El Mosalini-Teruggi Cuarteto cumple diez años. Y lo celebra con “Tangueada”, un disco que condensa una década de trabajo minucioso, entre las raíces y la invención. El grupo, radicado en Francia pero atravesado por la memoria del Río de la Plata, vuelve a afirmar su estética: un tango de cámara, libre de etiquetas y con un sonido propio.
"Tangueada" propone una escucha atenta, sin concesiones. Hay una construcción colectiva que une el lirismo europeo con la tensión dramática del tango argentino. Cada pieza es parte de un territorio musical que desborda los géneros.
Juanjo Mosalini y Leonardo Teruggi, compositores e intérpretes centrales de esta propuesta, convocan en este álbum al violín de Sébastien Surel y al piano de Romain Descharmes.
El resultado es un lenguaje nuevo. Aquí, lo popular y lo académico no se enfrentan, se reconocen. En esta entrevista, los integrantes del cuarteto reflexionan sobre el trabajo compositivo, la escena europea y el modo en que un grupo argentino, desde Francia, piensa el tango del presente.
Gentileza producciónCompromiso
-Desde Europa, ¿cómo logran sostener el pulso genuino del tango sin que se diluya en la distancia o en un contexto cultural tan distinto al porteño?
-Juanjo Mosalini: La relación entre Buenos Aires y París siempre fue muy intensa, por lo tanto sostener el pulso genuino del tango es para mí más un problema de época que de geografía.
Desde este nuevo siglo varios protagonistas han logrado encontrar un vínculo sólido con nuestra tradición. Esperamos humildemente que el público sienta nuestro compromiso con las raíces tangueras pese a la distancia.
Paisajes
-"Tangueada" recorre paisajes muy diversos, desde Buenos Aires hasta los Andes, ¿Cómo esos territorios se transforman en música dentro del cuarteto?
-Leonardo Teruggi: El primer paisaje que surge al componer es un paisaje interior. Cada pieza construye un mundo en miniatura y a medida que avanza su composición se van definiendo sus climas y sus resonancias.
Adquiere así una especificidad casi irrevocable en la cual la coherencia aparece como una necesidad orgánica. Los paisajes reales alimentan en mi caso una dimensión espacial que plantea una relación a la intimidad o la energía particular en cada obra.
Así es como ese Buenos Aires que vive en mí me lleva a componer un tejido apretado, denso pero ágil, que vibra de una electricidad veloz e incesante, aunque eso no impida treguas que son por definición parciales.
Gentileza producciónEl recuerdo de lo andino en cambio me confronta a la soledad y la vanidad de querer hablar fuerte, ya que el vasto y callado paisaje nos obliga a la introspección. Eso dilata la música y cada objeto sonoro ocupa su espacio de forma solemne y natural.
Musicalmente hablando, las células características de los estilos nacidos en dichos paisajes sirven como brújulas o balizas.
No creo que podamos prescindir de ciertos ecos obligados en el público, simplemente hay que considerarlas como palancas preexistentes que sirven para llevarlos hacia otros paisajes personales.
Evolución
-A diez años del primer disco, ¿qué descubrieron sobre ustedes mismos como músicos y qué cosas se resignifican hoy al mirar hacia atrás?
-Juanjo Mosalini: "Que diez años no es nada, que febril la mirada". Los cambios que siento no están tan relacionados a los diez años de existencia del grupo sino más bien a la evolución de uno mismo frente al oficio.
Gentileza producciónSi tengo que subrayar una diferencia que emana de esos 10 años es el hecho de "sentirse en casa", o sea, no se trata de experimentar sino de nutrirse de las personalidades de cada uno de nosotros a la hora de generar nuevas ideas.
Torre de Babel
-La mezcla entre el lirismo francés y el tango argentino le da al grupo un carácter particular. ¿Cómo dialogan esas dos tradiciones dentro del repertorio?
-Leonardo Teruggi: Cada tradición musical tiende a poner un énfasis específico en ciertos gestos musicales y, a fuerza de repetición, a eso le decimos estilo. Así es como visto de lejos todo corre el riesgo de parecer una pequeña caricatura. No creo que le falte lirismo al tango ni ritmo a la música francesa.
Sin embargo, sí creo que al abrirse la geografía de los encuentros musicales nos encontramos en una especie de Torre de Babel de músicos. Cada cual habla en su lengua materna pero por suerte cada vez más tienen la experiencia de lenguas secundarias que facilitan el intercambio y la conexión.
Ya no es una música de amigos del barrio, como lo pudo ser el tango y ese detalle cambia todo. Nos toca inventar una nave, un idioma en común y una dirección. El secreto está en sacar lo mejor de cada músico del grupo, conocerlo para ponerlo en el lugar donde más se lucirá y podrá aportar su imaginario sonoro al proyecto.
Es música a medida: no escribo para bandoneón sino para Juanjo Mosalini, no para piano sino para Romain Descharmes, ni para violín sino para Sébastien Surel.
Gentileza producciónExperiencias compartidas
-Después de tantos escenarios compartidos y proyectos paralelos, ¿qué marcas personales lleva cada uno al cuarteto y cómo se entretejen al momento de crear algo nuevo?
-Juanjo Mosalini: Como lo decía antes, los aportes de los colegas son esenciales y son el epicentro hoy de las nuevas propuestas que hacemos. Sébastien trae toda su experiencia de solista, de improvisador y de músico multifacético, Romain aporta su sensibilidad, su toque siempre a disposición de los demás y una solidez inquebrantable.