En mayo de 1962, el cielo de Sauce Viejo recibió al Cessna 210 bautizado "The Spirit of Mariano Moreno". Al mando iba Miguel Ángel Fitzgerald.
En mayo del año 1962, el avión Cessna que cruzó América sin escalas al mando de Miguel Fitzgerald, tocó tierra santafesina. Una historia para redescubrir.

En mayo de 1962, el cielo de Sauce Viejo recibió al Cessna 210 bautizado "The Spirit of Mariano Moreno". Al mando iba Miguel Ángel Fitzgerald.
El piloto de 35 años acababa de ingresar en los registros históricos de la aviación mundial tras unir Nueva York y Durazno (Uruguay) tras sobrevolar Buenos Aires. Lo hizo en un solo vuelo, sin reabastecimiento, en 47 horas y 52 minutos.
Fitzgerald había despegado el 6 de abril a las 4:38 desde Idlewild (actual JFK), en los Estados Unidos, con rumbo a Sudamérica. Aterrizó el 8 de abril a las 4:31 en Durazno tras atravesar los cielos sin escalas ni asistencia técnica.
Fue la primera vez en la historia de la aviación que se completó un vuelo sin reaprovisionamiento entre las dos ciudades de América: Nueva York y Buenos Aires (aunque finalmente aterrizó en Durazno por razones técnicas).
Lo logró a bordo de una aeronave monomotor Cessna 210 de 260 HP, modificada especialmente para resistir la travesía. La adaptación fue clave: se le incorporaron tres tanques extras en la cabina, que se sumaron a los dos originales de las alas, elevando la capacidad de combustible de 300 a 1.900 litros.
Esto permitió una autonomía de vuelo de hasta 60 horas. El sobrepeso alcanzó un 67% adicional, lo que equivalía a llevar 13 pasajeros más del límite habitual. Para proteger la estructura en el aterrizaje, se añadió una pequeña rueda en la cola, evitando que el avión se volteara o dañara el tren de aterrizaje.
Uno de los tramos más arriesgados fue el cruce de la Cordillera de los Andes por Antofagasta, realizado de noche y sin visibilidad total. "Por momentos no sabía si lo que tenía delante era una montaña o una masa de nubes", relató Fitzgerald a El Litoral según consta en un artículo de 1962.
También recordó que al despegar de Nueva York lo aguardaban autobombas listas para intervenir, ya que el avión, por su configuración de emergencia, podía transformarse "en una antorcha".
Fitzgerald estuvo casi 60 horas sin dormir, incluyendo las 10 previas al despegue. Para resistir el agotamiento, diseñó un sistema que le permitía hacer cuatro siestas de 10 minutos gracias a un reloj automático con alarma.
El piloto usó un sistema Navo-matic que mantuvo estable la aeronave durante esos breves descansos. Llevaba a bordo un bote inflable, chaleco salvavidas puesto desde el despegue, alimentos energéticos y píldoras contra el sueño que, según dijo, no necesitó usar.
El aterrizaje en Sauce Viejo se produjo al anochecer del 8 de mayo, justo un mes después de su arribo a Uruguay. Fitzgerald estaba acompañado por el piloto Horacio Franco, quien lo seguía en otra aeronave.
El "Spirit of Mariano Moreno" fue recibido con admiración en el aeródromo santafesino, como parte de una gira por varias ciudades argentinas para difundir el rendimiento del Cessna 210 y homenajear el valor de los pioneros aéreos.
El avión despegó la mañana siguiente, rumbo a Goya y otras localidades del litoral.
¿Por qué "The Spirit of Mariano Moreno"? Fitzgerald eligió ese nombre como un tributo al prócer de la Revolución de Mayo. "Sus principios no deben olvidarse nunca", explicó el piloto.
Fitzgerald, que comenzó a volar planeadores a los 16 años, y jugaba con avioncitos desde los tres, ya acumulaba más de 5.000 horas de vuelo y era ex piloto de Aerolíneas Argentinas y Transatlántica.
Un par de años después de su paso por Sauce Viejo, con su avión Cessna bautizado Don Luis Vernet, voló hacia las islas Malvinas y aterrizó en la pista del hipódromo de Puerto Stanley.
Enarboló una bandera argentina, y exigió infructuosamente ser recibido por el gobernador británico, para reclamarle por la soberanía argentina sobre el archipiélago. Pero esa es otra historia.




