La clara sensación de injusticia e impotencia se adueñó de todos cuando el árbitro Ferreyra –de flojísimo desempeño- decretó el cierre del primer tiempo. Unión hizo el gasto del partido. Arrancó para “comérselo crudo” a Tigre. Y terminó el primer tiempo de la misma manera. Merecía ganarlo al partido. Fue más que Tigre y hasta llegó al gol, cuando Tarragona aguantó la pelota, abrió hacia la derecha para Palacios (de buen primer tiempo), que metió el pase al medio para la entrada de Gamba, que la tocó ante la salida de Zenobio (responsable directo del empate parcial). Ferreyra fue llamado por el VAR, porque vieron una supuesta infracción (¿empujón?) de Tarragona en el arranque de la jugada en tres cuartos de cancha.
Unión fue más ambicioso en todo momento y superó en el trámite a un equipo que vino a hacer tiempo, a demorar, a plantear un partido trabado. El gasto lo hizo Unión, que encontró espacios por el sector de Del Blanco, esta vez, y no tanto por el de Vargas. ¿Por qué?, porque Saralegui no tuvo la misma concentración que Cabrera para tapar la subida de Del Blanco. O sea, a Vargas se le complicó al no encontrar esos espacios que sí los tuvo Del Blanco durante todo el primer tiempo. Y que sufrió Ortega, que promediando el primer tiempo tuvo que salir lesionado, por lo que Dabove ya tuvo que apelar a una modificación con el ingreso de Soto para reemplazarlo.
Más frontal y directo, Unión jugó mejor que Tigre. Bien Mauro Pittón, bien Palacios, bien Del Blanco y una diferencia muy grande de actitud entre los dos. Aún así, Tagliamonte tuvo que intervenir en un mano a mano con Saralegui, en lo que fue la jugada más clara de gol (la única) que tuvo Tigre en toda la etapa. Un Tigre que vino decidido a no preocuparse demasiado por el espectáculo, con un marcado tinte especulativo que logró instalar a partir de todo lo que le permitía el árbitro.
Esa actitud se modificó en parte en el segundo tiempo, cuando Tigre se animó a hacer lo que no hizo en el primer tiempo. Se adelantó y empezó a controlar el partido y a llevarlo al ritmo más conveniente, cortándole el ímpetu a Unión. Y también los circuitos de juego, que ya no fueron igualmente fluidos como en la etapa inicial.
Otro partido positivo de Palacios. Foto: Manuel FabatiaEsa predisposición de Tigre para tener más controlado el trámite del partido, hizo que se jugara de tres cuartos a tres cuartos. No se lastimaban. Y Unión ya no tenía la misma profundidad por izquierda que tuvo en el primer tiempo. Y seguía muy controlado Vargas, al que le costaba aportar esa habitual sorpresa con sus proyecciones.
El partido se fue convirtiendo en peligroso para Unión, al punto tal que promediando el complemento llegó una jugada en la que Tigre tuvo una buena oportunidad, cuando Sosa quiso meter el pase al medio y terminó estrellando la pelota suavemente en el palo izquierdo de un Tagliamonte que hizo vista y tuvo la buena fortuna de su lado.
El flojo arbitraje de Ferreyra. Foto: Manuel FabatiaMadelón movió el banco con el ingreso de Estigarribia por Gamba. El objetivo era poner a alguien con piernas y más frescura para intentar lo que no había podido lograr en el segundo tiempo: inquietar a la defensa rival. Todo lo que había generado en el primero, para convertir a Zenobio en figura, desapareció por completo y el arquero de Tigre pasó a ser un espectador de lujo.
El pésimo arbitraje de Ferreyra se convirtió en perjudicial para Unión cuando hubo un empujón en perjuicio de Fragapane adentro del área que motivó airadas reacciones y la no intervención del VAR. Para colmo, a los pocos minutos se produjo la expulsión de Fragapane al que se le “fue la mano”, cometió una fuerte infracción y fue bien expulsado porque, además, estaba amonestado.
Con 10, el partido empatado y varios minutos por jugarse, Madelón reorganizó el equipo. Paz fue a ocupar el lugar de defensor y subió Vargas, por derecha, saliendo Palacios (que fue de mayor a menor) y se produjo el debut de Alvarez, que se paró de volante por izquierda, delante de Del Blanco. A esta altura, Tigre no se decidía a apretar y aprovechar el hombre de más. Y a Unión no le quedaban fuerzas ni ideas para tratar de ganar el partido con uno menos.
Había que ver cómo respondía el equipo sin Pardo. Y Unión cumplió defensivamente (buen partido del pibe Ludueña en el lugar que dejó el defensor que se fue a Racing). Unión logró mantener esta sana costumbre de cerrar el arco propio en cero (cuatro veces en los últimos cinco partidos), pero también le está costando mucho convertir. La sensación por el buen primer tiempo, es que el resultado le queda chico a Unión. En el segundo, Tigre lo emparejó y lo llevó al ritmo que más le convenía.