La Comisión Arancelaria del Consejo de Estado de China anunció la suspensión, por un año, del arancel adicional del 24% que gravaba a una amplia lista de productos provenientes de Estados Unidos.
La medida entrará en vigor el 10 de noviembre y forma parte de una tregua comercial acordada entre ambos países. Aunque el alivio genera optimismo en los mercados, la soja estadounidense continuará tributando un 13%, lo que mantiene una ventaja competitiva para los granos sudamericanos.

La Comisión Arancelaria del Consejo de Estado de China anunció la suspensión, por un año, del arancel adicional del 24% que gravaba a una amplia lista de productos provenientes de Estados Unidos.
La decisión, que entrará en vigencia el próximo 10 de noviembre, busca dar cumplimiento a los compromisos alcanzados recientemente entre los presidentes Xi Jinping y Donald Trump durante la cumbre bilateral realizada en Corea del Sur.
El gesto marca un nuevo capítulo en la prolongada disputa comercial entre las dos mayores economías del mundo y abre la posibilidad de recomponer los flujos de intercambio, especialmente en el sector agroindustrial.
Según informó el Ministerio de Finanzas chino en un comunicado difundido en su sitio web y citado por el Consejo de Estado, la suspensión del arancel del 24% sobre productos estadounidenses se extenderá durante un año, mientras que se mantendrá vigente un gravamen del 10%.
Beijing comunicó además que dejará sin efecto las medidas adicionales impuestas en marzo, las cuales habían recaído principalmente sobre productos agrícolas provenientes de Estados Unidos.
Aquellas disposiciones se habían implementado como respuesta a los aumentos arancelarios impulsados por el gobierno de Donald Trump, en el marco de las tensiones bilaterales por la política china frente al fentanilo.
En materia agropecuaria, las sanciones habían establecido recargos del 15% para productos como pollo, trigo, maíz y algodón, y del 10% para otros como soja, carne de cerdo, carne vacuna y lácteos.
Durante el último año, China concentró más de la mitad de las exportaciones estadounidenses de soja, aunque las compras se paralizaron completamente cuando se profundizó el conflicto comercial.
Aunque la soja forma parte del paquete de productos alcanzados por la suspensión arancelaria, el impacto real sobre el comercio agrícola entre ambas potencias será limitado.
Según lo informado por el Ministerio de Finanzas chino, el arancel adicional del 24% quedará suspendido por un año, pero el grano estadounidense continuará tributando un 13%, lo que mantiene una diferencia de competitividad frente a los orígenes sudamericanos.
Desde 2018, cuando la administración de Donald Trump endureció su política comercial hacia Beijing, China redujo drásticamente sus compras de soja a Estados Unidos y reforzó su vínculo con proveedores de Brasil y Argentina.
Esa reconfiguración del comercio global de granos consolidó el liderazgo sudamericano como principal abastecedor del gigante asiático, que hoy depende en gran medida de la oferta brasileña.
En este contexto, la suspensión anunciada representa más un gesto diplomático que un cambio de fondo en las condiciones del mercado. Los operadores coinciden en que, mientras se mantenga la brecha del 13%, las compras chinas seguirán concentrándose en Sudamérica, donde la disponibilidad y los precios resultan más competitivos.
El alivio comercial generó optimismo entre los operadores internacionales y se reflejó en una mejora inmediata de los precios de los principales commodities agrícolas.
Además de la soja, el Ministerio de Finanzas de China confirmó la eliminación de los aranceles de represalia que gravaban al maíz, el trigo, el sorgo y el pollo estadounidenses. La medida fue interpretada como una señal de distensión y una invitación a recomponer la confianza entre ambas economías, tras años de tensiones y sanciones recíprocas.
En paralelo, Estados Unidos anunció una reducción de sus propios aranceles medios sobre los productos chinos, que pasarán del 57% al 47%. También suspenderá temporalmente medidas que afectaban al sector naval y tecnológico, con el objetivo de facilitar un marco de estabilidad comercial por los próximos doce meses.
Aunque la suspensión de los aranceles adicionales supone un alivio, los analistas advierten que se trata de una medida temporal y sujeta a los vaivenes políticos entre Washington y Beijing. El acuerdo actual tiene una vigencia de un año y será revisado en 2026.
En ese sentido, los mercados agrícolas observan con prudencia los próximos movimientos, conscientes de que cualquier ruptura en el diálogo podría reavivar las tensiones.
Por lo pronto, la tregua comercial entre China y Estados Unidos vuelve a poner al comercio agroindustrial en el centro de las negociaciones internacionales y abre una etapa de expectativa moderada, donde el equilibrio entre diplomacia y economía será clave para sostener la estabilidad alcanzada.




