El Diario de Marcha de Manuel Belgrano

Lucía Dozo

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Belgrano es el prócer de las ideas vigentes. Su juventud estuvo profundamente marcada por la Revolución Francesa de 1789 -había partido a España en 1786 para estudiar Derecho- y, en el clima convulsionado de la época, adoptó el ideario revolucionario de finales del siglo XVIII. Así lo registraría años después en su autobiografía: "En 1789 se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad y fraternidad".

Belgrano volvió al país en 1794 y orientó su vida política a la construcción de una Argentina soberana. Movilizado por las ideas de la Ilustración, aseguraba que el país debía modernizarse a través de la educación, que debía ser pública e inclusiva. En su periódico, el Correo de Comercio, interpelaba a los hombres de Mayo a reflexionar sobre la importancia de la educación de las mujeres quienes, sostenía, debían formar parte de la organización nacional. Fue, de la misma manera, un gran defensor de los derechos de los pueblos originarios.

Belgrano fue una pieza clave en la insurrección que se transformó en la Revolución de Mayo de 1810. Formó parte de la Primera Junta y fue la cabeza de la expedición del Regimiento N° 1 de Patricios, que partió el 24 de enero de 1812 desde Buenos Aires hacia la Villa del Rosario. El objetivo de la delegación, formada por unas 350 personas, era custodiar las poblaciones que se hallaban a la orilla del río Paraná contra los avances de los realistas de Montevideo.

El viaje de 15 días a pie, con una sola carreta, refugiados del calor del verano en la pampa, fue registrado en un cuaderno. El "Diario de Marcha", escrito de puño y letra por Belgrano, forma parte del Museo para la Democracia, ubicado en la ciudad de Rosario.

"Rescatamos este documento histórico que relata toda la travesía del prócer", explica el presidente del Museo, Guillermo Whpei, y agrega que "el manuscrito cuenta en forma detallada dónde se detiene, cómo es el clima, cuáles fueron las dificultades, cómo se levantan sus tropas porque no llevaban suministros, es decir, es un documento extremadamente rico que estuvo durante muchísimos años en la oscuridad".

Una vez en Rosario y tras enarbolar la bandera, Belgrano expresa palabras que marcarían la historia: "Soldados de la Patria: En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Gobierno: en aquél, la batería de la Independencia, nuestras armas aumentarán las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores y la América del Sud será el templo de la Independencia, de la unión y de la libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡Viva la Patria!".