Eliana Lardone, nacida en Río Turbio y radicada en Buenos Aires, es pianista, cantante, compositora y docente. Egresada del Conservatorio Superior Juan Manuel de Falla, se formó con maestros como Mono Fontana y participó en talleres interdisciplinarios de Marina De Caro.
Creó el instrumento Cor, registrado como marca en 2023, y desarrolló el proyecto educativo musical "Águila de trueno", seleccionado por el CIAM de Tecnópolis. En lo artístico, publicó un álbum de jazz en 2018 y un EP en 2021. Forma parte del Colectivo Historias Desobedientes.
"Amadora" es el primer álbum de larga duración de Lardone, dedicado a Gabriela Parodi, quien aporta su voz en tres de las diez canciones. Incluye piezas surgidas de su compromiso social, como "Carta a un lastimador", dedicada al Colectivo Historias Desobedientes, y "El fin de la soledad", escrita para sus alumnos de Villa Lugano.
Lardone se encargó de la dirección artística, música, letras, voz y piano. Ofrece un recorrido de sonoridades y relatos con herencia spinetteana. La lírica aborda pasión, memoria histórica y catarsis, mientras la artista define su obra como una declaración a corazón abierto: amar como impulso ético, colectivo y poético.
Gentileza producciónUna gran oportunidad
-Tu primer disco de larga duración, Amadora, es un trabajo personal y comprometido. ¿Cómo fue el proceso de llevar tus composiciones desde la idea hasta la dirección artística del álbum, y qué desafíos encontraste al asumir tantas responsabilidades creativas a la vez?
-La mayor parte de las canciones de Amadora las escribí hace años y luego agregue algunas más mientras se iniciaba la etapa de producción.
La verdad es que trabajo en mi casa bastante solitariamente, entonces los textos, las imágenes, las melodías, la idea de sonido al cual arribar, va brotando todo junto y me encanta que así sea.
Luego fue necesario categorizar en los créditos, y a lo que hago espontáneamente porque está en mi naturaleza (con enorme estudio y trabajo) se lo nombra como "dirección artística".
Entonces no lo he vivido como un desafío sino como una gran oportunidad de aprendizaje sobre mí misma, es decir me descubrí y me reconocí, y al mismo tiempo me iba empoderando al ver mi propia claridad.
Soy una mujer formada en varios lenguajes artísticos a lo largo de muchos años, y en Amadora logré conducir todo ese caudal hacia la potencia del disco.
Gentileza producciónCondición que une
-Dedicaste el disco a Gabriela Parodi, y ella participa en tres canciones. ¿Qué significa para vos poder dialogar artísticamente con una figura histórica del rock argentino y cómo influyó su presencia en la construcción del álbum?
-Ante todo, sigo en estado de asombro por tenerla en el disco. Cuánta responsabilidad, por favor. Su voz es terciopelo, su presencia musical es cósmica. No se qué decir. Es una gratitud y un honor inmenso el que siento, y ella lo sabe y no me canso de decírselo. Lo cierto es que todo ha sido muy espontáneo y con cariño genuino.
La historia se remonta al 2007 cuando la escuche en vivo en "Vaca Profana" y a partir de ahí anécdotas y una comunicación que empezó a fluir hermosamente. Es algo humano lo que me une a ella, una condición existencial común, creo. No lo percibo como un "diálogo artístico", aunque claro, debe serlo.
Ella es una gran maestra, una mujer, música y escritora que supo abrirnos un camino fabuloso y lo sigue haciendo porque sigue componiendo y grabando. Fue dándole mucho amor y valoración a las canciones y también a mi "gesto musical", por decirlo de alguna forma.
Me fue enseñando muchísimas cosas durante el proceso del disco, a confiar en mi oído, dándome ánimo, consejos y una confianza que es sagrada para mí. Vivo en estado de admiración y descubrimiento constante de la vida y la obra de Gabriela. Ella es un tesoro que tenemos.
Gentileza producciónMalestar que se hizo carta
-"Carta a un lastimador" surge de tu vínculo con los espacios de memoria y verdad, y tu participación en el Colectivo Historias Desobedientes. ¿Cómo equilibrás la dimensión política y ética de tu música con la sensibilidad artística y emocional que atraviesa Amadora?
-Esta canción fue una necesidad. Atravesé momentos de profunda vergüenza al conocer la identidad de Ricardo Lardone, primo de mi padre. Ese malestar me condujo al colectivo "Historias Desobedientes", nuestros héroes de la memoria, hoy internacional.
Si bien mi vínculo parental es menos cercano comparado con compañeros que con un coraje inmenso visibilizan las historias de sus padres genocidas, no soportaba la ausencia de pronunciamiento familiar.
Al enterarme de ello me anime a escribirles con ánimo de aportar mi pequeña historia como una pieza más para el gran mapa de memoria, verdad y justicia. Para ese entonces la "Carta a un Lastimador" ya la había compuesto, pero al encontrarlos cobró más sentido y se las dediqué.
Tiempo de crear y construir
-"El fin de la soledad" involucró a tus estudiantes de primaria en la grabación. ¿Qué papel juega la docencia y la experiencia pedagógica en tu creación artística, y cómo te cambia trabajar con voces tan jóvenes y abiertas?
-Mi madre es pedagoga de la Universidad Nacional del Comahue y mi hermano fue Decano de Ciencias Políticas en la Universidad Católica de Córdoba. Llevamos eso en la sangre, ese amor comprometido nos lo transmitió ella y también mi padre de otras formas.
Mi rol en la escuela fue tornándose cada vez más "artístico" en la medida en que yo iba creciendo como músico y me iba atreviendo a diluir las fronteras entre pedagogía y arte, y hacer de las horas del aula un tiempo de creación y construcción. Y eso es muy potente.
En esa convivencia con esas infancias me pregunte con ánimos de intentar ponerme en sus pequeños zapatos, que imaginaba yo que esos niños querían decirnos a nosotros, los adultos responsables del mundo tan violento e injusto al que los traemos
"El fin de la soledad" nació de ese ejercicio y del deseo de darles protagonismo real dentro de Amadora, darles voz y autoridad a quienes en general les es negada. Por suerte les gusto y logramos grabarla, en ese unísono infantil y rebelde tan fresco donde pudieron convivir todas sus diferencias en un solo canto.
Gentileza producciónUn pedazo de cuerpo
-En tus palabras, el disco es una “autoproclamación a corazón abierto” y un manifiesto sobre el amor, la fragilidad humana y la construcción ética del mundo. ¿Cómo se reflejan estas ideas en tu música y en tu visión de ser artista y mujer en la Argentina contemporánea?
-Creo que se refleja simplemente así, un disco como prolongación de la propia vida, un pedazo de mi cuerpo, mis horas, lo que yo sueño incansablemente, todo lo que me es insoportable. Tengo una responsabilidad en mi obra, porque es mi tarea, es lo que doy y eso tiene un impacto, y quiero dirigir ese impacto hacia todas las formas del bien.
En esa decisión no hay inocencia. El arte es un agente de transformación, crea un mundo y una atmósfera que antes de ese evento no existía, y eso desde la música es lo que me interesa.
No es posible el nivel de crueldad tan aberrante en el que convivimos, no lo acepto. Entonces, como mujer, que debe traccionar con más fuerza que un hombre para ser escuchada, respetada y validada, compongo y canto intentando con mi mayor esfuerzo ser y darle a este mundo, una “Amadora”.