"Multiinstrumentista" es un término que define bien a Gustavo Nasuti: toca la guitarra, el piano, el acordeón, compone, es arreglador y también se dedica a la docencia. Tiene hasta ahora siete trabajos editados y llevó su música a Brasil, Uruguay, España, Bélgica, Alemania y Finlandia.
Como intérprete, acompañó a Juan Falú, Tata Cedrón, Mono Fontana, Hugo Fattoruso, Emilio de la Peña, Vicente Correa, y Sergio Merce entre otros. También participó de varias ediciones del festival internacional Guitarras del Mundo.
Gentileza Eduardo GutiérrezHoy realiza conciertos con sus distintos proyectos (su grupo, el dúo Nasuti Gamba y su cuarteto), a la vez que conduce el espacio cultural Casa Sonora, un lugar de encuentro para la música popular independiente en el Conurbano Bonaerense.
Mutaciones
"Siete años", su nuevo disco, consta de nueve obras, de las cuales siete son composiciones propias. "El loco Antonio" de Alfredo Zitarrosa y "Gurisito" de Daniel Viglietti son las otras dos piezas elegidas.
"La idea filosófica de los septenios, que son ciclos de siete años en los cuales se producen mutaciones en la formación y desarrollo de la persona, la tomé metafóricamente en relación a las mutaciones artísticas o estéticas", comentó.
Gentileza producción"Además esa idea me resonó con el ciclo de siete años que transcurrió desde el momento que arme esta formación hasta que grabamos el disco", agregó en una entrevista.
Homenaje a "mis Beatles"
-El álbum combina composiciones propias con versiones de Zitarrosa y Viglietti. ¿Qué lugar ocupan en tu universo musical y cómo dialogan con tu lenguaje en el disco?
-Hay un universo sonoro en cada artista que se construye de múltiples maneras a través de los años, con todo lo escuchado, lo tocado y las vivencias conectadas con todo eso.
Ciertas músicas del Uruguay son fundamentales en mi universo, Viglietti como Zitarrosa son parte de eso, al igual que el grupo "Los que iban cantando" con Jorge Lazaroff a la cabeza, a quienes llamo "mis Beatles", Leo Masliah, Hugo Fattoruso entre otros.
El diálogo de ellos con mi música tiene poco que ver con cuestiones de estilo musical, más bien es una cuestión afectiva, que podría resumir con esa idea de Yupanqui: "lo que entra en la cabeza de la cabeza se va, lo que entra en el corazón se queda y no se va más".
Ensayos, conciertos y giras
-En tus palabras, hablás de "familia sonora". ¿Qué procesos o vínculos se fueron tejiendo con Mariano Gamba, Waldemar Garín, Ramiro Rey y Gabriel Loto para llegar a esa identidad grupal tan marcada?
-Con Mariano tocamos juntos hace 25 años, con Ramiro 20 y con Walde y Gabi más de 10 años. Fueron muchos ensayos, conciertos, giras compartidas. Eso va tejiendo una red de códigos comunes, se va construyendo un idioma grupal.
También la forma de trabajar en los ensayos, que son largos, distendidos, con improvisación, donde la música se aborda en su gran mayoría desde lo intuitivo, no desde una partitura. Eso genera un vínculo que se refleja en el sonido grupal.
Gentileza Eduardo GutiérrezUna utopía
-Tus trabajos siempre oscilaron entre lo popular y lo experimental, entre la sutileza del arreglo y la crudeza de la improvisación. ¿Qué lugar ocupa hoy la improvisación en tu obra y cómo se articula con la búsqueda melódica y emocional de "Siete años"?
-Desde hace muchos años tengo la utopía de conectar esos dos universos, el de la experimentación y el de la música popular, la cuestión pasa mucho más por el "cómo" se toca que por el "qué" se toca, y la improvisación está siempre presente desde la gestación de las ideas compositivas.
Lo experimental es una actitud hacia las cosas, no lo veo como un lenguaje musical en sí mismo, y la emocionalidad está en la persona, entonces la música es el instrumento o canal por donde fluye esa emoción.
Gentileza Eduardo GutiérrezUn gran motor
-Casa Sonora, el espacio que coordinás, se volvió un punto de encuentro para la música popular independiente. ¿Cómo influye ese entorno en tu propia manera de crear y entender la música?
-Me hace confirmar la riqueza de la diversidad y la importancia de los procesos colectivos como espacios de crecimiento, de alegría y de compartir. Eso es un gran motor que me empuja y me da sentido para seguir teniendo sueños.