En la madrugada de ayer dos mujeres llegaron a la Seccional 6a cargando con una niña de apenas dos años.
Las mujeres, ambas vecinas de Barranquitas, dieron a entender que habían encontrado a la niña cuando caminaba sin rumbo en medio de la noche fría.
Sus dichos alarmaron los uniformados que comenzaron a hacer averiguaciones para establecer de dónde había salido la criatura.
Según una primera versión de los hechos la nena apareció no lejos de la dependencia, en la esquina que forman Iturraspe y Brasil.
Pero las diligencias ordenadas al personal de calle no arrojaron resultados ciertos, entonces se pudo ver que el cuadro era confuso.
Alguien advirtió ciertas lesiones que aparte del abandono sufrido parecían indicar que la niña había sido abusada sexualmente. Luego, las mujeres aportaron otra versión que hizo posible la localización del padre de la menor.
Las mujeres hablaron con más claridad o los policías las escucharon más atentamente, pero en lo esencial el relato se modificó radicalmente.
Ellas habían llevado a la comisaría a esa niña cuyo cuidado les había confiado su propio padre. El hombre coincidió con ellas en sede policial y agregó que eso había hecho para poder trabajar esa noche.
Las mujeres le dieron la razón, pero con motivo del probable abuso, la niña no fue devuelta inmediatamente a su progenitor sino que fue llevada a un centro médico.
Luego, en el hospital de Niños Dr. Orlando Alassia los profesionales que examinaron a la criatura concluyeron que el presunto abuso nunca existió y entonces sí, la nena regresó a casa.
No obstante, el caso de esta niña motivó, como de práctica, la intervención de la Sección Delitos Contra la Integridad Sexual de la URI.
El caso es que el padre que trabaja durante las noches no confía en el cuidado que la propia madre -enferma- pueda brindar a la niña. Una imaginación febril o una mentalidad prejuiciosa, hizo el resto.































