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PEDRO CHEREP
"Después de tantos reclamos, vinieron a arreglar las luces del sector sur del parque que da a Santiago de Chile, incluido farolas de esta última calle. Eso fue la semana pasada. Hoy debo decir que estamos cada vez peor: hay dos luminarias que funcionan y el resto volvió a la oscuridad total. He de agregar que el puente sobre calle Salvador Caputto sigue clausurado por un socavón, sobre lo que ya van varios meses sin solución, y las calles Crespo y Sáenz Peña están con la obra paralizada. Creo que la ciudad está dividida en dos: en antes y después de avenida Freyre. Pero las autoridades de Santa Fe deben entender que la ciudad es una sola y que todos los vecinos merecemos el mismo respeto. Es la tercera o cuarta vez que la empresa privada repara las luces y todo sigue igual… ¿¿Quién controla a esa empresa?? Gracias por el espacio".
MARÍA DE BULEVAR GÁLVEZ
"Como siempre, y para variar en época de elecciones, tenemos que soportar los camiones aturdidores con la publicidad led a todo volumen, yendo y viniendo por el Bv. Gálvez, como si fuera el principio y fin de toda Santa Fe. Después hablan de querer lo que nosotros queremos, de los vecinos y sus necesidades, de lo mejor para Santa Fe, y no respetan lo básico: las ordenanzas de convivencia. Son puro relato. Son de lo peor todos y cada uno de los políticos de esta ciudad. Estoy harta de soportar los móviles a todo volumen. Pero se rasgan las vestiduras hablando de sus bondades y proyectos. Mentirosos todos. Gracias por publicar mi reclamo".
M.L.
Poletti: así lo llamamos porque en realidad no sabemos si es médico o intendente, ¿tanto problema para hacer confeccionar nuevas banderas que identifiquen a Santa Fe? En estos momentos sería tan fácil... Las que se observan, en plazas y paseos, son banderas llenas de mugre, tal como está la ciudad... Poletti: hace quince 15 días le dije en su propia cara, en una charla en la cual los dos nos mostramos amables y educados, que vivo en una calle donde hace como 1 año y medio que no pasa el basurero. Usted me dio el teléfono de su secretario, que ahí permanece mudo, y me prometió venir a caminar conmigo esas dos cuadras para observar la zona. La verdad que yo no tengo ganas de caminar a su lado, pero haría el sacrificio para que usted se detenga a ver las necesidades que tenemos. Le recuerdo que estoy re cansada de caminar todos los días hasta el parque a dejar la basura que el recolector no me retira. Otra cosa, Dr. Poletti, ahora, en lugar de arreglar las calles de la ciudad debidamente, que son las verdaderas y urgentes necesidades ciudadanas que tenemos, quiere ocuparse de atraer al turismo, lo que no estaría mal si las calles, como le decía, estuvieran en las buenas condiciones que nos merecemos los que pagamos religiosamente los impuestos. Intendente: a su alrededor tiene un puñado de jóvenes (un verdadero semillero con ganas de aprender) que si los supiera conducir lo recordaríamos a usted por años; como el caso de las operadoras que son las únicas que atienden bien, con simpatía y tratan de canalizar los reclamos que uno les presenta".
EFRAÍN HUGO PÁEZ DE LA TORRE
El 19 de junio de 1976, el Teniente de Fragata Infante de Marina Jorge Omar Mayol se arrojó sobre una granada lanzada por terroristas en el curso de un allanamiento, inmolándose para salvar la vida de cuatro camaradas.
Nos viene a la memoria la canonización del franciscano San Maximiliano Kolbe por parte del Papa Juan Pablo II el 10 de octubre de 1982, declarándolo "mártir por la Caridad", al haber ofrecido su vida para morir en lugar de otro prisionero judío y padre de familia, en el campo de concentración de Auschwitz.
Por esa razón, creo que el ejemplo de heroísmo del Teniente Jorge Omar Mayol no debe caer en el olvido de los argentinos, que vivimos en una Argentina libre.
