"Cuando miro algo, digamos unos planos superpuestos, que se suponen determinados de antemano, entro en una cierta atmósfera. De pronto, se abre una puerta de entrada, traspasada la cual levito en un espacio distinto".
El artista ítalo-venezolano presentó en 1971 una serie de obras monocromas que indagaban la luz como materia y la forma como experiencia sensorial. ¿Cómo lo cubrió El Litoral?

"Cuando miro algo, digamos unos planos superpuestos, que se suponen determinados de antemano, entro en una cierta atmósfera. De pronto, se abre una puerta de entrada, traspasada la cual levito en un espacio distinto".
A principios de noviembre de 1971 se presentó en salas del Museo Rosa Galisteo de Rodríguez la muestra titulada con un título intrigante: "La nueva geometría de Nedo". Hacía referencia al artista Nedo Mion Ferrario.
La exposición se concretó con la colaboración del CAYC (Centro de Arte y Comunicación) de Buenos Aires, que bajo la dirección de Jorge Glusberg promovía (dentro y fuera del país) las vanguardias estéticas y comunicacionales.
Jorge Taverna Irigoyen, en la edición de El Litoral del 6 de noviembre de 1971, escribió que "el autor, que intenta transvertir el plano a una 'ecuación' de contenido casi arquitectural, arranca su sistema desde algunos de los llamados ejercicios de visión".
"El planteo de desarrollar trabajos seriales dentro de un módulo geométrico que se repite un elevado número de veces sobre la vertical u horizontal, no es nuevo. Sí resulta sugerente el resultado que Nedo logra al volcar los juegos visuales de una línea reiterativa sobre un plano-relieve de madera", añadió.
"Una superficie monocroma blanca, parejamente tratada con pintura acrovinilica, permite soslayar el 'movimiento' de idas y venidas de los recortes, en base, fundamentalmente, a las digitaciones que da la luz", agregó Taverna.
En la mirada del crítico santafesino, el espacio de estas denominadas "Progresiones" se "anima así extrañamente en base a posibilidades y variaciones que el ojo descubre dentro de la aparente impenetrabilidad constructiva".
"El 'tiempo' matérico espacial de esos desarrollos es la fuerza fundamental que impulsa a Nedo a realizarlos, tratando de vencer el quietismo de la cosa colgada al muro", subrayó.
Para entonces Nedo era una figura reconocida en Venezuela. Poco antes de la muestra en Santa Fe se había publicado un texto del crítico Roberto Guevara que hoy es un referencia para pensar el universo del artista.
"Comportándose como demiurgo, la luz que va a revelar y dinamizar las obras de Nedo es un auténtico agente constructor", afirmó Guevara.
"Es el factor que activa los trabajos seriales, en base a módulos en forma de relieve, siempre en el radical monocromo blanco, haciéndolos emerger en todos sus aspectos", agregó
"En las evoluciones sorprendentes, en la proyección singular y mutante de estas obras hechas para ser descubiertas en la más cerrada, íntima, atenta visión", resaltó también.
"Cuando estamos frente a estos relieves la luz resulta, en efecto, el elemento decisivo. De ella y de nuestro desplazamiento ante cada obra, dependen las variaciones que el tema permite, en una riqueza que nos sorprende y cautiva a la vez", destacó Guevara a su vez.
Nedo Mion Ferrario, diseñador gráfico, dibujante y diseñador ambiental nacido en Milán, se destacó en la esfera cultural y visual venezolana tras su llegada a Caracas en 1950.
Rápidamente, construyó una carrera en esa capital, trabajando como diseñador gráfico y publicitario para firmas como Colman Prentis & Varley Inc. y McCann Erickson, además de publicaciones como el diario La Esfera y la Revista Shell.
Incursionó también en el ámbito editorial y académico. En 1959, asumió la dirección artística de la revista El Farol y, de forma simultánea, inició una carrera docente de 27 años en la Escuela Cristóbal Rojas.
Posteriormente, su visión vanguardista se materializó en 1962 al aceptar la dirección artística de la revista Cal. Allí desarrolló una innovadora manera de concebir el diseño gráfico.
Esa labor se complementó con su rol como jefe del departamento de diseño gráfico en el Instituto Neumann y su dirección en revistas como Oriente y Crónica de Caracas.
A su vez, Nedo desarrolló una indagación plástica vinculada a la geometría y la serialidad con obras como sus "Progresiones", y se destacó como pionero en la creación de los "alfabetos imposibles".
Su maestría apareció también en proyectos como la creación de la imagen gráfica del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (MACC) y la renovación del diseño de los sellos postales venezolanos.
En sus últimos años, enfatizó en elementos integrados a la arquitectura. Su trabajo de 50 años fue celebrado en 1998 con la retrospectiva "Nedo M.F." en el Centro de Arte La Estancia.




