Un intenso ciclón extratropical provocó daños severos en al menos 20 municipios del estado de Río Grande do Sul, Brasil, con vientos de más de 100 km/h y varios decretos de calamidad, según confirmó MetSul Meteorologia en su último reporte.
Vientos superiores a 100 km/h provocaron daños en al menos veinte localidades costeras, algunas conocidas por sus playas visitadas por argentinos.

Un intenso ciclón extratropical provocó daños severos en al menos 20 municipios del estado de Río Grande do Sul, Brasil, con vientos de más de 100 km/h y varios decretos de calamidad, según confirmó MetSul Meteorologia en su último reporte.
La costa norte del estado fue la zona más afectada: Capão da Canoa declaró estado de calamidad tras derrumbes parciales en construcciones, techos arrancados y cortes masivos de electricidad. En Imbé, postes y árboles cayeron sobre calles y vehículos, y parte del garaje municipal se desplomó sobre la emblemática Puente Giuseppe Garibaldi .
En Balneário Pinhal y Cidreira se reportaron destechamientos generalizados y apagones eléctricos. Capivari do Sul sufrió la caída de postes sobre la ruta RSC‑101; en Caraá varias comunidades quedaron sin energía tras destrozos en estructuras e interrupción del servicio.
En el centro del estado, Cachoeira do Sul enfrentó inundaciones en la ruta BR‑153, mientras que Erechim registró el colapso parcial de un domicilio. Otros municipios como Barra do Ribeiro, Cerro Grande do Sul, Itati y Maquiné sufrieron cortes de luz, daños en techos y aislamiento parcial por caída de postes.
Con la mejora del clima prevista para el día martes 29 de julio de 2025, equipos municipales, concesionarias eléctricas y Defensa Civil trabajan intensamente en tareas de limpieza, restauración del suministro y distribución de lonas para viviendas afectadas .
Ráfagas
Las ráfagas más intensas llegaron a 127 km/h en Cambará do Sul, y en zonas como Canguçu y Porto Alegre se registraron velocidades entre 102 km/h y 106 km/h durante la mañana del lunes 28 de julio.
Aunque el fenómeno ya se aleja del continente, sus efectos todavía provocan fuerte oleaje en las costas del sur y sudeste brasileño, con riesgo de erosión costera y mar agitado, según MetSul.




