Por Darío Pignata - dpignata@ellitoral.com
“...Cristian Gastón Castillo y Esteban Oscar Fuertes”, retumbaba la vieja voz del estadio, hace diez años en Colón. “...Fabián Castillo y Esteban Oscar Fuertes”, dirá el sábado que viene, el moderno sonido de la novedosa pantalla gigante, antes de jugar con Rosario Central. El dato, más allá de confirmar la vigencia del interminable goleador histórico que tiene Colón con el “Bichi”, sirve para explicar todo lo que está viviendo este producto de las divisiones inferiores que llegó de Rosario del Tala, y que ayer se fue con unos mangos para sus pagos, como premio a tanto esfuerzo.
Fabián Castillo le ganó, sorpresivamente para muchos, la pulseada a César Canario —hoy en Paraguay, goleador en AFA— y a “Cocó” Ledesma, el delantero que entraba en la reserva de Sciacqua para festejar seguido en cada preliminar.
Sin embargo, Mohamed quedó impresionado con Castillo, y lo fue llevando de a poco: primero los amistosos en Mar del Plata, después el cuadrangular internacional y finalmente el debut con River, más la consolidación como titular frente a los jujeños.
“Segunda punta o punta por afuera”, sería la definición posicional para un delantero rápido, con cambio de ritmo y un más que interesante salto, a pesar de no ser tan alto.
Ayer, arrancó recostado por la izquierda, pie a pie con Ladino —stopper derecho jujeño—. De afuera hacia adentro generó un claro penal, le puso una bocha clara a Ramírez, le pegó desde lejos con criterio y lo “madrugó” a Loeschbor de cabeza, llegando desde atrás (no fue gol de milagro).
Pero además, dejó la vida en todas las pelotas divididas. Todavía con poco pelo, como consecuencia del “corte por bautismo al debutar”, lo explicó con una frase más que clara: “A mí me quedó grabada una frase que dijo el “Turco” Mohamed, y que sostiene que cuando te dan una camiseta para ser titular, no hay que soltarla más. Juego así cada partido: no quiero largar más esta camiseta en Colón”.
Cuando los pelotazos no llegaban a la izquierda, se cruzó para vestirse de wing derecho: lo sacó de las casillas a “Pipo” Desvaux, lo obligó a frenarlo con la mano —primero pareció codazo— y lo hizo amonestar. Lamentablemente, jugó sin socios, por lo poco que aportó Lucas Acosta como enganche, y la insoportable levedad de Valdemarín como “9”.
En el complemento, como varios jugadores de Colón (Prediger, Acosta), sintió el desgaste, pero sabiendo que había dejado todo y un poco más también. Por eso los aplausos cuando Mohamed lo sacó, para poner a Sciorilli y darle más oxígeno al equipo.
El chico, tímido como todo provinciano, agradeció la ovación levantando la mano con la “30” en la espalda. Volvió a aprobar otro examen con la camiseta de Colón. Parece, por ahora, no sentir el cambio del anonimato al profesionalismo.
Es más, con un apellido —Castillo— que pudo pesarle en Colón, Fabián dejó en claro que para nada le pesa la camiseta. Se la está ganando. De a poco, laburando y en silencio. La quiere cuidar con las mismas armas con las cuales se la ganó en la pretemporada.



































