"Celda 211": Netflix reabre las puertas del infierno carcelario

“Pase lo que pase tú no sales vivo de aquí”. La frase emerge de la voz rasposa de Malamadre (el personaje interpretado por Luis Tosar) y es una síntesis perfecta del clima de tensión que impregna “Celda 211”, la película española dirigida por Daniel Monzón, basada en la novela homónima de Francisco Pérez Gandul, que marcó un antes y un después en el género carcelario. Narra la historia de Juan Oliver (Alberto Ammann), un funcionario penitenciario que queda atrapado en un motín antes de arrancar su nuevo trabajo. Obligado a asumir la identidad de un preso para sobrevivir, se adentra en un mundo regido por la violencia, la lealtad y el poder.

El filme fue un éxito rotundo: ganó ocho premios Goya, incluyendo Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor (Tosar), y recaudó más de 13 millones de euros en taquilla. Su impacto trascendió las fronteras de España, llevándola a ser considerada un referente internacional. Carlos Boyero, uno de los críticos más influyentes de España, la apuntó como “una de las mejores películas que ha hecho el cine español en mucho tiempo”. Más aún, la crítica la ubicó entre las películas españolas más logradas de la historia, a la altura de las obras de Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem.

Los antecedentes de un fenómeno

El drama carcelario acredita una larga tradición cinematográfica que, en mayor o menor medida, influenció a “Celda 211”. “Papillon” (1973), el clásico basado en las memorias de Henri Charrière, muestra la lucha por la supervivencia en condiciones extremas. Su influencia es evidente en la representación de los presos como seres atrapados en un sistema que busca deshumanizarlos. En este sentido, aparece también un vínculo con “Fuga de Alcatraz” (1979), donde se muestra al sistema penitenciario como un espacio implacable que busca borrar por completo la individualidad de los prisioneros.

Otro enlace obvio que puede hacerse es con “La leyenda del indomable” (1967), el clásico con Paul Newman, que muestra a un interno rebelde que se enfrenta al autoritarismo carcelario. El Luke Jackson de Newman claramente es una inspiración para el Malamadre de Tosar, el líder del motín en “Celda 211”. También hay un eco de “Sueño de libertad” (1994), en la descripción de la camaradería y la resiliencia que se genera rejas adentro. Pero la referencia más clara es “Carandiru” (2003), película brasileña que muestra la dinámica de los presos durante un motín.

El salto a Netflix

“Lo importante es que no te confíes, no olvides nunca de dónde estás”, le dice uno de los policías a Juan antes de comenzar su inesperada sucesión de tribulaciones. Es uno de los ejes centrales de “Celda 211”, que quince años después de su estreno regresa, esta vez en forma de serie de Netflix. El estreno está programado para el 5 de febrero.

Este nuevo formato ofrece una oportunidad para explorar con mayor profundidad los temas que apenas se rozaron en la película. Algunas preguntas posibles cuya respuesta tal vez estará en la serie son: ¿Qué llevó a Malamadre a convertirse en líder de los presos? ¿Qué historias se esconden detrás de los reclusos secundarios? ¿Cómo se articulan las tensiones entre los guardias y los presos?

Netflix apuesta a llegar a una audiencia internacional que mostró interés por los dramas carcelarios con productos como la serie argentina “El marginal”, que tiene muchos puntos de conexión con “Celda 211”, “Orange Is the New Black” y “Vis a Vis”. “A la gente le gusta la autenticidad de las historias locales”, declaró sobre el proyecto Bela Bajaria, directora de contenidos de Netflix, según cita el portal 20 minutos. Lo cierto es que, en un contexto donde los derechos humanos y la justicia social están en el centro del debate, la serie busca ser un thriller atrapante y una reflexión crítica.

¿Por qué ahora?

La decisión de adaptar “Celda 211” no es casual. En un momento en el cual las plataformas de streaming necesitan producir contenido capaz de alcanzar audiencias amplias, recurrir a una obra con antecedente tan sólido como una película exitosa, es una estrategia que parece viable. Además, el interés por historias sustentadas en las injusticias del sistema carcelario sigue siendo fuerte.