CÉSAR MALATO (*)
En una Argentina asediada por el vaciamiento institucional, la persecución judicial y la entrega económica, el poder real busca disciplinar a quienes incomodan su dominio. Pero el intento de acallar voces y doblegar voluntades puede tener un efecto inesperado: despertar la memoria, la conciencia y la organización de un pueblo que no está dispuesto a resignarse. Se está practicando una post legalidad: es decir cuando la ley ya no importa. Vivimos épocas en nuestro país, en el mundo, en Latinoamérica, que podríamos definir claramente como de post legalidad. Una etapa en la que las leyes, las normas, los acuerdos sobre los que se fueron construyendo, año tras año -acá en Argentina, por ejemplo, durante los últimos 40 años de democracia ininterrumpida-, ya no tienen la validez que tenían en momentos anteriores de esta misma democracia.
Así como se menciona -y hace rato lo vienen diciendo especialistas- la cuestión de la post verdad, que no importa cuál sea la verdad sino la construcción de esa verdad a partir de distintos grupos de poder, medios y herramientas que la instalan en el sentido común, ahora parece que lo que está dominando es la post legalidad: no importa la ley, no importa lo legal, sino la acción que determinados grupos, gobiernos o esas mismas usinas instalan en el sentido común. Esa post legalidad no solo implica la omisión y el irrespeto a las leyes y normas, sino también cómo se modifican esas normas y procedimientos para favorecer ciertas acciones a favor de determinados intereses.
Por ejemplo, la que dictó la Corte Suprema para inhabilitar y detener a Cristina Fernández de Kirchner es una sentencia llena de irregularidades y, además, escrita y dictada a pedido de las usinas mediáticas y económicas al servicio de los poderes concentrados, y también escrita, presentada y sancionada por determinados jueces, fiscales y otros integrantes del Poder Judicial...
Esta situación, claramente, distorsiona el Estado de Derecho, invalida derechos civiles y sociales que supimos conquistar a lo largo de años de democracia y luchas sociales, e instala una nueva legalidad funcional a un modelo económico regresivo y excluyente. Ese modelo económico -prácticamente un calco del que anunció Martínez de Hoz en 1976- busca achicar el Estado, liquidar el patrimonio público, excluir a trabajadores y beneficiar únicamente a los sectores concentrados. Se traduce en desocupación, precarización, endeudamiento feroz y pérdida de soberanía.
Mientras el gobierno avanza con una violencia institucional sin precedentes, también crece la resistencia silenciosa pero firme. La prisión domiciliaria a Cristina Fernández de Kirchner, con vigilancia reforzada y restricciones absurdas, es apenas la última postal de una estrategia de disciplinamiento político y simbólico. Una estrategia que, sin embargo, puede volverse contra quienes la diseñaron. Porque esa figura saludando desde un balcón, privada de libertad pero llena de dignidad, produce algo inesperado: moviliza. Conmueve. Organiza. La Plaza de Mayo desbordada y las manifestaciones en todo el país y en el mundo lo prueban. Incluso sin candidatura, incluso sin tribuna, incluso con el cerco mediático: la gente fue. Escuchó. Lloró. Se abrazó.
Ese acto mínimo, ese gesto sencillo, descoloca a quienes siempre hablaron de odio y venganza. Despierta algo más profundo que una adhesión: despierta memoria, conciencia, gratitud y también bronca ante tanta injusticia. Una bronca que no paraliza, sino que se transforma en presencia colectiva, en bandera, en defensa de la democracia herida. El contraste con la impunidad de otros actores del poder, como Mauricio Macri y su deuda eterna con el Estado, o los jueces que compartían canchas de pádel en Olivos mientras tejían fallos, agrava el hartazgo ciudadano. La doble vara ya no engaña a nadie.
Nos preguntamos si hay otro lugar en el mundo donde una ex presidenta movilice a medio millón de personas sin siquiera estar en campaña. Y la respuesta es no. Esa mística, ese vínculo que sobrevive al ataque sistemático, es parte de la historia profunda de nuestro pueblo.
Todavía estamos a tiempo. Vendrán días difíciles, sí. Pero la salida no es ni el exilio ni la resignación. La salida es la organización, la unidad en la diversidad, la construcción de un proyecto de país que vuelva a poner en el centro a la justicia social, la dignidad del trabajo, la soberanía y la alegría de luchar.
Aún en medio del dolor y la injusticia, hay algo que no pudieron ni podrán quitar: la convicción de que vale la pena defender lo que nos pertenece. Y que cuando se despierta la bestia dormida, ya nada puede detenerla.
(*) Militante peronista y asociativista
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