En "Un propio andar fluyente", disponible en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) hasta febrero, el recorrido propone una inmersión en las formas con las que Valerie Brathwaite (nacida en Trinidad y Tobago en 1938) construyó una poética ligada a lo orgánico.
La primera retrospectiva de su obra fuera de Venezuela, desarrollada en el museo porteño, despliega un repertorio en el cual conviven dibujos y esculturas blandas, resultado de más de cinco décadas de búsquedas donde osciló entre la abstracción y la figuración.
Para los santafesinos, que estamos habituados a vincular paisaje y cultura a partir del río, la muestra tiene particularidades que la hacen más cercana: cada forma parece sugerir un "cauce", un "movimiento interno", algo que conecta "materia" y "territorio".
MalbaUn recorrido por cinco décadas
Hasta el 2 de febrero de 2026, el Malba ofrece al público el visionado de cuarenta obras, entre dibujos y esculturas, que funcionan a modo de "mapa" para entender la trayectoria de Brathwaite desde los años 70.
Las obras sobre papel, realizadas entre 1972 y 2002, permiten observar la construcción de un lenguaje visual que se distancia de la literalidad para concentrarse en el gesto, la curva, el pulso.
No se trata de representar la naturaleza, sino de insinuar sus fuerzas. Allí aparece un interés persistente por la línea como energía que se desplaza, se bifurca, se superpone.
MalbaLa exposición retoma parte de la recepción crítica que acompañó su trabajo en Caracas, donde sus dibujos y grabados fueron reconocidos desde temprano por las reminiscencias orgánicas y sensuales que evocaban montañas, piedras, cuerpos humanos y animales.
Ese horizonte estético se vuelve visible, como si el papel conservara el eco de sus desplazamientos.
Esculturas blandas
El otro núcleo lo conforman las esculturas blandas que Brathwaite realiza desde 2004. Piezas que desafían la idea tradicional de volumen y peso, y que permiten pensar la materia desde su capacidad de deformarse, contraerse o expandirse.
MalbaEn ese juego, la artista propone una lectura que combina memoria, cuerpo y territorio sin jerarquías: formas que aluden tanto a lo vegetal como a lo mineral, a lo íntimo o a lo geológico.
La formación y el cruce de geografías
Formada en Londres y París, Brathwaite llegó a Caracas en 1969 atraída por un ambiente que impulsaba nuevas tendencias, desde la abstracción hasta el arte conceptual. Ese cruce de geografías (Europa, el Caribe, Venezuela) dejó una impronta decisiva en su obra.
Desde entonces, expuso en instituciones y espacios de referencia, y sus trabajos integran colecciones de museos de Caracas, entre ellos el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo de Bellas Artes, la Galería de Arte Nacional y el Museo Alejandro Otero.
MalbaEl origen del título y la curaduría
El título de la muestra recupera la expresión "un propio andar fluyente", tomada de una reseña de Roberto Guevara sobre una exhibición individual de Brathwaite en 1975 en el Museo de Bellas Artes de Caracas.
La curaduría, a cargo de Alejandra Aguado, retoma esa idea para organizar un recorrido que resalta tanto la independencia de la artista como el carácter pionero de su producción.
La propuesta curatorial subraya el vínculo entre sus materiales, su modo de trabajar y una sensibilidad ecológica que funciona como hilo conductor. La combinación entre abstracción y figuración no aparece como dilema estilístico, sino como un modo de pensar las conexiones entre lo vivo.
MalbaActividades y experiencias
La muestra contó con una serie de micro-mediaciones que buscaron promover un acercamiento sensible al lenguaje visual de la artista. También se desarrolló una visita guiada especial a cargo de Aguado, en la que se repasaron las claves conceptuales del proyecto.