El 13 de mayo de 2021, Google rindió homenaje a una artista que era poco conocida a nivel global, pero cuya obra estaba muy difundida en Europa Central: Zofia Stryjenska.
Nació el 13 de mayo de 1891. Mezcló en sus trabajos influencias del art déco y conceptos folclóricos de Europa Central, lo cual dio pie a una obra con ribetes únicos.

El 13 de mayo de 2021, Google rindió homenaje a una artista que era poco conocida a nivel global, pero cuya obra estaba muy difundida en Europa Central: Zofia Stryjenska.
A esta creadora, adscripta por una cuestión generacional al art déco, se la llegó a mencionar (con Tamara de Lempicka), como la pintora más importante de entreguerras.
Conocida como "la princesa del arte polaco", nació en Cracovia el 13 de mayo de 1891. La cultura polaca, la naturaleza de esa región y la belleza de las zonas rurales se integraron a su estilo de manera armónica.
La artista polaca Dixie Leota valoró en 2021 la apreciación del folclore polaco y las creencias eslavas que hizo Stryjenska. "Ver sus pinturas me inspira a crecer como artista y a educarme sobre mi propia cultura", afirmó.
Stryjeńska estuvo atravesada por los desafíos de una época en que las mujeres no tenían acceso a la educación superior en muchas áreas, especialmente en las artes.
A pesar de las restricciones, se disfrazó de su hermano para poder estudiar en la Academia de Bellas Artes de Múnich. Un año después, abandonó la academia y regresó a Polonia, donde inició su propio camino artístico.
Su trabajo se diferenció por el diálogo con el entorno. Entre sus primeras obras figuran los frescos del Museo de Ciencia e Industria de Cracovia y la decoración en casas del casco antiguo de Varsovia y la torre del Castillo Real de Wawel.
A lo largo de los años, sus trabajos alcanzaron una vitalidad impresionante, a través de formas estilizadas y colores potentes, que le permitieron plasmar la vida y la tradición.
Entre sus series aclamadas aparece "La joven aldea polaca", una exaltación de la vida rural en la que retrata a niñas con coronas de flores y escenas cargadas de ternura, en una clara evocación de la inocencia y la belleza de la naturaleza.
Esta serie, junto con su colección "Ídolos eslavos", le permitió llegar a un público más amplio. Las litografías de 1917 fueron especialmente populares, reproducidas en postales, chocolates y otros productos.
La consagración de Stryjeńska llegó en 1925, cuando recibió varios premios en la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París. A partir de ese momento, su obra se mostró en instituciones como la Bienal de Venecia, el Salón del Arte Nuevo de Londres y la galería Crillon de París.
Además, su participación en el Teatro Juliusz Słowacki, con escenografías para el ballet Harnasie, le sirvió para encontrar un lugar en el mundo artístico europeo.
Stryjeńska tomó la mitología eslava y la cultura polaca y se valió de sus líneas principales para diseñar trajes folclóricos, ajedrez y piezas de ballet.
El amor por su herencia se hizo extensivo a todos los aspectos de su obra, que se convirtió finalmente en una celebración de la vida, la tradición y la naturaleza.
A medida que la década de 1930 avanzaba, su estilo evolucionó hacia una estética más manierista, probablemente influenciada por la gran cantidad de encargos que recibió.
Monika Zabiełowicz señala que "el estilo pictórico de Stryjeńska combinó elementos característicos del art déco y el folclore polaco, lo que hizo que sus obras fueran inmediatamente reconocibles y únicas en Polonia y en todo el mundo".
"Su arte -sigue la especialista- se basó en inspiraciones estilísticas y temáticas del folclore polaco, especialmente de los highlanders. Un elemento característico es una perspectiva no convencional sobre la tradición popular".
"Stryjeńska abordó libremente antiguos rituales polacos, costumbres y mitología eslava; su imaginación ilimitada le permitió combinar diversos temas y jugar con motivos folclóricos", agrega.
Stryjeńska vivió sus últimos años en la pobreza, tras la Segunda Guerra Mundial. Se mudó a Suiza, donde falleció el 28 de febrero de 1976.
Pero su trabajo sigue latiendo, como lo demuestra la restauración, en 2024, del mural Danza de los Highlanders, creado por ella en 1937, que decora el vestíbulo del histórico edificio Casa Wedel en Varsovia.




