Abogada y escritora, Belén Longo ganó, con su primera novela "Donde mueren las mariposas", el premio Futurock, con un jurado integrado por Mariana Enríquez, Juan Diego Incardona y Gabriela Cabezón Cámara.
En "Temporada de pejerreyes", su segunda novela, Belén Longo se introduce en las vidas de Gregorio y Dolores, ambientadas en el conurbano bonaerense que, según dice, está en su ADN.

Abogada y escritora, Belén Longo ganó, con su primera novela "Donde mueren las mariposas", el premio Futurock, con un jurado integrado por Mariana Enríquez, Juan Diego Incardona y Gabriela Cabezón Cámara.
En "Temporada de pejerreyes", su segunda novela, une las voces de Gregorio, un herrero cuya vida gira en torno a sus hijos y su auto, y Dolores, una joven que vuelve a la casa de su infancia en Laferrere tras la muerte de su padre.
"Gregorio y Dolores nacen a partir de la observación, son un poco la mezcla de características y particularidades de personas con las que me fui cruzando", explicó la autora en una entrevista con este medio.
"Puedo definirme como una chusma profesional, no me avergüenza mirar, preguntar, analizar gestos, movimientos y palabras. Con estos recursos surgieron ambos personajes", agregó.
"A veces pienso que me muevo en grupos sesgados, entre cuerpos y palabras que vienen a consolidar el lugar seguro y calentito de la 'pertenencia'. Me da la sensación que todos andamos un poco así por el mundo", subrayó luego.
"Por eso, cuando excepcionalmente, por alguna razón, toca salir de nuestro domo, está bueno tomarse el tiempo de abrir bien los ojos e impregnarse de otras realidades", remarcó.
En este sentido, para Longo su labor de escritora tiene que ver con hurgar en vidas con historias que parecen distantes y acercarlas en un tiempo y espacio. "Quizás así, las singularidades puedan solo denotar ‘identidades’ sin generar 'otredades'", reflexionó.
"El desafío, poco consciente, pudo estar en la búsqueda de las formas y de los usos del lenguaje para que los personajes se muevan en un plano de horizontalidad, sin que ninguno tome más fuerza que el otro", aseguró. "Puede que Dolores y Gregorio dialoguen bajo esta ideología".
-Laferrere y el conurbano aparecen con gran detalle en "Temporada de pejerreyes". ¿Qué importancia tiene para vos el lugar donde se desarrollan las historias y cómo influyó en la novela?
-Laferrere es la ciudad de mi infancia y adolescencia. El conurbano es el territorio donde pasé gran parte de mi vida. Creo que eso ya lo dice todo. Es el ámbito que me nutrió de experiencias, vínculos, saberes y espacios de formación. Hay una cultura del conurbano, por llamarlo de alguna manera, que está en mi ADN.
-La novela habla de cicatrices, de lo que tambalea y de la dificultad de armar algo cuando todo alrededor parece torcido. ¿De qué manera buscaste transmitir esas emociones al lector?
-Creo en la fuerza de las imágenes. A veces no se trata de decir, sino de mostrar. La novela tiene una narrativa anclada en esta concepción, en la potencia de una imagen para interpelar al lector y trasladarlo sensiblemente al núcleo de sus emociones.
-Marina Mariasch destaca la precisión de tu lenguaje, comparándola con el uso de la plomada y la tanza. Es muy interesante la comparación ¿Cómo trabajás el lenguaje y qué lugar ocupa en tu proceso creativo?
-En línea con lo que vengo diciendo, soy bastante visual. Mi primera herramienta es prestar mucha atención a los detalles, al punto de exigirle a mis ojos la minuciosidad del microscopio. A veces sueño con una asepsia imposible, una mirada no contaminada de subjetividad.
Al escribir parto de los elementos que retuve en mi retina y uso el lenguaje como linterna. El relato echa luz sobre las escenas y los personajes intentando que se vea más de lo que está dicho.
Lucho por que mi escritura no sea compleja, sino que ilumine un objeto, un suceso e incluso, una reflexión, para generar una relación directa entre imagen y sentidos.
-Después de "Donde mueren las mariposas", "Temporada de pejerreyes" es tu segunda novela. ¿Qué cambió para vos como escritora entre una obra y la otra y qué te inspira a seguir contando historias?
-Muchas cosas pasaron entre los momentos de producción de una y otra novela. Mi vida personal sufrió cambios profundos y trascendentes. Sin lugar a dudas, eso influyó en mi manera de mirar el mundo y en mi escritura.
Pero el deseo o la necesidad de contar historias no se modificó, en todo caso se potenció, se hizo una necesidad primaria, como comer o dormir. Por más que suene a cliché, escribir para muchas personas resulta sanador y yo formo parte de ese grupo.
¿Qué me inspira a seguir contando historias? Escribir es inhalar y exhalar. Es mi respiración, la bocanada de oxígeno que apacigua una realidad asfixiante.
Contar historias es abrir mi cabeza, ilusionarme con otros mundos posibles. Si no lo hiciera, viviría encarcelada entre las paredes descascaradas y sin ventanas de la rutina urbana. En la celda de los sujetos disciplinados.




