Historia desconocida: una monja alemana fue la impulsora de extender la cerveza por toda Europa
Se tarta de Benedictina Hildegard von Bingen, una monja que vivió en el siglo XI, quien logró crear una cerveza con conservantes para que todo el continente pueda tomarla.
Historia desconocida: una monja alemana fue la impulsora de extender la cerveza por toda Europa
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La cerveza es la tercera bebida más consumida del mundo y tiene una gran historia que guarda secretos y detalles que muchos de sus fanáticos desconocían. La bebida alcohólica siempre estuvo vinculada a los hombres, pero fueron las mujeres quienes fueron claves en su creación y control.
Las mujeres fueron las primeras en hacer cerveza, ya que al ser algo de cocina se consideraba ideal para el rol doméstico de la mujer. Las recetas se pasaban de madres a hijas por generaciones y las mujeres tenían el control absoluto de la producción, que era consumida por toda la población.
Ya hay registros de cerveza en el 2000 a.C., en los territorios de Sumeria, hoy Irán. Las mujeres eran responsables de preparar esta bebida que daba ánimos a los constructores de la civilización y era un eje social. Las sumerias producían todo tipo de cerveza: blanca, negra, roja, del inframundo, de trigo, cerveza madre y cerveza para sacrificio.
Estas primeras cervezas carecían de cualquier conservador, por lo que la producción era extremadamente local. Fue hasta el siglo XI que la monja Benedictina Hildegard von Bingen, mística y herbalista, introdujo el uso de lúpulo para preservar el líquido y dar amargor, y transformó la elaboración de la bebida. Al día de hoy von Bingen es considerada una santa patrona de la cerveza.
Benedictina Hildegard von Bingen, la monja alemana que posibilitó la expansión de la cerveza por Europa.
La producción de cerveza se extendió por toda Europa y el Nuevo Mundo, siempre controlada por mujeres, conocidas como alewives o brewsters. En casas, tabernas, fiestas, cualquier género, raza y edad tenía acceso a esta bebida. El control de calidad de la cerveza era muy estricto, y las mujeres acusadas de adulterar o producir mala cerveza eran sujetas a castigos como azotes, ser arrojadas al agua o, según un grabado en piedra en Ludlow, Inglaterra, ser arrastradas al infierno por demonios.
La iglesia separó a las mujeres de la cerveza
La asociación entre mujer y cerveza terminó con la Iglesia católica. Otro de los símbolos que distinguían a una casa cervecera era un talismán similar a la estrella de David, seis puntas que representaban los ingredientes de una buena cerveza: lúpulo, granos, malta, levadura, agua, y la mujer cervecera.
Los esfuerzos para separar mujeres y cerveza también tenían como intención evitar que se “distrajeran” de su “propósito principal”: la maternidad. Fue por eso que en 1540 la ciudad de Chester prohibió hacer cerveza a toda mujer entre 14 y 40 años; el margen de edad que consideraban apropiado para tener hijos. Por toda Inglaterra se propagaron chismes de antisalubridad y mañas de negocio para eliminar a las mujeres de la industria.