Cumplió años la Casa de las Madres: el refugio frente al hospital donde habita la esperanza
En esas paredes se mezclan lágrimas, rezos y abrazos: es el hogar temporario de mujeres que acompañan a sus hijos internados en el Hospital de Niños. Entre ellas hoy está Victoria, mamá de Felipe, un pequeño que espera un trasplante de riñón.
Cumplió años la Casa de las Madres: el refugio frente al hospital donde habita la esperanza
En una esquina, detrás del Hospital de Niños, hay una puerta que no cierra nunca. Ni en la pandemia, ni en los feriados, ni por las noches. Desde hace 22 años, la Casa de las Madres funciona las 24 horas, los 365 días del año para recibir a las mamás que viven lejos de Santa Fe.
Entre paredes blancas, olor a comida casera, juguetes y una huerta que florece en el patio, cada día se reciben mujeres que llegan desde distintas localidades para acompañar internaciones, tratamientos o controles de sus niños.
Un gran cuadro del Dr. Orlando Alassia atendiendo a un bebé, preside el estar-comedor de la casa ubicada en Salta 4291, y pareciera que las cuida a todas. "Ni siquiera en pandemia cerramos, porque nuestro objetivo es que las mamás que vienen de lejos tengan un lugar donde estar, donde sentirse contenidas", contó a El Litoral Marcela Franco, una de las coordinadoras del lugar.
Un cuadro del Dr. Alassia preside el estar-comedor y cuida a las hospedadas. Foto: Manuel Fabatía
"La casita de las madres", como la llaman todos, se creó el 3 de noviembre de 2003, impulsada por el doctor Alassia, en cuyo homenaje lleva su nombre el hospital. "Por mes pasan alrededor de 500 personas. Por noche, suelen quedarse unas 20 mamás a dormir, aunque muchas veces tenemos más gente", agregó Eliana Viña, otra de las coordinadoras, que en total son 6 a cargo de atender a las mamás hospedadas.
En la casa, las mujeres encuentran camas, comida y, sobre todo, contención. "Acá hay sábanas limpias, alimentos, elementos de higiene. Pero también hay escucha, cariño, acompañamiento", aportó Marcela. Y añadió: "Organizamos talleres, hacemos cerámica, cocinamos juntas, pintamos. Es una forma de distraerlas un poco del dolor y del estrés que viven en el hospital".
Dos veces por día, las mamás cruzan la calle para recibir el parte médico de los niños que están internados. Otras están en las salas con sus hijos y van un rato a la casita para lavar ropa, ayudar a preparar la cena o a descansar un rato. La rutina tiene el pulso de la espera, pero también del afecto compartido.
Felipe espera un trasplante
Entre las mamás que hoy habitan la casita está Victoria Torres, de Esperanza. Hace 3 años que la Casa de las Madres es su refugio. Su hijo Felipe tiene insuficiencia renal crónica desde los cuatro meses de vida y está en lista de espera para un trasplante de riñón.
"Feli dializa doce horas al día", contó Victoria, que recuerda cuando llegaron de urgencia al hospital con lo puesto. "Desde el día uno acá nos brindaron todo: ropa, elementos de higiene, comida. Pero, sobre todo, nos dieron contención. Siempre lo digo: esta es mi segunda casa", remarcó.
Felipe, de 3 años, necesita un trasplante de riñón. Su mamá Victoria inició una campaña en redes sociales para concientizar sobre la donación de órganos. Foto: Manuel Fabatía
Mientras habla, su mirada se humedece y se ilumina a la vez. "Cuando Feli no se está dializando, corre, juega, es un nene de 3 años muy activo. Necesita un trasplante de riñón para seguir viviendo. Está en lista de espera desde hace dos meses. Por eso hablo siempre de la importancia de la donación de órganos. Porque hoy mi hijo necesita un 'ángel donante' que le dé una segunda oportunidad".
Victoria pasa sus días entre la sala del hospital y la casita. Allí lava ropa, toma mate con las otras mamás, participa en los talleres. Y espera a que Felipe mejore para volver a Esperanza con su papá y su hermano mayor. "A veces me vengo un ratito, me baño, descanso. Ellas siempre están. No sabés lo que significa tener un lugar así cuando tu hijo está internado", indicó, al tiempo que mostraba una foto de la campaña con la carita de Felipe.
"Una segunda casa"
A lo largo de estos 22 años, miles de mujeres pasaron por la Casa de las Madres. Algunas, como Alicia Fernández, llegaron por primera vez hace pocos días. "Vine desde Ceres porque mi nietita está en terapia. No conocía el lugar y me encontré con algo maravilloso. Nos ayudaron en todo, nos dieron ropa, comida, cariño. Estoy muy conforme, muy agradecida, porque con mi hija nos turnamos para acompañar a la bebé".
Allí, el descanso, el mate compartido y la palabra justa se vuelven alivio. Foto: Manuel Fabatía
La historia se repite una y otra vez. Cada mamá o abuela que llega con miedo, cansancio o incertidumbre, se va con algo distinto: el abrazo o la escucha de otra mujer, un plato de comida caliente o un rato de sueño en una cama limpia.
La casa fue dada en comodato hace años al hospital por parte de la Fundación Hospital de Niños, que se hace cargo del seguro de las personas y el pago de algunos servicios. Del 90% del abastecimiento se hace cargo este hospital público (trabajadores, ropa de cama, elementos de limpieza, mercadería). También se reciben donaciones de la comunidad. Se hacen rifas, campaña de tapitas y todo suma para el mantenimiento del albergue.
"Esto es mucho más que un alojamiento. Es un espacio donde las madres pueden descansar, llorar, reír, sentirse acompañadas. Donde saben que no están solas", resumió Marcela. Y quizás por eso, cada aniversario, las paredes de esa casita parecen respirar un poco más fuerte. Porque ahí, frente al Hospital de Niños, la esperanza tiene forma de hogar.