"Hubo una vez en Sudamérica, cuando los límites entre los países eran todavía imprecisos, una guerra que apenas figura en los libros de Historia. Una guerra en la cual el imperio del Brasil y las nacientes repúblicas de Argentina y Uruguay se aliaron para enfrentar a la República del Paraguay. Hubo un soldado que pintó esa guerra".
Con esta frase abre el documental "Cándido López, los campos de batalla" (2005), dirigido por José Luis García, que rescata la figura del pintor que hizo de la trágica y fratricida Guerra de la Triple Alianza una serie pictórica con pocos antecedentes en la historia del continente.
Museo Nacional de Bellas ArtesPara entender el contexto: en esa guerra, la más sangrienta de Sudamérica, Paraguay, se enfrentó a la coalición formada por Brasil, Argentina y Uruguay. Fue tras la intervención de estas potencias en la política uruguaya y las disputas por la navegación en la cuenca del Plata.
Lo que comenzó como una defensa de la soberanía regional terminó como campaña de exterminio: Paraguay perdió más de la mitad de su población, gran parte de su territorio y quedó devastado económica y socialmente.
El soldado que se volvió pintor
Cándido López, nacido un 29 de agosto de 1840, fue pintor autodidacta y reclutado como soldado en los campos paraguayos. Allí, en Curupaytí, perdió su brazo derecho. Luego, aprendió a pintar con la izquierda y asumió una tarea: fijar en lienzos de formato panorámico los escenarios y las batallas que marcaron su vida.
Museo Nacional de Bellas ArtesLo notable es la dimensión documental de su obra. En cada cuadro, detalles mínimos conviven con el paisaje, como si López quisiera abarcar la guerra en todos sus matices y subrayar lo frágil que resulta el ser humano.
Las obras de Cándido López, para trazar otro link con el cine, tienen algo que ver con una película de Terrence Malick, "La delgada línea roja", que analiza la locura de la guerra al contrastarla con las bellezas naturales.
La guerra como relato visual
Los lienzos de López se distinguen por su amplitud horizontal, semejante a la mirada aérea de un cartógrafo. Es como si López hubiese tenido acceso a un drone para sobrevolar la zona del conflicto y luego convertirlas en pintura.
Museo Nacional de Bellas ArtesDe este modo, el espectador puede observar el campo de batalla desde una altura imaginaria, con soldados que apenas se distinguen, caballos caídos y un horizonte abierto.
Esa distancia genera un efecto ambiguo, que suaviza la brutalidad de las acciones, más allá de que el ojo atento percibe los efectos del desastre: la sangre, la muerte y el dolor.
El documental de García elige otro camino. El propio director lo contó en una entrevista con Ámbito en marzo de 2006. "El parecido de los cuadros con algunos lugares era impresionante. Y es cierto, son cuadros como en cinemascope, pero además son como pre-cinematográficos, parecen el storyboard de un film bélico", afirmó.
Museo Nacional de Bellas Artes"En un intento romántico de acercarme al punto de vista del pintor, que siempre proyectaba su visión unos diez metros por encima del horizonte, viajé con una escalera trípode, para poder ponerme en su lugar. ¿Pero cómo imitar su pintura?", agregó.
"Siempre iba a defraudarlo, así que decidí no correr esa carrera.Y en vez de una gran cámara con lentes de cinemascope, preferí una DV-Cam muy chiquita, como de turista, que, sobre todo, me permitió charlar con la gente sin hacerla sentir demasiado inhibida. Creo que fue una elección correcta", añadió.
El resultado es un diálogo entre dos soportes artísticos que se nutren mutuamente entre sí. Un ejercicio muy estimulante, tanto para los amantes de las artes plásticas como del cine.
Museo Nacional de Bellas ArtesEl viaje como narración
La película es una especie de road movie histórica. El director recorre los escenarios de la guerra (Curupaytí, Tuyutí, Humaitá) y confronta el vacío actual con las escenas que López fijó hace un siglo y medio.
El contraste impresiona: donde el lienzo muestra multitudes, cañones y humaredas, hoy quedan planicies silenciosas y restos de fortificaciones. Esa tensión entre pasado y presente es el motor narrativo del film.
"Cándido López representó la guerra del Paraguay mediante una pintura analítico-descriptiva, derivada de la representación de batallas de la cartografía militar europea", señala Roberto Amigo. García, en su película de corte documental, proyecta esta premisa al siglo XXI.