Halloween es una fiesta con raíces antiguas que hoy se celebra la noche del 31 de octubre en muchos países del mundo. Su origen proviene de la celebración celta de Samhain, que marcaba el fin del año y, según la tradición, facilitaba el contacto entre vivos y muertos.
Con el tiempo la festividad se mezcló con las celebraciones cristianas de Todos los Santos y, más tarde, con costumbres traídas por inmigrantes a Estados Unidos.
La idea esencial es sencilla: símbolos, disfraces y rituales que surgen de la creencia en una noche en que el velo entre mundos se adelgaza.
Este 2025. Donald y Melania Trump recibieron niños en la Casa Blanca. Reuters.Entre los iconos más conocidos figuran murciélagos, gatos negros, arañas y la jack-o’-lantern, la calabaza tallada que reemplazó nabos y remolachas en Estados Unidos. Además, prácticas sociales como pedir golosinas con “trick or treat” derivan de costumbres antiguas de pedir comida o intercambiar favores por protección.
Hoy la celebración adopta formas muy distintas según el lugar. En Estados Unidos se transformó en un gran evento comercial y social; en países europeos conserva rasgos populares y en regiones de Latinoamérica convive con tradiciones propias, como la versión mexicana “Quinto para mi calavera”, donde los niños recolectan donativos en alcancías.
También aparecen alternativas religiosas, como Holywins, que proponen disfraces de santos y actividades litúrgicas la misma noche.
Origen histórico y símbolos
El núcleo histórico de Halloween se remonta a Samhain, una celebración celta anterior al cristianismo que se practicaba hace unos 6.000 años, según las fuentes consultadas. Esa noche marcaba el cierre del ciclo agrícola y la creencia popular atribuía a los espíritus mayor actividad.
Con la llegada del cristianismo, las fiestas de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos quedaron cercanas en el calendario y generaron un sincretismo cultural. Más tarde, la emigración irlandesa al siglo XIX llevó muchas de estas costumbres a Norteamérica, donde evolucionaron hacia el formato festivo y comercial que se observa hoy.
Los símbolos actuales tienen explicaciones concretas: las calabazas talladas proceden de la leyenda irlandesa de “Stingy Jack” y sustituyeron nabos y otros vegetales por su mayor tamaño en América; los colores naranja y negro remiten a la cosecha y a la noche; y los disfraces buscaban originalmente confundir o ahuyentar espíritus.
Prácticas, controversias y datos llamativos
El “truco o trato” actual procede de viejas costumbres de pedir comida o dinero a cambio de canciones o pequeñas actuaciones, llamadas guising en Escocia e Irlanda. En Estados Unidos la fiesta se consolidó en el siglo XIX y luego se convirtió en una de las celebraciones más comerciales, sólo detrás de la Navidad en gasto anual.
Linternas Jack-O durante un evento de desfile de calabazas en Ontario, Canadá. Archivo.Existen prohibiciones y normas locales curiosas: en Alabama está prohibido disfrazarse de sacerdote y en algunos municipios de Illinois se limitan las actividades para menores de cierta edad, según OkDiario. Además, algunos refugios de animales suspenden adopciones de gatos negros por temor a abusos en octubre, un dato que muestra consecuencias prácticas de la celebración.
“¿Cómo hace el demonio para alejarnos del camino de Jesús? La tentación comienza levemente, pero crece: siempre crece. Segundo, crece y contagia a otro, se transmite a otro, trata de ser comunitaria. Y al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Crece, contagia y se justifica” [Papa Francisco, papa]
En la esfera religiosa algunos sectores recomiendan límites. El P. Jordi Rivero indicó que disfrazarse no es en sí malo si se respeta el pudor y la moral, y que surgió celebraciones alternativas como Holywins para ofrecer una opción coherente con la fe, según ACIprensa del 20 de octubre de 2022.
La fiesta también genera récords y fenómenos populares: en Illinois se registró un récord Guinness por el encendido simultáneo de 30.919 calabazas, y Keene, New Hampshire, reunió más de 30.000 jack-o’-lanterns en otra ocasión, lo que ilustra la dimensión festiva y comunitaria de la celebración.
En la práctica, Halloween convive con tradiciones locales, expresiones religiosas y normas municipales, y deja consecuencias humanas y sociales palpables como las restricciones en adopciones, campañas de prevención y alternativas comunitarias que buscan armonizar la celebración con valores diversos