Domingo 4.8.2019
/Última actualización 14:03
Hay algo que no se negocia en Unión y es la identidad, el estilo, el funcionamiento. Hay una suerte de “idioma Madelón” que hay que saber entender para poder jugar. El que puede aportar fútbol lo aporta, pero no exento de sacrificio, de entrega, de recorrido. Puede tener momentos, pero no se “desmadra” en los malos. Por ejemplo, hubo un pasaje del primer tiempo en el que Defensa y Justicia le manejó la pelota. Porque juega bien Defensa, tiene intérpretes de buen pie y suma mucha gente en el mediocampo. Además, Unión no tuvo un correcto trabajo de corte en ese sector, porque no tuvo una buena mañana Javier Méndez (tampoco jugó mal) ni tampoco se destacó Jalil Elías en esa función. Pero se hizo bien el achique de espacios por más que sea en el propio terreno y eso le quitó profundidad al rival. Es decir, Defensa tuvo más tiempo la pelota, pero sin lastimar, sin inquietar a Moyano. Y en una jugada rápida y precisa (excelente pase de Bonifacio y muy buena definición de Walter Bou con remate cruzado), ese Unión de menor tenencia de pelota supo quebrar a una defensa insegura y que defendió dejando espacios como la del rival, para irse en ventaja al cabo del primer tiempo.
¿Qué había tenido Unión en el primer tiempo?, seguridad defensiva, mucha peligrosidad arriba en Bou (figura del partido) y consiguiente eficacia en las áreas. Todo el sector central de la cancha, casi me animo a decir que de área a área o de tres cuartos a tres cuartos, era de Defensa, que manejaba el partido merced a Alexis Castro como eje, con Delgado de un lado y Neri Cardozo del otro para ir tejiendo algunas sociedades que no terminaban de prosperar. Unión tenía un adecuado retroceso, pero no lograba cortar ese circuito de juego en el mediocampo. No importó demasiado, porque las jugadas más claras, a no ser un remate cruzado de Nicolás Fernández después de una pelota que le bajó el Cuqui Márquez, se fue desviado. Pero Bonifacio había tenido una igual a la del gol de Bou pero la tiró afuera, el propio Bou había avisado previamente con un remate que se fue cerca y con un pelotazo violento que pegó en el travesaño.
La gran distracción se dio en el mismo arranque del segundo tiempo. Entró dormido Unión y aprovechó Defensa. O mejor dicho, Delgado (que metió el centro) y el Cuqui Márquez (que metió el cabezazo a la red y no gritó el gol por su pasado tatengue) se encargaron de echar por tierra ese “castillo” que había construido Unión en los 45 minutos iniciales. Pero a la manera de un león herido, vino a partir de allí la reacción y lo mejor de Unión. Ese lapso que se prolongó desde el gol de Márquez hasta la salida de Carabajal cuando iban 37 minutos del segundo tiempo. Fue más de media hora de presión contínua, de sacrificio sin límites y de pinceladas de fútbol que pusieron a Unión mucho más cerca del tercer gol que a Defensa del empate. El mismo Bou, Acevedo y Troyansky tuvieron chances, por diferentes caminos, de lograr esa tranquilidad que habría sido fundamental para afrontar la parte final, que no estuvo exenta de algo de sufrimiento, aunque nunca ese sufrimiento puso en jaque la legitimidad y justicia del resultado. Inclusive, otra vez debió aparecer la figura de Moyano, esta vez para tapar un remate a quemarropa de Brian Ojeda, casi tan brillante como la salvada de la semana anterior ante Racing en el mano a mano con Cvitanich.
Ganó bien Unión. Fueron figuras Bou y Carabajal, en ese orden y no es un dato menor. Fueron dos de las incorporaciones que tuvo un plantel al que se le fueron varios titulares. Pero lo que quedó, funciona (hablamos de la defensa). Y lo otro se va acomodando a partir de una idea que no se negocia por más que se vayan algunos y vengan otros. Bou entendió rápidamente que se tiene que sacrificar, que tiene que jugar y que debe hacer goles. ¿Es mucho pedir?, quizás para otros delanteros, sí, pero para él no. Y lo que demostró en la impecable mañana de domingo en el 15 de Abril, con pocos entrenamientos, fue bueno. Como también fue bueno lo de Carabajal, ese talentoso jugador que repitió los buenos síntomas que ya había dado en su presentación.
Falta ver si Cuadra será la mejor compañía de Bou, falta ver si Bonifacio —que le puso muchas ganas— se puede ganar ese lugar de volante por derecha en el que debe tener aptitudes de llegada además del retroceso para la marca, falta ver también cuál es la mejor combinación de volantes centrales para mejorar algo que por allí debe ser revisado por el entrenador: ser más rápidos para cortar el juego del rival y no dejar, como pasó en el primer tiempo con Defensa y Justicia, que maneje tanto tiempo la pelota.
El idioma Madelón es el único que se habla en Unión. Lo tienen aprendidos los que estaban y lo van asimilando con rapidez los que llegaron. Hay juego, hay estrategia, hay orden, hay una disciplina y sobre eso se asienta el estilo de juego de este equipo. Los que vienen, lo hacen con una referencia muy clara. Los que están, conocen el libreto, lo saben transmitir e intentan interpretarlo lo más fielmente posible. Se arrancó bien. Más allá de que este Defensa también se ha renovado, es el equipo que viene con las garras afiladas por tan buena Superliga en la que le peleó con chances el título a Racing. Unión ya los enfrentó a los dos, en lo que era un arranque nada fácil ni aliviado. Puntazo en Avellaneda jugando a una cosa y un domingo de alegría en la avenida, jugando a lo que juega siempre Unión. Bien a lo “made in Madelón”.