Un 25 de diciembre, hace muchos, muchos años, nació un hombre que cambió la historia de la humanidad para siempre. No, no es Jesucristo. Es Isaac Newton.
Aunque parezca una irreverencia…

Un 25 de diciembre, hace muchos, muchos años, nació un hombre que cambió la historia de la humanidad para siempre. No, no es Jesucristo. Es Isaac Newton.
Efectivamente, el 25 de diciembre de 1642, en Lincolnshire, Inglaterra, nació Isaac Newton. Probablemente, el científico más grande de todos los tiempos. Aunque pueda parecer irreverente, puede decirse que la influencia de Newton en el pensamiento moderno es en muchos aspectos mayor a la de Jesús. Mientras que las enseñanzas de Jesús rigen básicamente en el mundo cristiano, los aportes de Newton a la ciencia rigen en todo el mundo. De hecho, en todo el universo. Y aún después del desarrollo de la relatividad y la mecánica cuántica a principios del siglo XX las leyes de Newton siguen aplicándose cotidianamente en infinidad de problemas de física e ingeniería.
La cultura popular muestra a Newton recostado contra un manzano en el jardín de su casa, cuando una manzana que le cayó en la cabeza lo lleva a descubrir la ley de gravedad. No se sabe cuánto de verdad hay en esta historia. Lo que es seguro es que la caída de una manzana no puede haber sorprendido a Newton. Que las cosas se caían era sabido desde muchos años antes. Aristóteles y Galileo, entre otros, habían estudiado el tema y enunciado sus propias leyes sobre la caída de los cuerpos. Lo que sorprendió a Newton no fue que una manzana se cayera, sino que la Luna no hiciera lo mismo, siendo que ambas están suspendidas a una cierta altura y sujetas, por lo tanto, a la gravedad terrestre.
Newton demostró que la Luna también cae, pero de una manera especial. Para entender el razonamiento de Newton, supongamos que estamos de pie, con una manzana en la mano. Si la soltamos, la manzana caerá verticalmente a nuestros pies. Si en vez de soltarla, la arrojamos hacia adelante, la manzana también caerá. Pero no a nuestros pies sino un poco más allá. Y no verticalmente sino según una trayectoria curva. Más fuerte la tiramos, más lejos caerá y más abierta será la curva que describa. Podemos suponer que, si la tiramos con suficiente fuerza, la curvatura de la trayectoria de la manzana acompañará la curvatura de la Tierra. En esas condiciones, la manzana nunca llegará al piso. Mientras su trayectoria se curva hacia la superficie de la Tierra, la superficie de la Tierra también se curva, alejándose de la manzana. La manzana quedará girando alrededor de la Tierra sin terminar de caer. Eso es exactamente lo que hace la Luna cuando permanece en órbita alrededor de la Tierra. Una órbita es una caída infinita que nunca termina.
Mientras que el problema de la caída de los cuerpos había sido esencialmente resuelto por Galileo unos años antes, la ley de gravedad de Newton permitió entender cómo se mueven los planetas. Tuvo su triunfo más notable a mediados del siglo XIX en el descubrimiento del planeta Neptuno. Las observaciones sobre Urano (el planeta más lejano conocido hasta ese momento) no seguían las predicciones de las leyes de Newton. O las leyes de Newton estaban equivocadas o algún otro planeta, aún no descubierto, perturbaba el movimiento de Urano. El astrónomo francés Urbain Leverrier y su colega inglés John Adams calcularon dónde debía estar ese planeta desconocido para afectar a Urano como lo hacía. Escribieron a sus respectivos observatorios y les pidieron que enfocaran sus telescopios al punto calculado. En septiembre de 1846 el planeta fue identificado por el astrónomo alemán Johann Gottfried Galle, en el observatorio de Berlín.
Los aportes de Newton a la ciencia no se limitan a la ley de gravedad. Fue, junto al alemán Gottfried Leibniz, el creador del cálculo infinitesimal; demostró que la luz blanca es una suma de colores; enunció las tres leyes de la mecánica y estudió el comportamiento de los líquidos viscosos. Además, fue miembro del Parlamento Británico representando a la Universidad de Cambridge y director de la Casa de Moneda. Por todo esto, y mucho más… ¡Feliz Newtondad a todos!
(*) Docente y divulgador científico.




