 1968 actuó en 98 partidos con 13 anotaciones.
A pocos días (un mes y algo más) de cumplirse 60 años de aquel logro histórico para el fútbol de Santa Fe (fue el primer ascendido a la máxima categoría), Orlando Medina es el símbolo viviente de la historia del fútbol santafesino.
El exitoso empresario Alberto J. Armando, titular de Boca Juniors consiguió sus servicios. Varios títulos entre 1969 y 1972, 129 encuentros y siete goles, siendo dirigido por Alfredo Di Stéfano, fantástico futbolista de River Plate, Huracán, Millonarios de Colombia, Real Madrid y Espanyol, quien integró los seleccionados de Argentina y España.
Junto al talentoso cordobés Juan A. Castro (Rosario Central, N. Old Boys y Huracán), el juvenil hombre de color resultó ser estratega del equipo de Pepe Etchegoyen. Fue criterioso, hábil e inteligente para distribuir el juego y estar siempre libre para desahogar al compañero apurado; siendo bueno para tocar e ir a buscar la devolución, también se destacó por sus pases gol.
El gol de "sombrerito" al gran Amadeo
De buena campaña con Colón en la máxima categoría, consiguió dos conquistas de notable jerarquía; por la vigésima primera fecha de 1966, frente a River Plate, recuperó la pelota ante el peruano Miguel Loayza, eludió a su compatriota Roberto Matosas y Abel Vieitez y de “sombrerito” batió al gran Amadeo Carrizo determinando el primer triunfo de un equipo local ante un “Grande” del fútbol argentino.
En el Nacional del ´68, frente a Estudiantes, al que derrotó uno a cero cuando era campeón de América, derrotó a Alberto Poletti, en jugada rápida, dejando en el camino a varios contrarios al comenzar el juego. En ese mismo torneo, que fue excelente por parte de Colón, le ganó a otro equipo argentino que venía de ser campeón del mundo el año anterior: Racing.
Orlando Medina junto al Mencho Balbuena, Can Can Ceballos, el Pato Colman y Ferreyra. Eran integrantes del equipo del Nacional de 1968. De fondo, el sector oeste del estadio como era entonces.Boca Juniors que ganó en forma brillante la Copa Argentina y el Nacional de 1969, contó con Orlando y Norberto Madurga, una pareja letal en el mediocampo y gol, dirigidos por el gran “Di” y repitió el título al año siguiente de este último certamen.
El uruguayo dejó un grato recuerdo en los xeneizes; luego fue al Atlante de México donde cumplió excelentes actuaciones hasta 1978, regresando a la Argentina donde estuvo inactivo por 20 meses, primero por problemas documentales y luego por lesión en un talón; jugó unos meses en Banfield y después pasó por Tigre (1980, 6 partidos, 2 goles) y Chaco For Ever (1980, 6 encuentros, 1 tanto). Su carrera terminó cuando vistió la camiseta de Colón en 1982 por algunos meses, cuando se produjo el descenso del equipo.
Se aquerenció en Santa Fe donde obtuvo el título de director técnico, dirigiendo las inferiores de Colón y días antes de enfrentar a Independiente en cancha de Lanús, para determinar quien jugaba la Copa Libertadores de América, el presidente José Néstor Vignatti lo invitó para que se hiciera cargo del plantel. Antes de salir a la cancha, Orlando les dijo: “los rojos de Avellaneda, tienen jugadores de notable jerarquía, nosotros tenemos un gran grupo humano, vamos a salir a jugar por la camiseta, la familia, la hinchada y la gente de Santa Fe. Vamos a ganar…”.
Con tanto de Marcelo Saralegui, tras pase de Fuertes, Colón se clasificó por primera vez para el más importante torneo del continente. Orlando Medina fue el conductor del grupo triunfador.
