El 26 de agosto de 1945, en la ciudad de Buenos Aires, se apagó la vida de Pío Collivadino. Hacía apenas seis días que había cumplido 76 años. ¿Por qué lo recordamos 80 años después? Es que, a comienzos del siglo XX, observó la entonces cambiante capital argentina desde un punto de vista inédito.
Cuando los barcos empezaban a colmar el Riachuelo, los puentes metálicos avanzaban sobre los márgenes y las usinas imponían su geometría moderna en un paisaje que todavía conservaba la impronta barrial, Collivadino registraba.
ZurbaránNacido en 1869 en Barracas, hijo de inmigrantes, encarnó la tensión entre la tradición y la modernidad. Actor amateur, escenógrafo y músico antes de integrarse al mundo de la pintura, su biografía lo muestra como un creador inquieto.
Los inicios
La formación de Collivadino comenzó en la Societá Nazionale Italiana de Buenos Aires y continuó en la Asociación Estímulo de Bellas Artes con Francisco Romero. En 1889 partió a Italia, donde ingresó en la Academia de Bellas Artes de Roma. Allí permaneció siete años, perfeccionándose en la tradición académica.
Museo Nacional de Bellas ArtesEse pasaje europeo marcó su sensibilidad: la disciplina técnica del clasicismo y la apertura hacia las búsquedas modernas.
Regreso a la Argentina
Al regresar en 1907, Collivadino se sumó al grupo Nexus, integrado por Carlos Ripamonte, Alberto M. Rossi, Fernando Fader, Cesáreo B. de Quirós, Justo Lynch y Arturo Dresco.
Museo CaraffaLa búsqueda de un arte nacional, que impulsaba esta generación, en su caso se tradujo en la elección de la ciudad y sus arrabales como motivo pictórico, una decisión radical.
El Museo Nacional de Bellas Artes lo resume al señalar que "construyó en sus pinturas, dibujos y grabados nuevas formas de belleza en la metrópoli moderna y plasmó en sus obras la transformación de Buenos Aires".
Colección privadaCargos y distinciones
Entre 1908 y 1935 dirigió la Academia Nacional de Bellas Artes. Fue creador de los talleres de decoración de la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova (hasta 1941) y organizador de la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.
Además, ejerció como escenógrafo y presidente del directorio del Teatro Colón. En 1905 recibió el título de Caballero de la Corona de Italia. Su obra se conserva hoy en colecciones de Roma, Udine, Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, San Juan, Santa Fe, Corrientes y Salta.
Museo Nacional de Bellas ArtesLecturas sobre su obra
El historiador José Emilio Burucúa lo define como "un eslabón y figura insoslayable de pasaje en la cadena principal de transmisión y construcción de la experiencia sensible en la sociedad argentina de la primera mitad del siglo XX".
El Museo Caraffa resalta la "tensión en la percepción del proceso de transformación urbana, que parece alternar visiones del artista algo nostálgicas con otras más optimistas, con marcada inclinación por los tierras y azules violáceos".
ZurbaránLa Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (UNLP) subraya su filiación estética. "Collivadino hizo uso del divisionismo y de la pintura atmosférica derivada del impresionismo".
"Pero a diferencia de Malharro, dedicó buena parte de su producción a la ciudad de Buenos Aires en el momento de su metropolización, eludiendo los lugares más típicos como la Plaza de Mayo o el Cabildo", agrega.
ArchivoLa historiadora Laura Malosetti Costa agrega que "se podría decir que sus imágenes indagan en la cultura de la ciudad –en las maneras de practicar el espacio– y a su vez le dan formas para ser pensada. Es una mirada que elude el pintoresquismo".
Por su parte, la crítica Verónica Wolcoff lo define como "uno de los artistas más completos y transversales del siglo pasado. Alguien muy prolífico en todo sentido, porque además formó gente, formó equipos de trabajo y lo hizo desde muy joven".
Museo Nacional de Artes Visuales de UruguayLa invención de una mirada
El Museo Nacional de Bellas Artes indica que Collivadino fue "el artista que construyó una mirada paisajística sobre la ciudad en las escenas portuarias, los rascacielos y avenidas del centro, los nuevos edificios industriales, las usinas y puentes de sus orillas, y los barrios marginales de la metrópoli".
Con sus tonos tierras y azules violáceos, Buenos Aires aparece en sus lienzos como un cuerpo en pleno cambio, un territorio que aún conserva lo íntimo, lo barrial pero que ya se proyecta sin dudas hacia la modernidad industrial.