El tamaño de un país puede influir en su capacidad para proyectar poder y establecer relaciones internacionales. Sin embargo, un país pequeño con una sólida base de conocimiento puede tener más influencia que un país grande con un liderazgo débil y una baja tasa de alfabetismo. En este sentido, Nelson Mandela acuño una frase memorable: "La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo". En la actualidad, la rivalidad entre Estados Unidos y China trasciende las fronteras tradicionales de la economía y el comercio, adentrándose en el terreno del conocimiento.
Esta "Guerra Fría del Conocimiento", representa una batalla por la supremacía en ciencia, tecnología e innovación, donde el dominio intelectual no solo impulsa el crecimiento económico, sino que redefine el poder global. Mientras China acelera su ascenso con inversiones masivas y logros científicos que avivan un fervor nacionalista, Estados Unidos enfrenta el desafío de mantener su liderazgo histórico, en un contexto marcado por proteccionismo y tensiones crecientes. Los avances chinos son extraordinarios y multifacéticos.
En física, China ha recuperado la corona mundial en investigación, superando a Estados Unidos en contribuciones a revistas prestigiosas como Nature. Beijing lidera en ciencias de la Tierra, físicas, químicas y medioambientales, según el Nature Index. En biotecnología, logros como mantener vivo a un mono durante seis meses con un riñón de cerdo genéticamente modificado, o el desarrollo de una nanovacuna contra el cáncer de mama con una tasa de inhibición tumoral del 89,3% en ratones, destacan el potencial para resolver crisis globales como la escasez de órganos.
En el espacio, proyectos como una central solar orbital o el cohete Long March-9, capaz de transportar 150 toneladas, posicionan a China como competidor directo de la NASA. En el campo de la inteligencia artificial (IA) el gigante asiático tampoco se queda atrás: modelos como DeepSeek-V3 y Qwen 2.5 de Alibaba desafían a competidores como ChatGPT de OpenAI. Todos estos avances chinos no son casuales. Beijing invirtió aproximadamente 500 millones de euros en investigación y desarrollo en 2024, un 8,3% más que el año anterior, priorizando la autosuficiencia tecnológica.
Esta estrategia nutre un orgullo nacionalista exacerbado por los medios estatales, como el Diario del Pueblo o el Guangming Daily, que retratan estos avances como victorias sobre Estados Unidos. Un estudio de fDi Intelligence -división del grupo editorial británico Financial Times- aporta un dato que ilustra la importancia que China le asigna a la carrera por el conocimiento. La pesquisa revela que las universidades chinas produjeron más doctorados en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, en inglés) que sus contrapartes estadounidenses en el último año comparable.
Esto sugiere una diferencia en la competitividad futura entre las dos economías más grandes del planeta. En ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (campos STEM), Estados Unidos en el año 2000 otorgó 19 mil doctorados, mientras que China 7 mil quinientos. En 2022, China tuvo 51 mil doctorados y Estados Unidos 34 mil. Analistas del Centro de Seguridad y Tecnología Emergente de Georgetown, señalan que la diferencia de la población de China y Estados Unidos afecta la competencia en términos numéricos.
No obstante, los datos exhibidos sobre la formación de talento de alto nivel reflejan cómo China ha escalado en la producción de conocimiento, lo que promueve el regreso de científicos destacados que trabajaban en Occidente. Desde la perspectiva de la Teoría de Juegos, esta rivalidad evoca la "Trampa de Tucídides": una potencia declinante (Estados Unidos) teme el ascenso de una emergente (China), generando tensiones que podrían llevar a confrontaciones.
Esta lucha no es solo tecnológica; impacta valores globales. Estados Unidos impone restricciones para desacoplar cadenas de suministro, pero China responde con innovación autóctona, como robots militares o apps como Xiaohongshu, que conectan usuarios pese al "Gran Cortafuegos", denominación que refiere al sistema de vigilancia de Internet implementado por el gobierno chino. Uno de los riesgos de este nuevo mundo bipolar es la erosión del multilateralismo y la estabilidad global. La pugna por el conocimiento redefine el orden internacional.
China, con su patriotismo científico, cierra brechas históricas, mientras Estados Unidos busca recuperar terreno. Ambas potencias saben que la información es poder, y que el conocimiento es la llave para usar ese poder en el plano internacional. Así las cosas, el futuro será consecuencia de una rivalidad que fomenta la innovación y el desarrollo o de una competencia que agudiza divisiones.
(*) Analista internacional, especialista en Defensa, Magíster en Smart Cities, docente universitario.