Los 70, en el cine de Estados Unidos, fueron una zona de fracturas. La resaca de la fallida intervención militar en Vietnam, el escándalo del Watergate y el derrumbe de los consensos sociales dieron lugar a una pantalla atravesada por la desconfianza y la bronca.
Ya no había lugar para héroes impolutos, mucho menos para relatos triunfalistas. La industria del cine estaba obligada a contar ese país sumido en crisis o caer, directamente, en el descrédito por parte de un público cada vez más escéptico.
Apareció el llamado Nuevo Hollywood, con directores que se animaban a crear y mostrar personajes rotos, antihéroes completamente fuera de lo convencional, como Travis Bickle en "Taxi Driver" o Harry Caul en "La conversación".
Warner Bros.En ese contexto, el 21 de septiembre de 1975 se estrenó "Tarde de perros", de Sidney Lumet que llevó este esquema al extremo: un asalto convertido en espectáculo público, una radiografía cruel de la sociedad estadounidense.
Un golpe de realismo urbano
"Tarde de perros" describe el intento fallido de robar un banco por parte de Sonny (Al Pacino) y Sal (John Cazale). Lo que empieza como un golpe improvisado se convierte en un circo mediático transmitido en vivo.
El film impactó de inmediato: fue nominado a seis premios Oscar (incluido Mejor Película), y Al Pacino recibió elogios por una interpretación más difícil que la de Michael Corleone.
Warner Bros.La fragilidad y la desesperación
Uno de los elementos más recordados del film es Sal, interpretado por John Cazale, actor de breve pero genial carrera (participó en cinco películas, todas obras maestras).
Sal es un personaje parco, de pocas palabras. Su fragilidad contrasta con la verborragia de Sonny. Lumet lo filma como un hombre atrapado, perdido, que parece aceptar su destino con un estoicismo silencioso.
Al él le debe la película el momento más patético y a la vez terrible. Cuando Sonny, que está negociando una salida, le pregunta "-¿Quieres ir a algún país en especial?", Sal piensa y le responde "Si, a Wyoming".
Warner Bros.Medios masivos y diversidad sexual
"Tarde de perros", en más de un sentido, es una película adelantada a su tiempo. Cuestiona a los medios de comunicación y habla sobre la diversidad sexual.
La crítica a los medios es fuertísima: las cámaras hacen de un hecho policial un show en vivo, con la televisión explotando el drama para tener más rating. Este tema Lumet lo profundizará en "Network" (1976), otro clásico sobre la voracidad mediática.
Otro aspecto revolucionario es la diversidad sexual: el móvil de Sonny para cometer el atraco es pagar la operación de cambio de sexo de su amante, Leon.
En plena década del 70, cuando la representación LGBTQ+ era casi inexistente en Hollywood, Lumet llevó al centro de la trama una historia de amor atravesada por la diferencia y el deseo de vivir en libertad.
Diálogo con el presente
Medio siglo después, "Tarde de perros" tiene mucho que ver con nuestro tiempo. Su huella se percibe en películas como "Perros de la calle" (1992) "El plan perfecto" (2006) o incluso en la serie "La casa de papel".
Pero más allá de sus herederos, lo que mantiene viva a la obra a 50 años de su estreno es su capacidad de interpelar al presente: la relación tóxica entre medios y violencia, la representación de las minorías sexuales y un país fracturado.