Los refuerzos uruguayos
Debemos remontarnos al año 1965 cuando Colón se encontraba en Primera “B” del fútbol argentino, con un equipo que merodeaba la mitad de tabla y no se podía concretar la venta de Alberto Raúl Poncio, para incorporar al “Pepe” Canevari y al goleador Alfredo Domingo “Mono” Obberti, factor fundamental para concretar el sueño que comenzó en 1948. Lo más probable era que, de seguir así, difícilmente se lograse el tan ansiado ascenso.
Consciente de ello, Italo Pedro Giménez, el presidente por ese entonces, decidió dar un “timonazo” y levantar el teléfono para comunicarse con el “Pulpa” Washington Etchamendi, quien llevaba a cabo la labor de asistente técnico de Nacional de Uruguay.
Entre el presidente y el presunto futuro DT lograron convencer a un joven defensor de Cerro, llamado Gisleno Medina Leites, para que acepte vestir los colores rojo y negro. Llegaría acompañado de tres compañeros de su misma nacionalidad, el talentoso delantero Raúl “El Negro” Cardozo, Dumas Rodríguez y su hermano menor, Orlando Medina Leites.
Con el pasar de los días, Etchamendi le comunicaría al presidente Giménez que no podía viajar a Argentina por razones familiares, pero que, en su lugar, enviaba a “un hermano”: José “Pepe” Etchegoyen, director deportivo de Peñarol. Entre todos ellos lograron llevar el martes 14 de diciembre de 1965 al conjunto sabalero al círculo superior afista por primera vez en su rica historia, tras vencer a Deportivo Español 1 a 0, en Villa Crespo y cuatro días después siendo campeones en el Cementerio de los Elefantes a Nueva Chicago, 2 a 1.
Allí comenzaría el gran romance entre uruguayos y sabaleros; la tarde del ascenso en la cancha de Atlanta frente a Deportivo Español, el moreno Gisleno se lesionaría gravemente y terminaría Colón el encuentro con 10 futbolista, mientras él, en la tribuna, se convirtió en el director de orquesta de una comparsa que había llegado a Buenos Aires desde Montevideo a acompañarlo.
Esa tarde nació el Himno Colonista (“Sabaleros, sangre de campeones; sabalero, garra y calidad”), una reversión de la marcha uruguaya “Dianas de Ñuñoa” que había sido utilizada para los Juegos Olímpicos de Amsterdam 1928, a la cual el mismísimo Medina Leites le pondría letra para homenajear al club.
El agasajo que se le hizo a Orlando hace unos días con motivo de haber cumplido 80 años de vida.De ahí en adelante, es habitual que los ojos de los popes sabaleros se posen sobre el país oriental vecino a la hora de elegir jugadores. Repasando esos años, quizás los más exitosos y otros no tanto de Colón, se destacan los siguientes:
Marcelo Saralegui, un jugador de una calidad increíble, que entre sus palmarés, tuvo el hecho de convertir el único gol contra Independiente que le permitió a Colón jugar por primera vez la Copa Libertadores de América, como así también convertirle un triplete a River en el partido que finalizó 5 a 1 a favor del Rojinegro, cuando obtuvo otro subcampeonato.
Héctor Rodríguez Peña, integrante del plantel que disputó el sub campeonato del año 1997 y las posteriores competiciones continentales (Conmebol 1997 y Libertadores 1998).
Javier Delgado, ese zurdo mediocampista de muy buena pegada que jugó el Torneo Clausura 2000. Ese equipo quedó en las retinas de los hinchas por el 4 – 0 logrado en el clásico, en ese partido “La Cabra” convertiría por duplicado.
Javier Chevantón, si bien su paso por el club no tuvo mayor trascendencia, en los pocos partidos que le ha tocado disputar debido a las constantes lesiones que lo aquejaron, se ha ganado el corazón de la parcialidad de Barrio Centenario. Al punto que es confeso simpatizante sabalero.
Luego se contó con la presencia de otro uruguayo, Diego “Viruta” Vera, quien jugó su primer clásico y gracias a la valentía y sacrificio que demostró se metió a la hinchada en el bolsillo.