Jair Bolsonaro, de 70 años, recibió el diagnóstico de cáncer de piel luego del análisis patológico de ocho lesiones extirpadas el domingo. Dos arrojaron carcinoma de células escamosas “in situ”. Fue dado de alta y continuará con controles médicos.
El ex presidente brasileño, de 70 años, recibió el diagnóstico de carcinoma de células escamosas en dos lesiones extirpadas en Brasilia. Fue dado de alta tras ingresar por vómitos y baja presión, y continuará con controles periódicos. El parte llega a una semana de su condena a 27 años y 3 meses por intento de golpe.

Jair Bolsonaro, de 70 años, recibió el diagnóstico de cáncer de piel luego del análisis patológico de ocho lesiones extirpadas el domingo. Dos arrojaron carcinoma de células escamosas “in situ”. Fue dado de alta y continuará con controles médicos.
El boletín del DF Star detalló que el expresidente brasilero ingresó el martes por vómitos, mareos y baja presión. Mejoró con hidratación y fármacos endovenosos, y se indicó seguimiento clínico por el hallazgo oncológico temprano. El cirujano Cláudio Birolini habló de un cuadro “intermedio” que requiere vigilancia.
El ex mandatario arrastra complicaciones desde el atentado de 2018 y fue operado varias veces. Esta semana volvió a ser internado; al alta, el hospital confirmó la necesidad de controles ante el carcinoma cutáneo. Reuters consignó que las lesiones fueron retiradas sin complicaciones.
En paralelo, la Primera Sala del STF lo condenó a 27 años y 3 meses por el intento de golpe tras 2022. Permanece con arresto domiciliario ordenado en agosto mientras el fallo atraviesa etapas formales y recursos.
Tras la lectura del acta prevista para el 23 de septiembre, el STF tiene hasta 60 días para publicar el acórdão. Desde allí, la defensa dispone de cinco días para presentar embargos de declaración. Son recursos que rara vez cambian el resultado, pero fijan el camino de apelación.
El cuadro médico y el frente judicial se cruzan en un punto clave: su salud será argumento de la defensa, pero el proceso penal tiene plazos propios. En Brasilia, el reloj institucional sigue corriendo más rápido que cualquier pronóstico clínico.




